jueves, 12 de octubre de 2017

Zaragoza. Grave cornada a Cayetano en la Feria del Pilar y corta dos orejas; Ponce logra un trofeo y el mejor toreo.



La víspera del Día de la Raza, Cayetano ha sacado a relucir su raza torera; Ponce, su indiscutible magisterio. Han sonado varias veces gritos de «¡Viva España!» Ponce ha dado la vuelta con una bandera rojigualda: no es de extrañar, en la tierra de Goya Agustina de Aragón. Los independentistas catalanes han conseguido que el patriotismo español se manifieste con más vigor.



Grave cornada a Cayetano en la Feria del Pilar

Sufre una extensa herida de tres trayectorias en el muslo izquierdo y corta dos orejas; Ponce logra un trofeo y el mejor toreo

ANDRÉS AMORÓS
ABC / Zaragoza 11.12.2017
En la última corrida de su temporada, en la que ha afrontado con bien serios compromisos, Cayetano sufre una cornada de pronóstico grave [parte médico], que no afecta a grandes vasos, y corta las orejas; Ponce, en una actuación muy completa, una. Ginés Marín, sustituto del herido Colombo –que no ha podido tomar la anunciada alternativa–, se estrella con su lote, en una corrida floja y deslucida de los dos hierros de Juan Pedro Domecq.

El segundo, de Parladé, «Manzanito», de 593 kilos, se mueve mucho pero no humilla. Con facilidad, Cayetano liga muletazos vistosos pero es cogido de lleno. Todavía logra la estocada, antes de ser llevado a la enfermería, en un ambiente de gran emoción.

Se lesiona el tercero, en banderillas: se corre turno. Apenas pica al toro el padre del diestro. Saluda Fini. Brinda Ginés al herido Colombo: dibuja muletazos estéticos y «traga», cuando el toro se para, muy pronto. El sobrero quinto, muy soso, se derrumba varias veces, impide cualquier lucimiento. No ha tenido opciones. Volverá el sábado.
Brillantísima temporada

Cierra Ponce su brillantísima temporada con una gran tarde. El primero es noble pero tiene tan poca fuerza y fondo como las frases de Puigdemont; como ellas, se derrumba, enseguida. De poco sirve la elegante maestría de Ponce ante un animal que tiene tan poco recorrido como la propuesta de independencia. Flaquea y huye el cuarto, protestado. Ponce le saca lo que nadie esperaba: magistrales cambios de mano, naturales lentísimos, citando con el envés de la muleta (los quiere llamar «chivanas», por Chiva,su pueblo) y tres poncinas valerosas, por lo incierto de la res. Tarda el toro en caer y el premio a la gran faena se queda en una oreja. En el último, entrepelado, saluda Iván García. Brinda Ponce a su cuadrilla, incluido Manuel Quinta, ya retirado. El toro se acaba pronto y Enrique se mete entre los pitones: la espada tropieza en una banderilla y el premio se queda en una vuelta al ruedo.

La víspera del Día de la Raza, Cayetano ha sacado a relucir su raza torera; Ponce, su indiscutible magisterio. Han sonado varias veces gritos de «¡Viva España!» Ponce ha dado la vuelta con una bandera rojigualda: no es de extrañar, en la tierra de Goya y Agustina de Aragón. Los independentistas catalanes han conseguido que el patriotismo español se manifieste con más vigor.

Posdata. 
La jota está viva, se renueva, cada día. He escuchado, ahora, una nueva jota: «Ni Puigdemont ni Junqueras / acabarán con España: / Zaragoza es española, / seguiremos dando caña». 

Luego, otra jota: «Aunque firmen y aunque dizan, / que dizan pero no hazan: / Zaragoza es española, /en eso no nos engañan». 

Y una tercera: «España no es Eslovenia, / Zaragoza no es Liubiana, / soy español y taurino / porque a mí me da la gana». 

Escuchándolas, recuerdo yo una zarzuela: «Los de Aragón / no saben transigir». Ni los demás españoles, espero

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