Fue, sin duda, el momento más emocionante de la tarde. El gran picador Manuel Quinta, siempre a las órdenes de Enrique Ponce, fue despedido por el propio matador tras castigar al cuarto toro, luego con un brindis y finalmente invitándole a compartir la vuelta al ruedo entre atronadoras ovaciones. El gran maestro valenciano volvió a no tener suerte en La Maestranza. Un sino que, desgraciadamente, le ha venido acompañando a lo largo de su inacabable carrera. Tuvo que enfrentarse al peor lote de la corrida de Garcigrande. Con cualquiera de los lotes que les correspondieron a Alejandro Talavante y a Pablo Aguado, que tomó la alternativa, Ponce habría podido salir a hombros por la Puerta del Príncipe. El toricantano se gustó y nos gustó con el primer toro, perdiendo una oreja por pinchar aunque pudo dar una vuelta al ruedo. Luego se enteró demasiado tarde de la bondad del sexto, dejando escapar al mejor toro del envío. Talavante, por su parte, cortó una justita oreja del estupendo tercer toro y no se halló para nada gusto con el manejable quinto con el que dio una pobre impresión.
Emocionante adiós de Manuel Quinta, 27 años con Ponce 27
J.A. del Moral · 24/09/2017
Sevilla. Plaza de la Real Maestranza. 23 de septiembre de 2017. Primera de feria. Tarde agradable con dos tercios largos de entrada.
Seis toros de Garcigrande, bien aunque desigualmente presentados. Dieron vario juego. Bravo y noble el primero pese a lo que renqueó de los cuartos traseros el primero. Mular de Guisando por completamente parado el segundo. Muy noble el tercero. Mediocre el apenas manejable cuarto. Manejable sin clase en quinto. Y excelente el sexto.
Enrique Ponce (carmelita y oro): Media estocada tendida caída, silencio. Dos pinchazos y media tendida, vuelta al ruedo. Tuvo que pasar a la enfermería donde fue atendido de una contractura con posible desgarro del abductor derecho, lesión que se produjo al entrar a matar al cuarto toro, hasta volver al ruedo visiblemente cojo, a la espera de nuevas exploraciones y posible mejora de cara a su última corrida de este año en la próxima feria de El Pilar en Zaragoza.
Alejandro Talavante (turmalina y oro): Media estocda muy trasera tendida, oreja sin petición mayoritaria. Estocada, palmas tras algunos pitos.
Tomó la alternativa Pablo Aguado (blanco y oro): Pinchazo y estocada tendida desprendida, vuelta al ruedo tras leve petición. Pinchazo, otro hondo y estocada, aviso y ovación.
En banderillas, destacaron Juan José Trujillo y Sergio Aguilar.
La expectación fue notable en los comentarios anteriores a la celebración del primer festejo de la Feria de San Miguel. Muchos espectadores, tanto sevillanos como foráneos y extranjeros, no quisieron perderse la actuación de Enrique Ponce que volvía una vez más a la Maestranza con el peso de la responsabilidad y bajo la segura esperanza de que ayer hubiera podido ser esa tarde que nunca disfrutó, salvo la de hace bastantes años, precisamente en otra feria de San Miguel en la que, al fin, pudo salir a hombros por la Puerta del Príncipe. Sin embargo, la mejor tarde que cuajó salvo con espada, fue la famosa con dos muy difíciles toros de Zalduendo. Aquel día hasta podría haber cortado un rabo. Tuvo que dar dos vueltas al ruedo tras pinchar a sus dos enemigos y con eso está dicho todo. Ponce llegó a Sevilla, además, tras triunfar grandemente en una campaña soberbia que ya toca a su fin. De ahí la seguridad esperanzadora de sus partidarios y del propio torero.
Pero el maleficio volvió a acompañarle en Sevilla. Un segundo toro que se dejó torear por despaciosas verónicas y en un breve quite por chicuelinas, llegó a la muleta completamente parado. Lo que se dice un marmolillo. Ni un solo pase pudo darle Enrique. La suerte tampoco le acompañó con el cuarto, aunque se movió más sin clase alguna.
Pero Ponce supo dar con las teclas propias de su reconocido magisterio y le enjaretó una inverosímil faena sobre ambas manos que inició por bajo con la derecha, medió por aterciopelados redondos y finalizó al natural con muletazos tan lentísimos como celebrados. No fue faena larga porque el animal no dio para más. Falló a espadas y perdió la segura oreja que había ganado con creces.
Enrique llevaba pensado como escenificar la despedida de su picador más fiel y más efectivo, Manuel Quinta. Ya le había felicitado y abrazado tras hacerle bajar del caballo tras la suerte de varas. Luego le brindó su faena con más abrazos de ambos y, finalmente, una vez emprendida la vuelta al ruedo, requirió de nuevo a Quinta para que la completara junto a él hasta saludar ambos en los medios. Estos momentos, sin duda sentidísimos por el maestro y su picador, también los fueron para el público que ovacionó a ambos en pie. Quinta hasta lloró embargado por la emoción que también fue notoria en cuantos allí estuvimos y con mayor motivo por sus compañeros de cuadrilla que se volcaron con Manuel. Yo jamás había sido testigo de una despedida tan cariñosa y a la vez tan espectacular. Adiós, Manuel, querido y admirado amigo durante tantos y tantos años siguiendo al maestro de maestros por todas las plazas del Mundo. Ventisiete contigo, ventisiete… Recibe mi abrazo más sentido y cariñoso, Manuel. Serás un amigo para siempre…
No vimos ayer al mejor Talavante. Ni con el tercer toro del cortó una generosa oreja tras una faena algo acelerada y despegada que en otros mejores momentos, seguro que habría cuajado con bastantes y mayores aciertos. Ni, aun peor, con el quinto, que sin ser como el tercero, fue más que manejable. Me temo que hoy se le medirá con más exigencias en su segunda actuación de esta feria, por la vía de las sustituciones. En fin, que la responsabilidad es suya y solo suya…
Agradaron mucho la disposición y las maneras clásicas con el capote y con la muleta de Pablo Aguado que anduvo sobrado de valor y de inspiración con el toro de su alternativa del que podría haber cortado una valiosa oreja si lo hubiere matado pronto y bien. Pero, luego, con el sexto, que fue el mejor toro de la corrida de Garcigrande, no sé por qué se onnubiló tardando demasiado tiempo en descubrir las bondades del animal que fue de triunfo grande. Un toro de posible consagración. En fin, que tiempo habrá de remediar el fiasco cuando, seguro, comparezca en la próxima Feria de Abril.
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