viernes, 14 de julio de 2017

9ª de San Fermín en Pamplona. Talavante perdió con la espada salir a hombros e injusticia del palco con Antonio Ferrera tras cuajar la faena de la tarde / por J.A. del Moral



Continuó la arbitrariedad de la presidencia. Esta vez por no atender la reglamentaria petición mayoritaria de oreja para Antonio Ferrera tras llevar a cabo una faena de dos orejas al noble cuarto toro. Pinchó en la suerte de recibir y resultó cogido en un segundo descabello. Afortunadamente sin consecuencias y en compensación, dio una clamorosa vuelta al ruedo. En el desigual envío de Núñez del Cuvillo, el mejor lote fue a parar a las manos de Alejandro Talavante que cortó una oreja del segundo toro y perdió otra del quinto por fallar estrepitosamente con los aceros aunque cabe suponer que estos fallos se debieron a lo mal que se puso el animal para matarlo por pasarse de faena el extremeño. Ginés Marín que actuó en sustitución de Roca Rey, se llevó el lote más deslucido de la corrida y no logró repetir el triunfo de la tarde anterior.


Talavante perdió con la espada salir a hombros e injusticia del palco con Antonio Ferrera tras cuajar la faena de la tarde

J.A. del Moral · 14/07/2017 
Plaza de toros de Pamplona. Jueves 13 de julio de 2017. Novena de feria. Tarde calurosa con casi lleno.
Seis toros de Núñez del Cuvillo, muy bien aunque desigualmente presentados y de vario juego. Nobles segundo, cuarto y quinto. Muy deslucido el primero y apenas manejable el venido a menos tercero. Noble aunque muy pronto venido a menos el sexto.

Antonio Ferrera (fucsia y oro): Estocada casi entera trasera perpendicular que escupe y descabello, silencio. Pinchazo hondo en la suerte de recibir y tres descabellos, fuerte petición no atendida y vuelta al ruedo.
Alejandro Talavante (cobalto y oro) buena estocada y oreja. Mal con la espada y silencio.
Ginés Marín (canela y oro): Buena estocada desprendida, palmas. Estocada, ovación de despedida.
Fini destacó en banderillas como solo en un par Juan José Trujillo que brilló en la brega y asimismo José Antonio Carretero.


La imprevisibilidad del toreo que además de efímero es irrepetible, depara cualquier acontecer, bien sea para bien o para mal. Ayer había expectación por ver si Ginés Marín repetía el triunfo de la tarde anterior en la sustitución de Andrés Roca Rey, todavía en el hospital. Pero se llevó el lote más deslucido de la por casi todo lo demás buena corrida de Núñez del Cuvillo. Aunque el extremeño no ahorró esfuerzos con sus dos toros y pese a su persistencia en sacar partido de dos animales que se vinieron pronto a bajo – el tercero, muy corto de viajes por el lado izquierdo, calamocheador por el algo más noble por el derecho y rajado al final el blando sexto -, su frustrada sustitución no terminó como tanto el torero como los espectadores esperábamos. Bien es cierto que el fiasco del sexto toro fue precedido por suaves y templados lances rematados con revolera invertida en el recibo. El tercero no le dio opción capotera porque no paró de huir de su propia sombra en su salida y tan solo permitió un quite por chicuelinas de Antonio Ferrera, ayer primer espada de la terna.


De siempre muy querido en Pamplona Ferrera, ayer se pudo apreciar la positiva y brillantísima evolución de sus maneras de torear aunque tuvo que esperar a que saliera el cuarto toro para demostrarlo. Al primero lo banderilleó en solitario como es su costumbre destacando su tercer par arrancando desde es estribo tras ser pitado mientras clavó en el segundo entre pitos de las peñas porque los palos iban adornados con los colores de la bandera de España. Se tuvieron que tragar los pitos en la más brillante y emocionante intervención banderillera del cuarto y, sobre todo, en su estupenda, variada y hasta sorprendente faena que arrancó por naturales, ligando algunos a pies juntos, siguió por soberanos redondos, medió con más naturales con la mano derecha tras dejar la espada clavada en la arena y terminó con bonitos cambios, adornos de buena ley y desplantes altaneros.


Entusiasmado con lo que acaba de hacer, decidió matar en la suerte de recibir pinchando y al descabellar por segunda vez fue cogido de mala manera aunque sin consecuencias, logrando terminar con su oponente en el tercer intento. No obstante estos fallos con los aceros, el público solicitó con insistencia que le fuera concedida una oreja y el palco se negó cerril y antirreglamentariamente a otorgarla – había mayoría de pañuelos – hasta que Ferrera fue obligado a dar una clamorosa vuelta al ruedo.


En las dos actuaciones de Alejandro Talavante, lo que más brilló fue el temple. Al cortito de altos viajes segundo toro lo templó desde que salió, consiguiendo que al llegar la faena el animal ya había mejorado hasta convertirlo en fácil colaborador pese a que el animal no terminó de abandonar su calamocheo por el lado derecho tras varios y brillantes pasajes al natural que inició en los medios, recetados de menos a muy más largura y donosura. La buena estocada con que mató puso una oreja en las manos del extremeño.


Salió a por todas en el quinto que fue un toro excelente para la muleta pese a mansear en varas y dolerse además de esperar en banderillas. Aunque molestó el viento en el arranque de la faena, la obra transcurrió fenomenal, sobre todo con la mano derecha y con posibilidades de ser premiada con dos orejas – hubieran sido tres – para poder salir a hombros. Pero quizá por pasarse de faena, el animal para nada ayudó a la hora de matar y Alejandro terminó de muy mala manera con espada. Una pena.

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