viernes, 14 de julio de 2017

Ceballos y Theo, bien; Vitolo, rematadamente mal / por Juan Manuel Rodríguez



..Ceballos, como por cierto sucedió con Theo Hernández, demuestra que el futbolista acaba jugando donde quiere y que es perfectamente capaz de respetar la palabra empeñada. Dani quería jugar en el Real Madrid, era su sueño, y supo resistir los curiosos embates de Lorenzo Serra Ferrer, de pasado culé, y los lógicos envites de Bartomeu, que llegó incluso a ponerse personalmente en contacto con él para convencerle de que fichara por el Barça.


Ceballos y Theo, bien; Vitolo, rematadamente mal

Juan Manuel Rodríguez
Al socaire del bochornoso caso Vitolo, Quique Setién quiso fingir un mensaje de tranquilidad al pueblo bético diciendo eso de que las cosas podían cambiar a última hora y que él contaba con Ceballos hasta que no estuviera todo firmado. Pero en realidad lo estaba, estaba todo firmado (o sea, apalabrado) entre el jugador y el club blanco y sólo quedaba por sustanciar la rúbrica del utrerano, un acto protocolario al que Víctor Machín Pérez y sus representantes legales han dado un nuevo y sorprendente significado. Viendo que el asunto se dilataba en el tiempo, el Real Madrid aceleró con el Betis y anoche ambos clubes llegaron al acuerdo final, que supone que el equipo comprador abonará 16,5 millones de euros, un millón y medio más de lo que aparece estipulado en su cláusula de rescisión, y lo hará además en un único pago, tal y como reclamaba el club andaluz.

Ceballos firmará por seis temporadas y será presentado el próximo jueves en el palco del estadio Santiago Bernabéu, y Setién deberá confeccionar un plan B... si es que no lo tenía diseñado ya puesto que absolutamente todo el mundo sabía, empezando por el propio técnico bético, que Dani era del Madrid desde hacía una semana. Además, Ceballos, como por cierto sucedió con Theo Hernández, demuestra que el futbolista acaba jugando donde quiere y que es perfectamente capaz de respetar la palabra empeñada. Dani quería jugar en el Real Madrid, era su sueño, y supo resistir los curiosos embates de Lorenzo Serra Ferrer, de pasado culé, y los lógicos envites de Bartomeu, que llegó incluso a ponerse personalmente en contacto con él para convencerle de que fichara por el Barça.

En su presentación con la Unión Deportiva Las Palmas, y en un ejercicio poco convincente, Vitolo quiso aparentar que aún quedaban flecos por solucionar en las negociaciones entre él y el Sevilla. Flecos no, fleco, quedaba un fleco, el fleco de la firma que el futbolista se negó a estampar en su nuevo contrato, documento avalado en su ausencia por la gente de Bahía y el padre del chico. Vitolo fintó a Pepe Castro y luego quiso regatear a la prensa, y todo con tal de acallar su conciencia. A Ceballos no lo llamó Simeone pero sí Bartomeu, y a Theo fue su propio representante quien, con la inestimable colaboración colchonera, quiso hacerle la pinza para que acabara en el Camp Nou. Ambos futbolistas resistieron, aguantaron, cumplieron su palabra y, ya puestos, también su sueño; Vitolo no lo hizo, y él sabrá por qué.

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