martes, 7 de noviembre de 2017

En la muerte de Armillita / por Juan Miguel Núñez


Un toreo que fue algo divino en la tierra y ya alcanzó su meta, ahora en el Cielo ¡¡¡Menuda la bienvenida que le estarán dando los toreros allá arriba!!!


Juan Miguel Núñez
Madrid, 7 de Noviembre de 2017.
Vaya golpe, querido Edmundo. Pero ahora es cuando Dios va a disfrutar del toreo bueno. A Miguel le debemos mucho, fundamentalmente que él fue quien inspiró nuestra amistad, desde el primer momento tan profunda y sincera. Tan verdadera y hermosa amistad, que ya es más, mucho más, al hacernos hermanos para siempre.

En estos momentos tristes para nosotros por su adiós, sin embargo, nos queda el consuelo de que ha pasado a mejor vida, la eternidad junto al Padre. Por eso, en su gratísimo recuerdo, rezamos por él pidiéndole al Señor que nos escuche y nos bendiga atendiendo nuestro ruego de poner a Miguel a su lado.

Un toreo que fue algo divino en la tierra y ya alcanzó su meta, ahora en el Cielo ¡¡¡Menuda la bienvenida que le estarán dando los toreros allá arriba!!!

Y en este dolor compartido entra también la memoria de José Manuel, el primo y apoderado, el que mejor lo entendió y supo proyectarlo profesionalmente a la cima de figura indiscutible, porque disfrutó también de su toreo como nadie y porque ambos se amaron igualmente como hermanos. 

Ellos, los Armillitas, son por ahora el último y principal eslabón de la entrañable relación entre españoles y mexicanos que compartimos afición por lo taurino.

Se nos ha ido Miguel, pero su ejemplo de torería se queda entre nosotros para siempre. 

D.E.P.

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