sábado, 2 de septiembre de 2017

La singular despedida de Morante / por Juan Miguel Núñez



¡Vamos, anda...!, como diría un castizo. ¿Morante maltratado, ninguneado o perseguido?

Morante ha sido un mimado del sistema. Un torero consentido, como se les llama en México a los que se les permite o tolera todo. Todo, todo. Pues absolutamente todo se le ha consentido a Morante desde su primera Puerta del Príncipe en la Maestranza de Sevilla, en 1.999.


La singular despedida de Morante

Juan Miguel Núñez
Periodista
Seguro que Morante no ha dicho adiós . Morante habrá querido decir hasta luego. Y no creo que haga falta explicar las razones de esta consideración.

Porque no es la primera vez que Morante se va del toreo de manera intemporal.

Se toma el hombre su descanso, como otras veces, y dice que está aburrido, o que ha perdido la ilusión para vestirse de torero.

Porque Morante, torero que encandila con su estilo y carácter, sello y personalidad, con su enigma también, ¿porqué no decirlo? en sus faenas y formas toreras, cargadas de duende y misterio, con todo eso que acarrea o lleva aparejada su figura de artista, sin embargo, por encima de todo Morante es persona. Un ser humano, sí, de carne y hueso, y en consecuencia, con sus debilidades.

Y aquí es donde donde creo yo que nos falla Morante. Nos falla a la afición y al público en general. ¿Porque, de dónde se saca ese maltrato que recibe como torero, echándole la culpa de sus últimos y continuados fracasos a los veterinarios y a los presidentes? 

¡Vamos, anda...!, como diría un castizo. ¿Morante maltratado, ninguneado o perseguido?

Morante ha sido un mimado del sistema. Un torero consentido, como se les llama en México a los que se les permite o tolera todo. Todo, todo. Pues absolutamente todo se le ha consentido a Morante desde su primera Puerta del Príncipe en la Maestranza de Sevilla, en 1.999.

Aquel triunfo, como los que vinieron después, aunque no hayan sido tantos, sin embargo, han tenido siempre carácter de acontecimiento; y en verdad como tal habría que considerarlos, dada la calidad que ha mostrado el torero de la Puebla en sus tardes de gloria. 

Pero ¿qué ha ocurrido como consecuencia de cantarle tanto y tanto? Pues que, además de creérselo, y a lo mejor ha hecho bien para hacer crecer su autoestima en este sentido, sin embargo, se ha pasado y sobrepasado en las exigencias que casi siempre conlleva el sello de figura.

A propósito, conviene recordar que, al año de tomar la alternativa -unos meses antes de aquella primera Puerta del Príncipe-, Morante estoqueaba toros de todas las ganaderías, sin reparar en encastes ni tamaños. Ni siquiera le preocupaba las puntas. (Creo que está bien explicado).

Pues bien, se anunció con una corrida de Cebada Gago en Nimes, de cuya feria de la Vendímia salió triunfador al cortar tres orejas a estos toros. Un Triunfo grande de Morante con "los cebadagagos", que le sirvió para contratarse con la misma ganadería al año siguiente en la misma plaza, en la feria de Pentecostés.

¿Pero saben qué pasó? Que Morante cambió su rumbo. Con los carteles públicos y en la calle, se quitó de la de Cebada. Y Simón Casas -una vez más, el francés Casas- miró para otro lado y fue el primer empresario que se lo consintió. 

Ya no mató Morante ésa, ni ninguna más de Cebada, ni por supuesto de Cuadri, ni Miura, ni Samuel, ni Escolar, ni de tantas divisas tan necesarias para que la pasión por el arte sea también emoción por la destreza, el dominio y el valor del hombre en definitiva.

Los encastes almibarados desde entonces es lo que le ha encajado a Morante a lo largo de su carrera. Nobleza, clase y toreabilidad (qué término más feo éste de la toreabilidad), son los eufemismos que en muchas ocasiones esconden en el toro sus defectos por la falta de raza y de fuerzas. 

¿A qué viene ahora el lloro de Morante?

Lo ha tenido todo a favor. Y no ha matado toros tan grandes como dice. 

Que sepa -lo tiene que saber- que en la Fiesta de los Toros todos son necesarios -él también-, pero el único imprescindible es el animal, EL TORO (con mayúscula).

Tristemente, de lo último que se puede contar de él, unos días antes de decir adiós o hasta luego, en San Sebastián (plaza de primera) mató una indecorosa corrida de Zalduendo; estaba previsto que en Bilbao se las viera con una de Jandilla, a la que no llegó tras anunciar esta retirada (y ya se sabe que Jandilla no es precisamente "el tío picardías"); y la del adiós por sorpresa, la última por el momento, de Núñez del Cuvillo, corrida que, por ser en mano a mano, le permitió -yo creo que de forma antirreglamentaria- elegir y llevar bajo el brazo sus tres toros, o toritos, sin necesidad de sortear.

¿Qué más quiere Morante? 

Parece que sus relaciones con la FIT (los que le apoderaban) no estaban en buen momento. Aunque la prensa no cuenta nada al respecto. Llevamos dos semanas en las que todo son alabanzas al torero al que más se le ha consentido, y bien que lo ha aprovechado.

¡Pero paren ya el incienso a Morante!

¿Que ha sido un torero singular y de mucho arte? Sí. Pero un torero que llevaba mucho tiempo toreando como si estuviese retirado, y esto no se debe consentir.

A mí realmente, me ha preocupado siempre la retirada de los aficionados por el desencanto a causa del toro capitidisminuido. Pues son ellos, los aficionados y no los toreros de la milonga, los que verdaderamente sostienen el espectáculo.

Consideración con los toreros. Claro que sí. Como también hay que tenerla con los ganaderos y hasta con los empresarios. Pero con los puros y honestos. Con los que de verdad demuestran que tienen un verdadero compromiso con "la Fiesta".

A ver si cuando Morante anuncie de nuevo su vuelta a la actividad, viene con otro talante. Y todos lo celebraremos.

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