martes, 12 de septiembre de 2017

2ª de feria en Murcia. Ponce, El Emperador, retoma su cetro / por J.A. del Moral


Lo retomó, en efecto, cortando las dos orejas y el rabo de un bravo cuarto toro al que se premió con la vuelta al ruedo tras padecer el fiasco ganadero de Dax y lo hizo pegando un fortísimo golpe en la mesa del toreo que desató pasiones en los tendidos y espantó a sus compañeros de terna. Tras el faenón de Ponce en la muy bien presentada aunque desigual corrida de Luis Algarra, el festejo se acabó. Es lo que suele suceder siempre que se da este caso. Quienes le siguieron en sus segundos turnos, El Juli y Cayetano, dieron la impresión de no saber qué hacer con sus respectivos y deslucidos oponentes, quinto y sexto del envío, ni el público les hizo el menor de los casos. En la primera parte de la corrida y antes de la tradicional merienda, El Juli y Cayetano tuvieron oportunidad de triunfar cortando una oreja de cada uno de sus toros – el de Cayetano fue aún mejor que el del gran triunfo del valenciano – mientras la presidencia se negó a conceder a Ponce una tibiamente demandada oreja. Algo frecuente con los toros de apertura y con el público todavía frío. Casi nadie se dio cuenta de que este animal embistió de principio a fin con la cara alta y sin humillar una sola vez. La faena de Ponce había sido un recital de toreo a media altura, pinchando antes de agarrar una estocada efectiva.




Ponce, El Emperador, retoma su cetro

J.A. del Moral  Murcia -12/09/2017
Plaza de la Condomina. Lunes 11 de septiembre de 2017. Segunda de feria. Tarde calurosa con rachitas de viento y más de tres cuartos de entrada.

Seis toros de Luis Algarra, muy bien presentados aunque de juego desigual. Noble, sin fuerza y soso el primero. También noble el segundo que apenas humilló aunque mejoró al final de la faena. Excelente por todo el tercero. Bravo y noble el cuarto que fue premiado con vuelta al ruedo. Tardón y manejable aunque punteando al final de sus viajes el quinto. Y sin clase alguna el deslucido sexto. 

Enrique Ponce (marfil y oro): Pinchazo y estocada caída trasera, ovación. Gran estocada, dos orejas y rabo. Salió a hombros. 
El Juli (chocolate y oro): Estocada trasera, oreja. Pinchazo, otro hondo y tres descabellos, ovación.
Cayetano (prusia y azabache): Estocada muy tendida, oreja. Metisaca, cuatro pinchazos y estocada, silencio.
Bien a caballo los picadores José Palomares y Manuel Quinta Jr. En banderillas saludó Iván García.



Torear a media altura no es fácil. No todos los toreros saben hacerlo. Y con toros como el primero de ayer, aún menos. Que yo haya conocido, los mejores en esta faceta fueron Antonio Ordóñez, El Viti, José María Manzanares padre… y, actualmente, Enrique Ponce. Y no es fácil por lo mucho que es expone realizándolo porque el toro siempre ve al torero mientras así torea.




Hay toros que con el temple, terminan humillando. Pero también los hay, como el primero de ayer que le cupo en suerte o en desgracia a Ponce, que embisten a media altura de principio a fin. Y si a esto añadimos que el que así lo hizo fue el toro que abrió plaza, lo habitual es que el público se comporte con frialdad. Matar el primer toro por eso no es grato y por eso siempre que se puede, los toreros piden ir de segundo que es el mejor puesto en cualquier corrida. En en segundo toro, la gente ya se ha calentado y en quinto, aunque sea malísimo, nadie se va de la plaza porque queda el sexto por ver.

A Enrique Ponce le vimos ayer muy dispuesto desde los principios de la corrida. Ya con el capote se marcó dos verónicas lentísimas y en el quite por chicuelinas, las bordó literalmente. Este toro, además, careció de fuerza aunque fue noble pero sin clase. La faena transcurrió sobre la mano derecha principalmente. Con la izquierda, Ponce anduvo breve aunque el trasteo finalizó por naturales aislados. No fue el izquierdo el mejor pitón del toro. Por eso se explayó por redondos muy templados que ligó a estupendos de pecho y a cambios de mano. Todo con despaciosidad y con la proverbial naturalidad y elegancia que le son inherentes. El toro llegó a la muerte más descolgado de la cuenta y por eso pinchó antes de agarrar una estocada trasera casi entera y efectiva. La petición de oreja no fue mayoritaria y la presidencia no accedió a concederla. Las que siguieron con El Juli y, sobre todo, con Cayetano fueron nutridas y el palco no halló inconvenientes para conceder el trofeo. Sin embargo, en cuanto a calidad se refiere, ninguna de las primeras faenas de ambos diestros, tuvo calidad.

La de El Juli con el segundo que fue manejable con poca fuerza y con embestidas altas casi siempre, resultó irregularmente templada. Julián había recibido al animal muy breve aunque despacioso con el capote. El toro perdió las manos en su quite por chicuelinas. Y en la bastante larga faena solamente se atemperó al final. Sorprendió con una serie larga de pases de pecho encadenados que enardecieron al personal y, sobre todo, con los redondos finales y algunos naturales, el último muy redondeado, antes e agarrar una estocada al salto casi entera y trasera.

Cayetano saludó al tercer toro con una larga de rodillas en el tercio junto a tablas y veroniqueó a pies juntos bien, rematando la tanda con media de rodillas hasta quitar con brillantez por tafalleras. Este cuarto fue uno de los dos mejores de la corrida. De haber sido toreado a modo, quizá y sin quizá el mejor. Aún mejor que el cuarto que fue premiado con vuelta al ruedo gracias al faenón de Ponce. Toro lío grande, pues. Cayetano empezó de rodillas con actitud desafiante en un aquí estoy yo de principiante buscando oportunidades. Acelerado en las primeras rondas con la derecha y aislado al natural cuando el animal se fue apagando. Por quedar con la ventana abierta tras dar un natural, el toro hizo por Cayetano al borde de resultar cogido y quien sabe si herido. Me recordó al Cayetano de sus primeras temporadas. Al Cayetano gorilón que tantas veces estuvo al borde del precipicio en las campañas de sus principio. El toro se enteró y se orientó cambiando a peor su natural buena condición. El riesgo, por evidente, emocionó a los espectadores. Como también una serie de molinetes encadenados hasta matar de estocada muy tendida de la que el animal tardó mucho en doblar. No tardó el presidente en darle la oreja que solicitaron los espectadores sin mayoría. Bueno, vale, pero se le había escapado un gran toro. No anduvo a su altura. Las cosas como fueron…


Y salió el cuarto. Un toro inequívocamente bravo en el caballo – Quinta Jr le pegó un fuerte puyazo sin que el toro se doliera y sin que muchos creyéramos como la mayoría que el castigo había sido excesivo. Ponce le había tratado con brevedad tanto en el recibo por verónicas aisladas como en el quite. Una y media superior. Brindó la faena al público y la inició por bajo con la derecha execelentemente bien. Doblones de lujo rodilla en tierra y tres tandas consecutivas e intensas por redondos ligadas a magníficos de pecho que pusieron los tendidos al rojo vivo. Por naturales el toro fue largo aunque no tan humillado que con la derecha. Y de ahí en adelante, la plaza estalló de gozo sin que dejaran de disfrutar a tope con todo lo que Ponce añadió como gloria bendita. Muy descarado al citar para los naturales. Maravillosos los que citó a la manera de Conde. Tocando con el pico de la muleta redoblado sobre si mismo, lo que interpretó a la perfección.





Molinetes de Rodillas. Y tres poncinas tres cosidas una a otra y un festín a izquierdas que ligó con precioso farol y a dos de pecho sensacionales. La gente empezó a pedir el indulto del toro sin que lo mereciera porque para entonces se había apagado. El abaniqueo poncista se contempló con todo el cónclave en pie hasta que Enrique mató de una grandísima estocada en todo lo alto resistiéndose a morir el animal. Bella estampa la agonía del toro con Ponce delante y a la espera de su muerte. Loco el gentío. Loca la plaza entera. Como locos todos en unión con la bendita locura del torero. La petición de los máximos trofeos fue clamorosa, el presidente no se demoró en sacar los tres pañuelos casi a la vez. También el azul para que le dieran la vuelta a ruedo al estupendo animal. Al pasar las mulillas por delante de Ponce, este se inclinó para darle una palmada de reconocimiento. La vuelta del gran maestro fue indescriptible. Un no va más. Un saberlo todo y una agradecimiento imperial. Era el Emperador del toreo en persona mortal quien allí también gozaba con su propia obra. Otra cumbre más y van… Qué temporadón estás consiguiendo, Enrique. Ya has roto hasta tu propia e inalcanzable obra que crece y crece sin descanso.


!!Viva el Emperador del toreo más grande que vieron los siglos¡¡

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