lunes, 1 de enero de 2018

En un lugar de Tabarnia, a comienzos de 2018…por Federico Jiménez Losantos



Tabarnia es España dentro de Cataluña. Y como tal debía emprender la tarea que ya está en marcha, la de organizar redes de resistencia.


En un lugar de Tabarnia, a comienzos de 2018…


Hay tres cosas que, por más que se empeñen los opinadores, no me cabe en la cabeza este año nuevecito: que el invento de Tabarnia está mal: que lo de la Pedroche está bien y que Arrimadas debe presentarse a no ser investida presidenta de la Comunidad presidida por Soraya Sáenz de Godó. Empezaré por Tabarnia, que es el refugio de cualquier catalán sensato ante la burricie tractoril de sus paisanos: sólo faltaría que a los cinco millones de ciudadanos ritualmente insultados, ridiculizados y zaheridos en "Polonia" y demás engendros separatistas de la TVColp3 se les criticara el invento de una utopía política en el solar mismo de un tópico: el agravio comparativo, del que vive la descastada casta política catalana desde el Arancel Cambó.

De la Pedroche al Juliana

Enseguida han salido las plañideras julianas del Conde del Asalto a España y su consorte monclovea a quejarse de que se tome a broma un asunto tan serio como el Problema Catalán. O sea, que tras el Golpe y el gatillazo, la banda de Juntos por la Pasta quiere ser tratada con respeto. Lo estomagante y emético, o sea, vomitivo, es que el Juliana que redactó el infecto editorial contra el régimen constitucional español titulado "Por la dignidad de Cataluña", de inserción obligatoria en los once diarios, once, de obediencia nacionalista, sea la Pedroche de la opinión catalanista, en ese destape tapado y al contado con el que las televisiones del infecto Duopolio Rajoyano pretenden alcanzar el sotanillo de "La trastienda" de la Cantudo.

Como "Sálvame" se ha convertido en la pasarela ridicuelectoral del separatismo a cuenta, esperamos tras el destape de la Colau el descoque del Juliana. Lo veo en el polígrafo del Deluxe, con el mono de faena de revista que antes y mejor que la Pedroche han llevado las grandes del género: de Addy Ventura y Tania Doris a la Roy, la Rey y, todavía, Rosa Valenty. ¡De "Los nardos" en Eslava a las petacas riñoneras en la Secta: qué decadencia!

La Pedroche y el Juliana son síntomas de la decadencia estética y política de la España de Rajoy. En el único programa tolerable de televisión en Nochevieja, los Cachitos de la 2, vimos a las de Boney M con el mismo mono de revista con pedrería taparesalta que la Pedroche vende a precio de Roures y sin cantar. Al salir al balcón, sólo le faltó decir: "¡Españoles…!".

Arrimadas hace muy bien en esperar

Tabarnia es el refugio del ingenio ante los meses de pesadilla que se avecinan. Y frente a lo que dice algún bobicantano sobre la insolidaridad de querer separarse la parte rica de Cataluña de la parte pobre que la esclaviza, lo que pretende esa utopía (que no lo es más que la república de Catatonia) es, como comunidad autónoma española, solidarizarse con todas las partes de España que lo necesitan, no sólo contra las que quieren romper todo lazo de apoyo y hermandad entre los españoles. Tabarnia es España dentro de Cataluña. Y como tal debía emprender la tarea que ya está en marcha, la de organizar redes de resistencia frente a la agresión y la discriminación que contra la mitad de los catalanes y todos los españoles perpetra el golpismo.

La tarea esencial es y debe ser en toda la España bilingüe asediada por el nacionalismo, la lucha en las aulas contra la inmersión lingüística y el adoctrinamiento ideológico.

Especialmente, dentro y fuera de Ciudadanos. Mientras tanto, hay que denunciar las diarias humillaciones a los castellanohablantes. La última, que he visto en una de las redes tabarnesas, Somatemps, es la de la cadena Starbucks, que se niega a usar el español junto al catalán y al inglés para tratar con los clientes. Alega que es "el idioma oficial de Cataluña", algo rabiosamente falso e ilegal, porque el español es tan legal como el catalán, pero puesto que discrimina, qué mejor respuesta que discriminarla: ni un café más.

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