lunes, 2 de octubre de 2017

¡A los toros! / por Ignacio Ruiz Quintano



Primero de Octubre
Adolfos en Madrid
Final de la Feria de Otoño


Llegados a este punto, la clave está en la primera película de “El Padrino”:
–Aquél que pronuncie la palabra “diálogo”, ése es el traidor.


¡A los toros!

Abc
Tarde de “adolfos” en Madrid, y, con la metáfora de Piqué, el “espíritu del fútbol español” votando por la sedición en Barcelona, marcho a los toros por si a la Historia, según la “boutade” de Marx, le da por repetirse como farsa, y al salir de la plaza nos encontramos en Madrid con que se ha perdido Cataluña como los del 98 se encontraron con que se había perdido Cuba, un disgusto nacional que al ciclotímico Unamuno le pareció una exageración “para hacernos los interesantes”.

Si el filósofo del 98 fue Ortega, cuya frivolidad invertebrada copiada (mal) de Renan tanto daño haría al problema catalán (ya saben la teoría: la culpa de aquello es de los hijos de España que ya no tenemos nada bueno que ofrecer a Cataluña), y el puesto de filósofo del 17, si lo peor sucediera, se lo juegan Cebrián y Suso de Toro, quienes, como el resto de los españoles, sin distinción de clase o condición, son víctimas de una ignorancia política que anonada.

La inicua ley de memoria histórica es la serpiente en el jardín de la realidad: esa ley, en virtud de la cual por el mar corren las liebres y por el monte las sardinas, institucionaliza el delirio de un personaje de Galdós llamado primero Santiuste y luego Confusio, que escribía, de loco a loco, una historia lógico-natural de España como la que vemos/oímos hoy en los medios destinada a la lobotomización de la sociedad.

Sin voluntad y sin talento en la dirección de la Nación, el desastre de Barcelona sólo tiene dos salidas: a medio plazo, la balcanización de España, sueño del enemigo secular (no el enemigo que uno escoge, sino el enemigo que lo escoge a uno), y a corto plazo, la consagración de un país de castas, con españoles de primera, cada día más ricos, y españoles de segunda… y hasta de quinta, cada día más pobres (a los que, para disimular, no se les llama “pobres”, sino “vagos”).

¡Un país de Morlocks por encima de la ley y de Eloi por debajo de la ley, mas con el visto bueno del constitucionalismo de gin-tonic con bayas de enebro!

Lo decía no hace mucho, sin darse cuenta, pero escandalosamente, el jefe de los vascos: “El Estado del ‘café para todos’ ha fracasado”, y proponía para los españoles ricos un arreglo “como el de Escocia”. Hablamos de un personaje que “cursó estudios de Magisterio”, con lo cual tampoco se le puede exigir que sepa establecer la diferencia que existe entre divorciarte libremente de tu cónyuge (al que libremente te uniste), como sería el caso de Escocia, y amputarte las piernas con que naciste, como sería el caso de Cataluña y País Vasco.

Al final (otra cosa será que lo veamos), la Constitución material de España prevalecerá sobre la Constitución escrita, y lo que realmente corre peligro es el régimen del Consenso, dos de cuyas patas son los separatismos vasco y catalán, hoy en pleno órdago a sus socios (socialdemócratas de todas las familias) para arrancar mayores cuotas de poder estatal. De ahí la estupefacción (¡pero con ella, la inacción!) de los otros socios de mus, más los elogios a “la frialdad” de Rajoy, quien ni siquiera asoma la lengua para que nadie lo confunda con la seña de los dos pitos.

Llegados a este punto, la clave está en la primera película de “El Padrino”:

–Aquél que pronuncie la palabra “diálogo”, ése es el traidor.

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