jueves, 4 de mayo de 2017

Tres banderilleros en el redondel / Por Paco Mora



Si bien la corrida ha sido más larga que un día sin pan, lo cierto es que el público se ha divertido con la competencia entre los tres matadores-banderilleros. Es de esperar que las cuadrillas de Padilla, El Fandi y Escribano no hayan cobrado medio sueldo, porque lo que se han ahorrado con los palos lo han gastado generosamente con el capote. Es broma; que los toreros de plata me caen de cine y me merecen mucho respeto.


Tres banderilleros en el redondel

“Uno, dos y tres/tres banderilleros en el redondel”, recitaba Benítez Carrasco. Padilla, El Fandi y Escribano han adornado la corrida de Borja Domecq con una hemorragia de garapullos, verdadero estallido de colores en la tarde de La Maestranza sevillana. Ha sido como la venganza del toreo a una banda de música que está allí para amenizar el espectáculo, y ayer se declaró en huelga de brazos caídos, imponiendo un triste silencio en ese recinto tan torero y tan alegre habitualmente. Pero hoy se ha quitado la espina de la galbana de la víspera, soplando a destajo. ¡Y qué bien suena, “carallo”!, que diría Camilo José Cela.

La corrida de Jandilla y Vegahermosa, bien presentada, con dos toros desorejables, el tercero y el cuarto, y cuatro interesantes con sus altos y bajos, nos ha reconciliado un tanto de petardos anteriores. Un hierro, el de Borja, en camino de recuperar la categoría de “deseado” de que gozó durante muchos años. El garbanzo negro de la tarde ha sido una presidenta que acodada en la barandilla del palco gesticulaba empeñada en justificar su equivocado criterio, que les ha hurtado a dos toreros -Padilla y El Fandi- sendos triunfos bien ganados. Y que no se agarre a si el estoque ha quedado un centímetro más arriba, más abajo, adelante o atrás. Que lo que dice bien claro el Reglamento –aunque la autoritaria señora se lo haya saltado a la torera- es que la primera oreja hay que concederla por plebiscito popular mayoritario. Y a no ser que ella haya contado los pañuelos y le faltara uno, cosa harto improbable, ha ignorado olímpicamente la opinión del público que paga y la mantiene viendo las corridas gratis allí arriba. No es el primer año que la señora en cuestión se erige en protagonista de una corrida con su voluntad de imperio.

Si bien la corrida ha sido más larga que un día sin pan, lo cierto es que el público se ha divertido con la competencia entre los tres matadores-banderilleros. Es de esperar que las cuadrillas de Padilla, El Fandi y Escribano no hayan cobrado medio sueldo, porque lo que se han ahorrado con los palos lo han gastado generosamente con el capote. Es broma; que los toreros de plata me caen de cine y me merecen mucho respeto. Sobre todo, desde que, cuando todavía era un chaval, escuché al Benítez Carrasco citado arriba aquello de: “He llenado el mundo entero de pares de banderillas/ para que nunca le falten los Reyes a mi chiquilla”.

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