Les pondría a todos un lacito y los vendería. Aún podemos sacar algo por ellos, no sé, un pin, un llavero, algo. Yo vendería a los que llevan repitiendo desde hace un montón de tiempo que Cristiano ya no está, que se arrastra por el campo, que ya no se va ni de mi abuela, los vendería a todos. Vendería a aquellos que, a la vuelta de una eliminatoria contra el Bayern en la que CR7 marcó cinco goles, insistían en vender al máximo goleador histórico del Real Madrid
Yo vendería a los que venderían a Cristiano
Juan Manuel Rodríguez
Yo vendería a los que venderían a Cristiano. En serio. Les pondría a todos un lacito y los vendería. Aún podemos sacar algo por ellos, no sé, un pin, un llavero, algo. Yo vendería a los que llevan repitiendo desde hace un montón de tiempo que Cristiano ya no está, que se arrastra por el campo, que ya no se va ni de mi abuela, los vendería a todos. Vendería a aquellos que, a la vuelta de una eliminatoria contra el Bayern en la que CR7 marcó cinco goles, insistían en vender al máximo goleador histórico del Real Madrid. Vendería a los que comparan a Cristiano con Messi. Cristiano no es mejor que Messi pero Messi, que es un futbolista fantástico, tampoco es mejor que Cristiano. Cristiano y Messi están a la par pero, y con más saña desde dentro del madridismo, se ningunea al portugués, que viene de ganarlo todo en 2016. Y, que no se me olvide, vendería a los que dicen que Cristiano sólo marca goles.
También vendería a los que ridiculizan a los rivales del Real Madrid, los empequeñecen después de enfrentarse con el equipo blanco. Vendería a los que afirmaban que el Nápoles era un equipazo y luego era una banda. Vendería a los que decían que el Bayern de Múnich ya estaba en la final de Cardiff. Y vendería a los que ahora están diciendo que el Atleti no tiene gol, que el Atleti no sabe jugar al ataque, que al Atleti le falta dar ese saltito de calidad. Los vendería a todos. Y vendería a los que tratan a Zinedine Zidane como si fuera un paracaidista que cayó en el estadio Santiago Bernabéu en enero de 2016. Vendería a los que, para restarle mérito al entrenador francés, hablan de la suerte o de la flor. Vendería a aquellos que insisten en repetir que a Zizou le vino bien la lesión de Gareth Bale. Y vendería a los que siguen preguntándole si seguirá el año que viene.
Ya puestos, también vendería a los que, desde dentro, tratan al Real Madrid como si fuera un equipo extranjero: salvo honrosísimas excepciones, el periodismo deportivo español volvió a ser anoche un velatorio. Vendería a los que venden la piel del gran oso blanco antes de cazarlo. Vendería a los del equipo A y el plan B. Y vendería a aquellos que, por puro interés personal, forman un lobby a favor de un jugador porque les cae muy simpático o porque se llevan bien con él. Tambien vendería a los que venderían a Benzema, que sigue sin ver puerta pero que lo intenta todo y se deja el alma en el campo. Vendería a los que confunden exigencia con estupidez y a los que, entre pitada y pitada, pitan. Vendería al tendido del 7 enterito, a todo. Y vendería a los que, con la Copa de Europa, la Supercopa y el Mundial calentitos, siguen dudando. A todos esos, yo los vendería.
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