sábado, 17 de junio de 2017

Felipe VI y El Juli / por Jorge Arturo Díaz Reyes




A diferencia de su padre y sus abuelos, Don Felipe VI no es aficionado, se sabe. Por ello su presencia hoy en palco dice muchas cosas a todo el mundo. La primera y más importante, su reverencia y reconocimiento a la tauromaquia como signo cultural del país. 

Felipe VI y El Juli

Corrida solemne. Rey, presidenta y ministro en el palco real. Plaza engalanada, lleno total, cartel caro y un hierro triunfador de la extensa feria reciente. Pero de no haber sido por la entrega del Juli frente al zambombo del encierro, la poca fuerza y raza de los toros hubiera hundido la tarde. 

A diferencia de su padre y sus abuelos, Don Felipe VI no es aficionado, se sabe. Por ello su presencia hoy en palco dice muchas cosas a todo el mundo. La primera y más importante, su reverencia y reconocimiento a la tauromaquia como signo cultural del país. Fue recibido y despedido con dos unánimes ovaciones por un público plural políticamente. Respeto mutuo.

Los tres primeros toros, que le fueron brindados de protocolo, no hicieron honor a tan alta distinción. El primero mansurrón, el segundo bis un soso reserva de Domingo Hernández y el tercero un rajado defensivo. Nada.

Cuarto saltó Almirante, negro, cuatreño como todos, vuelto de pitones y 633 kilos de peso. Toma seis verónicas y media ligadas. Agarra una buena vara de Salvador Núñez, tres chicuelinas, una cordobina y otra media de quite, coreadas a todo pulmón, y de nuevo bien al peto. Álvaro Montes clava con aplauso dos pares meritorios. El toro se sostiene.

El Juli no hace ascos. Con cuatro doblones, trinchera, derechazo y uno de pecho le para en los medios. De a dos y de a tres lo va embarcando por derechas hasta llevarle a cuatro, cambio de mano y dos de pecho. Todo templado, mandado y cruzado, claro. Aquí no hay de otra. Los naturales pausados, tres de gran factura, muestran la poca generosidad del pitón. Faena torera. El animal se para el hombre se mete entre los pitones pendulando la muleta tras el cuerpo a cambio de las últimas embestidas. Los reventadores trinan, la inmensa mayoría ovaciona. Estocada letal, división de opiniones al arrastre y una oreja incontestable.

Manzanares dibujó bellos y lentos lances con el devuelto y con el quinto y además un evocador quite con larga cambiada de pie, tres alicantinas y una media. Lo más exquisito de la corrida sin duda. Pero no mató ninguno de con su reconocido virtuosismo.

Talavante, pasó lejos del nivel de sus tres exitosas presentaciones en la feria. Si los de Victoriano del Río, hubiesen tenido alientos con que movilizar hasta el fin sus nobles intenciones la historia quizás hubiese sido diferente. Pero es que además les faltó bravura, todos más temprano que tarde desistieron. Al final, solo Felipe VI y El Juli quedan para el recuerdo. 

FICHA DE LA CORRIDA

Viernes 16 de junio. Corrida de Beneficencia. Lleno. 6 toros de Victoriano del Río, 3º con el hierro de Cortés (561 Kilos promedio), y un 2º bis de Domingo Hernández, dispares de presencia, flojos y bajos de casta.

El Juli, silencio y oreja.
José María Manzanares, silencio tras aviso y silencio.
AlejandroTalavante, silencio y silencio.

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