viernes, 3 de noviembre de 2017

VUELVE MORANTE / por BENJAMÍN BENTURA REMACHA



LA ÚLTIMA FERIA
VUELVE MORANTE

BENJAMÍN BENTURA REMACHA
Zaragoza, 3 de Noviembre de 2017
La última Feria y la última letra del abecedario: Zaragoza. Pero tenemos una larga historia. Somos, con Pamplona, las dos ciudades en las que se conserva la advocación festiva, San Fermín y la Virgen del Pilar, y la celebración taurina. Fiesta y toros. Fiesta española. En unos días en los que la bandera de España luce en los balcones y ventanas de muchos edificios de la Patria, bueno será, sin coger el rábano por las hojas, afirmar que los enemigos de esa España nuestra quieren acabar con su Fiesta porque nos representa física y metafóricamente. El toro de la carretera. Domingo, 8 de octubre de 2017, a los pies de la estatua de Agustina de Aragón, nacida en Cataluña y fallecida en Ceuta, el grupo de anti-taurinos de todos los años nos insultaba a los que accedíamos al coso de Pignatelli. Nos llamaban asesinos con el puño izquierdo en alto. Los hijos de Stalín, ejemplo de demócrata dialogador. Lo dijo Salvador Dalí en el Ateneo madrileño: “Picasso es comunista. Yo tampoco”. A los pies de la estatua de Agustina Raimunda María Zaragoza Domenech, que de Aragón tenía solo el apellido, el de Zaragoza, puesto que nació en Reus, 1786, y murió en Ceuta, 1857. Reus está cerca Salou, playa aragonesa por asistencia, y en Reus nacieron Mariano Fortuny, pintor de batallas marroquíes, patios andaluces y plazas de toros, y Ceferino Olivé i Cabré, el mejor acuarelista, a mi modo de ver. Sus trenes entrando en la estación de Reus me recuerdan al tren que llevó a Madrid al padre de Manolo Caracol, mozo de espadas de Joselito, y a su cuadrilla y, ya en la estación de Delicias, al pasar junto a la locomotora, esta lanzó una nube de humo blanco con un ruido de explosión: “Esos cataplines pa Despeñaperros”. En fin, junto a la iglesia de El Portillo, junto al monumento de Agustina de Aragón, todos los años se reúnen un centenar de individuos que nos insultan y nos prometen que nos cerraran las puertas del coso de don Ramón de Pignatelli. Paciencia. Y a Zaragoza vienen todos los años unos cuantos catalanes, cómo nosotros íbamos antes a Biarritz o Hendaya a ver la película de Marlón Brando o a comprar los libros del “Ruedo Ibérico”.

Me ha sorprendido gratamente la noticia de que Manuel Lozano, el mayor de los hermanos de la saga de la Alameda toledana, verso suelto en su canto torero, anuncie que va a apoderar el año que viene a Morante de la Puebla. El mayor de los Lozano Martín, descendientes de Manuel Martín Alonso, que compró la ganadería de Veragua en 1927 y se la vendió a Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio tres años después, ha sido durante muchos temporadas un apoderado independiente y un empresario de plazas cómo Segovia o Tánger. En esta quiso contratar a Manuel Benítez para una corrida y este le puso cómo condición el darle la alternativa. Así ocurrió el 4 de octubre de 1970, con la participación de Gabriel de la Casa, hijo de Morenito de Talavera. Fue presentación y despedida puesto que no volvió a participar en ninguna otra corrida de toros. Pero el Lozano solitario es un hombre peculiar y recuerdo que en los años 60 del siglo pasado me contaba un sueño que había tenido y en el que se presentaba como apoderado de su padrino de alternativa. Se había construido en Alameda de la Sagra un palacete con una piscina climatizada con teléfono en la orilla y una rubia encantadora que cogía las llamadas. ¿Quiénes llamaban? Pedro Balañá, Pablo Chopera, don Livinio en nombre de Jardón, Canorea, Barceló y Jumillano. “Don Manuel no se puede poner porque está nadando”. Cien veces la misma respuesta. Me recordaba la anécdota de Ortega y Gasset cuando alguien fue a visitarlo en su casa y la doncella le dijo “Don José no está; está pensando”. Manuel Lozano no fue nunca apoderado de El Cordobés, pero bueno será que una persona como él acompañe este año que viene a Morante de la Puebla en su andar pausado por los ruedos de España. Estos toreros no se pueden ir nunca.

Ya habrán leído el feliz remate de la temporada de 2017 con el recuerdo a hitos destacados a lo largo de su desarrollo en las distintas plazas de España excepto Cataluña y Canarias aunque también sean españolas. Desde Francia hemos recibido cumplida noticia de todo lo acontecido y un placer de aficionado recordar Sevilla, Madrid, Bilbao, Santander, Arles, Nimes, Granada, Málaga o Zaragoza, Ponce, Bautista, Pepe Luis, Manzanares, Talavante, Perera, Castella, Ginés, Garrido o Roca Rey. 


Soy optimista, viejo optimista. Tozudo. Pobre tozudo consigue mendrugo.¿Aragonés? También. Por eso insisto en el tema de los picadores y su dejación profesional. Claro que los que tendrían que luchar por el peto anatómico son los ganaderos. ¿Quién le pone el cascabel al gato? Conocí a buenos y sufridos picadores, El Hiena, al que le tuvieron que poner un parietal de platino, Aldeano Chico, que muchas tardes se venía a nuestra casa a charlar con mi padre, a los Vallejo, Salitas, los de San Fernando, Barroso o Lausín. Me preguntó Fernando Moreno, novillero, banderillero y orangután rejoneador en bicicleta, con una lesión de rodilla que le impedía torear a pie y le recomendé el caballo, que era su otra pasión ... Muchas historias. muchas ilusiones, muchos sueños. 

Mucho y bueno que contar. Pero hay una cosa que a mí me quita el sueño: el primer tercio. Con motivo de los aniversarios del nacimiento y la muerte de Manolete se ha hablado largo y tendido de las corridas de su tiempo, de la lidia de utreros y del escaso trapío de lo que entonces se lidiaba y rara era la corrida no soportara más de veinticinco puyazos y hasta más de treinta, en un tiempo en el que la puya era de limoncillo y El Pimpi, picador en la cuadrilla del cordobés y con un brazo de acero, le metía al toro las cuerdas y dos palmos de la vara. ¿Ahora? Una docena de puyazos por imperativo reglamentario y a los picadores se les ovaciona cuando levantan el palo o disimulan con la suerte “de la fregona”. 

¿Remedio? El peto anatómico que dé opción al toro a romanear a caballo y jinete y poder pelear en igualdad de fuerzas. Sé que esta propuesta no gustará a los picadores, pero, si la situación actual se agudiza, pronto serán picadores todos los que se puedan subir a un caballo y hasta es posible que se recorten las cuadrillas para disminuir gastos. Hay quién ha apuntado que a los picadores les cuesta más vestirse que picar a un toro. Mi pensamiento está lejos de desear mayor riesgo a los de a caballo, pero lo cierto es que sin riesgo el toreo se diluye, se volatiliza, se esfuma. No quiero llegar a lo de antaño porque el público de hoy no aguantaría tanta víctima equina. Tampoco la cabaña caballar.

 ¿Y los animalistas? Todo necesita de un equilibrio: el toro, el caballo, el picador, los banderilleros, el matador. Dinamizar con las mayores garantías una suerte que es fundamental para medir la bravura del toro, la eficacia del castigo y el mérito de la lidia que en su primera acepción significa batallar y pelear. Batallar y pelear con arte. Eso es torear. Y en la suerte de picar también cuenta el arte. Se hizo famoso el pareado de Joselito a su picador: “Camero, pica delantero”. Hoy habría que decírselo a la mayoría de los que utilizan la vara larga. El punto idóneo es muy pequeño y adelante o atrás las lesiones son graves y afectan a la movilidad de los toros. Picar bien es un arte y una ciencia. Como la acupuntura.¿ Habrá que buscar piqueros en China o Japón? Pinchar en su sitio.

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