viernes, 10 de noviembre de 2017

Traidores / por Ignacio Ruiz Quintano


Antonio de Leiva

Nuestro 78 fue muy Mirabeau: todos se apuntaron a la socialdemocracia rampante traicionando, unos, sus “principios”, y los demás, sus “finales”: nada “de dónde venimos” ni nada “de adónde (íbamos) vamos”. Su lema: “Tonto el último”.


Abc
Más que el malvado, como lo llama el “Libro del Predicador”, es el traidor quien florece como el verde laurel.

¿Perdonar a Judas? –dice el padre Andréi en una novela de Yuri Dombrovski–. ¿Por qué no? ¿Quién era? Un hombre que había sobrevalorado terriblemente sus fuerzas. Tres cuartos de los traidores son mártires fracasados.

En España, desde hace medio siglo, en feliz coincidencia (para el caso) con la ola de posmodernidad sesentayochista, la traición es una virtud social.

Cuenta la Historia que, al iniciarse la batalla de las Navas de Tolosa, don Diego López de Haro, al mando de la vanguardia cristiana, como su hijo le gritara: “¡Pues que vos dio el rey la delantera que en guisa fagades que non me llamen hijo de traydor!”, volviose a él “muy sañudo” y dijo:

–¡Llamar vos han fijo de puta mas no fijo de traydor!

Y cuando la situación de la frontera fue grave, para poblar el castillo de Oreja, en Toledo, Alfonso VII ofreció libertad a todos los criminales de su reino, con la única excepción de… los traidores.

Ahora que Florito guía a los bueyes del tabarrón catalán hacia el Supremo (“¡En la piedad está la traición!”, berreó Robespierre a la Convención apenas cinco meses antes de que no la tuvieran con él), volvemos a Dombrovski: las épocas de grandes cambios históricos incitan a traicionar.

–La mitad de la historia está hecha de traiciones parecidas. Mire los ejemplos de Mirabeau y Danton. Resultaron ser traidores. ¡Y la revolución fue obra suya!

Nuestro 78 fue muy Mirabeau: todos se apuntaron a la socialdemocracia rampante traicionando, unos, sus “principios”, y los demás, sus “finales”: nada “de dónde venimos” ni nada “de adónde (íbamos) vamos”. Su lema: “Tonto el último”.

En sus consideraciones políticas sobre los golpes de Estado, Naudé ve bárbaro el tratamiento romano de la sedición, y prefiere el pasteleo español, aunque Antonio de Leiva hiciera dar un caldo envenenado a su coronel de lansquenetes en Pavía. Por sedicioso. Que es decir traidor.

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