He dicho ‘basta’ a tantos años de mentiras y trampas. He dicho ‘basta’ a que el hijo de una extremeña o el nieto de un cordobés se sacudan sus muchos complejos insultándonos y sintiéndose superiores al resto de los españoles. He dicho ‘basta’ a que los políticos catalanes puedan canjear su adhesión a su patria por una partida presupuestaria o una mejor financiación autonómica. He dicho ‘basta’ al pliego de mentiras y manipulaciones costeadas por los gobiernos catalanes. He dicho ‘basta’ a que la burguesía catalana siga robando y expoliando a los españoles.
DELENDA EST CATALUÑA
Admito el error de habernos ocupado excesivamente de algunos enemigos de fuera sin ocuparnos de los de la Nación española, que los teníamos dentro. Bueno, siendo justos, AD sí se ha ocupado de ellos, pero en menor proporción de lo que la gravedad del momento que hoy vivimos nos exigía. Tanto rizar el rizo con los musulmanes cuando el peligro compartía nuestro mismo ADN, contra lo que el ‘gorila’ Junqueras piensa. De entrada, los principios de los catalanes son tan cambiantes que nos ha costado años detectar, en toda su amplitud, su naturaleza engañosa y larvada. Y eso incluye también a los falsamente llamados catalanes no separatistas. Sociedad Civil Catalana es un ejemplo. Se niegan a atender a este medio mientras conceden patéticas entrevistas a los voceros más recalcitrantes del separatismo. La naturaleza falsa, engañosa y larvada de esta gente no entiende de lealtades ni de principios.
La traición de Cataluña ha alterado tanto mis prioridades que admito sin rubor una cierta delectación al comprobar cómo cada vez más municipios catalanes van mudando su demografía a la par que crece el número de habitantes que rezan mirando a la Meca. Y es que yo también he dicho ‘basta’. He dicho ‘basta’ a tantos años de mentiras y trampas.
He dicho ‘basta’ a que el hijo de una extremeña o el nieto de un cordobés se sacudan sus muchos complejos insultándonos y sintiéndose superiores al resto de los españoles.
He dicho ‘basta’ a que los políticos catalanes puedan canjear su adhesión a su patria por una partida presupuestaria o una mejor financiación autonómica. He dicho ‘basta’ al pliego de mentiras y manipulaciones costeadas por los gobiernos catalanes.
He dicho ‘basta’ a que la burguesía catalana siga robando y expoliando a los españoles. He dicho ‘basta’ a las reglas de juego imperantes en el terreno económico, desde los aranceles de Cambó hasta hoy, que nos han asignado el papel de meros consumidores de lo que ellos produzcan.
He dicho ‘basta’ a la depradación de millones de euros del presupuesto público para la ensoñación separatista, con centenares de entidades soberanistas, embajadas y medios de comunicación viviendo del dinero público. He dicho ‘basta’ al falso victimismo de los más privilegiados por todos los gobiernos españoles. He dicho ‘basta’ al latrocinio institucionalizado en Cataluña desde los años 80.
He dicho ‘basta’ a que el hijo de una extremeña o el nieto de un cordobés se sacudan sus muchos complejos insultándonos y sintiéndose superiores al resto de los españoles.
He dicho ‘basta’ a que los políticos catalanes puedan canjear su adhesión a su patria por una partida presupuestaria o una mejor financiación autonómica. He dicho ‘basta’ al pliego de mentiras y manipulaciones costeadas por los gobiernos catalanes.
He dicho ‘basta’ a que la burguesía catalana siga robando y expoliando a los españoles. He dicho ‘basta’ a las reglas de juego imperantes en el terreno económico, desde los aranceles de Cambó hasta hoy, que nos han asignado el papel de meros consumidores de lo que ellos produzcan.
He dicho ‘basta’ a la depradación de millones de euros del presupuesto público para la ensoñación separatista, con centenares de entidades soberanistas, embajadas y medios de comunicación viviendo del dinero público. He dicho ‘basta’ al falso victimismo de los más privilegiados por todos los gobiernos españoles. He dicho ‘basta’ al latrocinio institucionalizado en Cataluña desde los años 80.
El problema catalán no se resuelve con la aplicación de un artículo de la Constitución, ni con la tramposa convocatoria de elecciones autonómicas por parte de Puigdemont. El problema catalán es el propio pueblo catalán, cuyos odios y prejuicios han sido alimentados con el dinero de todos. Hemos mirado para otro lado mientras ellos escalaban hacia la cima prohibida. Lograr que desascalen hoy no es cuestión de plazos tan exiguos como los contemplados en el 155, ni mucho menos acceder a la última trampa de Puigdemont, con el fin de blindarse penalmente, aplazando el problema unos meses.
Detener el desafío secesionista requerirá de medidas quirurgicas que deben tener como ejes el fin del adoctrinamiento en los colegios, el cierre de los medios de comunicación de titularidad pública, la disolución de los Mossos e implementar medidas para que las ventajas económicas de las que ha disfrutado Cataluña deje de ser la principal fuerza motora de su desleal relación con el resto de España. Y eso nos exige boicotear sus productos y contribuir a cualquier medida que convierta Cataluña en un erial económico. Eso nos permitirá reescribir unas reglas de juego que pongan fin a las condiciones ventajosas de unos a costa de ejercer el colonialismo económico sobre el resto. Sé que escribir estas cosas no generan demasiadas adhesiones, pero alguien tiene que decirlo. Tener la osadía de desvelar los arcanos de la ‘seva’ tiene un precio a pagar. Mostrar por escrito la tupida red de intereses, que mezcla sin pudor negocios, política y canonjías, no es plato de buen gusto.
Detener el desafío secesionista requerirá de medidas quirurgicas que deben tener como ejes el fin del adoctrinamiento en los colegios, el cierre de los medios de comunicación de titularidad pública, la disolución de los Mossos e implementar medidas para que las ventajas económicas de las que ha disfrutado Cataluña deje de ser la principal fuerza motora de su desleal relación con el resto de España. Y eso nos exige boicotear sus productos y contribuir a cualquier medida que convierta Cataluña en un erial económico. Eso nos permitirá reescribir unas reglas de juego que pongan fin a las condiciones ventajosas de unos a costa de ejercer el colonialismo económico sobre el resto. Sé que escribir estas cosas no generan demasiadas adhesiones, pero alguien tiene que decirlo. Tener la osadía de desvelar los arcanos de la ‘seva’ tiene un precio a pagar. Mostrar por escrito la tupida red de intereses, que mezcla sin pudor negocios, política y canonjías, no es plato de buen gusto.
Reitero por consiguiente que los boicots son instrumentos de presión social perfectamente legítimos y muy preferibles a las regulaciones e intervenciones coactivas de los Estados. A la postre, no olvidemos que los consumidores somos soberanos en el mercado y que, por consiguiente, somos nosotros quienes decidimos qué comprar y qué no comprar. Nunca esta elección había tenido tanta carga de cara a desenmarañar la madeja del problema. Si carecen de los recursos para seguir manteniendo una economía clientelar, sus políticas asistenciales con colectivos como el musulmán también se habrán acabado. De la suerte que corran los desleales catalanes si estalla la burbuja islámica, nada me importa.
No us perdonaré mai.
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