viernes, 25 de agosto de 2017

FERIA DE BILBAO. Cumbre de Enrique Ponce por una España unida / por Andrés Amorós


El valenciano sale a hombros, Ginés logra un trofeo y Cayetano levanta un clamor por las banderillas con la bandera nacional.

De tabaco y oro ha vestido Cayetano, en su presentación, en Bilbao. «Tabaco y oro» era el seudónimo taurino de un buen poeta bilbaíno, Javier de Bengoechea. Recuerdo unos versos suyos: «Digo tu nombre, España… / corazón en la boca, / nombre en desuso, bello / como una caracola. / España, resonancia / terca, maravillosa. / España, España, España, / y otra vez, y otra, y otra, / toquemos a rebato / para que Dios nos oiga». Siguen siendo actuales.

Cumbre de Enrique Ponce por una España unida

Andrés Amorós / 25.08.2017
El día grande de la Semana, vivimos una emocionante corrida, con pasiones taurinas y patrióticas. Enrique Ponce logra una faena cumbre, premiada con las orejas y sale a hombros. A costa de un varetazo, Ginés Marín corta un trofeo. Asiste Don Juan Carlos, con la Infanta Elena, y es ovacionado mayoritariamente: los tres espadas le brindan su primer toro. Cayetano se presenta dignamente y culmina el gesto (que Ferrera dejó a medias, el domingo) de dar a sus banderilleros los palos, con la bandera nacional: levanta un clamor, aunque unos pocos no se lo perdonan. Los toros de Victoriano del Río tienen más casta que fuerza: en general, manejables; parado, el primero; complicados, los dos últimos.

Brinda Ponce su primero a Don Juan Carlos, en un palco, muy aplaudido, con el tendido en pie y algunos pitos rabiosos: «Por una España unida». Con maestría, a media altura, va alargando la corta embestida. Cuando el toro se le para, en el pecho, hace alardes de valor sereno, como si fuera un debutante. ¡Vaya marmolillo! Ni siquiera Ponce, con toda su sabiduría, puede lucirse, con un toro de Guisando. Sale blandeando el cuarto. Por bajo, le enseña a embestir; aunque protesta, dibuja excelentes muletazos. (Se oye una voz: «¡El número uno!»). Con maestría y valor, le saca lo que el toro, muy irregular de embestidas, parecía no tener. Unir, así, el mando con la suavidad es privilegio de muy pocos. Con la gente puesta de pie, prolonga mucho, como suele, en una demostración de magisterio inapelable. Tira al toro patas arriba con una gran estocada: faena clara de dos orejas, que se conceden.

Sustituyendo a Manzanares, debuta en Bilbao como matador Cayetano. El segundo es manejable, flojea. Cayetano le da los palos con la bandera española, entre una fuerte división, a Iván García, que lo borda, en dos grandes pares. (Ya Paquirri lo hizo, en esta Plaza). La fuerte ovación acalla algunos pitos. También brinda a Don Juan Carlos: «Por una ciudad que ha sufrido mucho el dolor y el miedo del terrorismo». Oigo un clamor y algún grito de «¡Viva el Rey!» De rodillas, con majeza, liga una serie emocionante. Se muestra reposado y valiente, cuando el toro se apaga. Mata con entrega, después de pinchar en hueso, y la petición no cuaja: debió dar la vuelta al ruedo.

Recibe con una larga cambiada al quinto, que también flaquea. Brinda al público: algunos, contumaces, pitan, recordando las banderillas, pero son muy pocos. El toro protesta, echa la cara arriba al final de los muletazos. Cayetano demuestra su casta, no se aflige: ya es bastante. Con el toro rajado, en tablas, mata a la segunda. Ha estado más que digno, conjugando el arrojo con la estética, los dos genes de la casa. Y acertadísimo, en el gesto de las banderillas.

Se parte el pitón en el burladero el tercero, es devuelto. Se corre turno. Flojea pero desmonta al picador, el padre del torero.Ginés Marín, con un feo vestido de banderillero, brinda también a Don Juan Carlos. El toro es «Pudoroso», oculta su fuerza… o no la tiene pero sí nobleza. Ginés muletea con cabeza clara, gran facilidad, desparpajo y buen estilo; liga naturales lentos y remata con torería. Ha visto claro al toro pero falla, al matar (su punto flaco). En el último, complicado, tiene el gesto de brindárselo a Ponce. Tragando mucho, logra buenos naturales. Después de varios sustos, es arrollado, sufre un varetazo en la cara. Mata bien, esta vez: justa oreja. Ha mostrado sus evidentes cualidades y su ambición.

Ponce sale triunfalmente a hombros, continúa en la cumbre: su sabiduría es magistral y torea cada vez con más gusto. Cumbre, también, ha sido su brindis: «Por una España unida».

Posdata. De tabaco y oro ha vestido Cayetano, en su presentación, en Bilbao. «Tabaco y oro» era el seudónimo taurino de un buen poeta bilbaíno, Javier de Bengoechea. Recuerdo unos versos suyos: «Digo tu nombre, España… / corazón en la boca, / nombre en desuso, bello / como una caracola. / España, resonancia / terca, maravillosa. / España, España, España, / y otra vez, y otra, y otra, / toquemos a rebato / para que Dios nos oiga». Siguen siendo actuales.

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