La tradicional feria de Albacete, con más de tres siglos de historia, tiene en su parte taurina uno de sus más atractivos componentes. Un serial que de un tiempo a esta parte ha logrado consolidarse no sólo como el más importante del muy completo mes de septiembre sino como uno de los señalados como grandes en el calendario taurino.
Las claves de un éxito
La tradicional feria de Albacete, con más de tres siglos de historia, tiene en su parte taurina uno de sus más atractivos componentes. Un serial que de un tiempo a esta parte ha logrado consolidarse no sólo como el más importante del muy completo mes de septiembre sino como uno de los señalados como grandes en el calendario taurino.
Al margen de su extensión, diez días -lo que le convierte, en proporción al número de habitantes, en el más largo de la temporada-, varios son los factores que han contribuido a que esta feria sea tenida como una de las de mayor rango.
Para empezar hay que señalar que es de las pocas en las que las figuras repiten actuación. En una época en la que los principales diestros del escalafón son reacios a doblar en una misma plaza o feria, en Albacete lo han hecho El Juli, Talavante, Perera, Roca Rey y Diego Ventura, además de Rubén Pinar, el diestro ya preferido por la afición local y que ha sido el gran triunfador del abono. Pero es que además estaban anunciados Manzanares, Morante -ambos finalmente ausentes por distintos motivos-, Antonio Ferrera, El Fandi, y Cayetano y prácticamente la nueva hornada al completo: Ginés Marín -que también repitió-, Álvaro Lorenzo, López Simón, José Garrido y Juan del Álamo, uno de los triunfadores del último San Isidro. Nombres que han hecho posibles unas combinaciones muy del gusto de aficionados y público.
Por otra parte no se puede negar que el toro es elemento esencial en esta plaza y así ha sido también este año. Es el de Albacete un toro muy por encima del nivel exigido para una plaza de segunda y si ya de por sí las ganaderías anunciadas son de las de mayor garantía – Garcigrande, Domingo Hernández, Daniel Ruiz, La Quinta, Torrestrella, Santiago Domecq, Alcurrucén…- los productos que aquí lidian no sólo han destacado por su presencia sino también por su juego, aunque sea este elemento que no pueda determinarse con antelación. Hierros de prestigio y de los que gustan a ese sector de público que pide toro fuerte.
Al final, esa conjunción de toros y toreros ha dado sus frutos: se cortaron treinta y una orejas y un rabo, la puerta grande se abrió para nueve diestros y siete veces en diez días, habiendo sido indultado un toro y premiados otros dos con la vuelta al ruedo en el arrastre. Feria, pues, triunfal y de éxito.
Otro factor a tener en cuenta es la asistencia de público: cuatro llenos y seis días con más de media entrada, algunos con más de tres cuartos largos. Algo que habla bien a las claras no sólo del interés por los carteles sino del trabajo llevado a cabo por la empresa, que no se limita a contratar a determinados toreros y a comprar toros, barajando luego unas combinaciones más o menos atractivas y a unos precios más que ajustados -se puede ir a todos los festejos por un total de menos de cincuenta euros…-. No. A lo largo de todo el año se está al lado del abonado, del aficionado, escuchando sus sugerencias, atendiendo a sus gustos y haciendo hincapié en la fiesta y una publicidad que entra por los ojos y que, además, no se limita a las vísperas de la feria. Es un ejemplo de que, con precios contenidos, no sólo ahora y este año, esta es una feria comparativamente mucho más barata que ninguna otra, con precios razonables y ajustados para cualquier bolsillo. Y todo ello sin rebajar la calidad del espectáculo.
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