sábado, 20 de enero de 2018

Reflexiones sobre la felicidad / por Rafael Comino Delgado



Aristóteles entendía que la felicidad es el mayor bien del hombre, y por tanto el fin principal, que solo se logra a través de la virtud, y nunca en placeres materiales. Decía, "La verdadera felicidad consiste en hacer el bien" y "Solo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo serio. Pues la vida no es un juego".

Reflexiones sobre la felicidad

Rafael Comino Delgado
Si vamos a reflexionar sobre la felicidad debemos empezar por definirla, y ello es sumamente complicado, pues cada uno de los autores que se han ocupado del tema lo ve de distinta forma, si bien hay alguna definición, a nuestro entender, suficientemente amplia y ajustada a la realidad para poder aceptarla.

Una definición bastante empleada es la de "estado de grata satisfacción espiritual y física". Incluye, por tanto, los aspectos materiales y los espirituales.

Epicuro (Filósofo griego. 341 a.C.-270 a.C) creía que la felicidad viene del mundo material y del espiritual, y opinaba que el equilibrio y la templanza era lo que llevaría a la felicidad, que para Nietzsche (filósofo, poeta y músico alemán. 1844-1900) es un estado pasajero, que dura poco.

Ortega y Gasset (filósofo y ensayista español. 1883-1955) es muy pragmático y afirma que "la felicidad se logra cuando coincide la vida proyectada (nuestro proyecto de vida) y la vida que realmente tenemos.

Slavog Zirek (filósofo y sociólogo esloveno. 1949-) piensa que la felicidad es simplemente una opinión, pero no una verdad, producto de los valores capitalistas que prometen transformación eterna a través del consumo. Nos parece un soberana sandez pues es precisamente el comunismo el que promete la justicia total, la perfección plena, quitando derechos individuales para sustituirles par otros colectivos , que a la hora de la verdad son falsos.

Para Jean-Paul Margot (colombiano, profesor en la Universidad de Valle), "ser feliz supone que el hombre sea capaz de lograr un equilibrio que supere sus contradicciones y sus conflictos", pues "la felicidad no se reduce al bienestar afectivo de un organismo adaptado a su medio". Es algo mucho más amplio que llega hasta construir la vida basada en los valores de verdad, libertad, dignidad, responsabilidad ante cualquier acción, etc. 

En cambio para Sigmund Freud (médico neurólogo austriaco. 1856-1939) la felicidad es una utopía, ya que en el mundo real en que vivimos hay experiencias desagradables, dependientes de nuestro cuerpo y de nuestra mente, que impiden esa felicidad total; solo podría ser, en el mejor de los casos, parcial.

Tras esta breve introducción sobre el concepto de felicidad, nosotros creemos que hay dos tipos de felicidad: A)Una a la que se refiere Nietzsche, que naturalmente es una "situación pasajera". Por ejemplo un hombre quiere ganar las oposiciones a notario y cuando lo logra es feliz, pero eso es pasajero porque luego en la vida hay multitud de acontecimientos que interfieren con esa felicidad; b)Otra felicidad es un "estado" que dura mucho más y en el que no interfieren los problemas terrenales que le pueden surgir, porque ha logrado una situación de equilibrio, de armonía interna, que está muy por encima de lo material.

Para nosotros, esta ultima felicidad a la que nos vamos a referir, "es un estado emocional, por tanto algo subjetivo y relativo a cada persona, en el cual se experimenta una sensación de satisfacción, de bienestar espiritual, de tranquilidad, de armonía, de comprensión y aceptación de la vida muy por encima de cualquier contratiempo material, al que aspira todo ser humano". Conseguida esa paz interior tendríamos la máxima felicidad a que se puede aspirar en esta vida. 

Sobre cómo lograr dicha felicidad han reflexionado y opinado muy diversos personajes de la Historia. Nosotros vamos a revisar algunas de esas reflexiones, que seguro nos ayudaran a tener nuestra propia opinión al respecto:

El anciano visir (asesor político) egipcio Ptahhotep (siglo XXIV a. C.) asociaba la felicidad a la sabiduría, pues pensaba que es fundamental para lograrla. Dejó escrito, en sus "Máximas", que, "la vida solo vale la pena ser vivida si se vive con sabiduría, necesaria para obtener la felicidad... El hombre sabio nutre su alma de aquello que perdura y así es feliz". 

El rey Salomón (rey de los israelitas, Siglos XI-X a.C.) en su libro de la Sabiduría, decía: "Feliz es el hombre que ha hallado Sabiduría... Es árbol de vida a los que se asen de ella, y los que la mantienen firmemente asida han de ser llamados felices".

Sócrates (gran filósofo griego. 470-399 a.C.) afirmaba que, "La felicidad la hace solamente uno mismo con la buena conducta", de tal forma que no existe felicidad sin virtud, y esta es necesaria y suficiente para alcanzar la felicidad". Para él la virtud es el conocimiento; identificaba la virtud con el conocimiento. Así, pues, según Sócrates el conocimiento es condición necesaria y suficiente para obrar con rectitud o virtuosamente, mientras que el mal es producto de la ignorancia. Y es esta particular vinculación de la virtud al conocimiento lo más característico de la concepción socrática de la moral, y la que justifica que se le haya aplicado el nombre de "intelectualismo moral". Para Aristóteles (filósofo griego, siglo IV a.C.) la virtud tiene un sentido moral y es una "excelencia añadida a algo como perfección".

Y esas excelencias o virtudes fueron clasificadas por Aristóteles en dos grupos: a)Virtudes Éticas, propias de la parte sensible, afectiva del ser humano, y son: Fortaleza, Templanza y Justicia; b)Virtudes Dianoéticas, propias de la parte racional, intelectiva, y son : Sabiduría y Prudencia.

Sin embargo, antes de Aristóteles, en la antigua Grecia, se destacaban especialmente tres virtudes, Justicia, Fortaleza y Templanza, a las que Platón añadió la Prudencia, y desde entonces se habla de las virtudes Cardinales que son: Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza. Posteriormente el Cristianismo añadió las virtudes Teologales: Fe, Esperanza y Caridad.

Aristóteles entendía que la felicidad es el mayor bien del hombre, y por tanto el fin principal, que solo se logra a través de la virtud, y nunca en placeres materiales. Decía, "La verdadera felicidad consiste en hacer el bien" y "Solo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo serio. Pues la vida no es un juego"; en este sentido, Confucio (siglos VI-V a.C.), el gran sabio chino, pensaba que, "El hombre superior piensa siempre en la virtud; el hombre vulgar en la comodidad". La filosofía de Aristóteles, pues, tiene un fin teleológico, Dios, y también tiene claro que la felicidad es el significado y el propósito de la vida, el fin de la existencia humana.

Para Diógenes de Sinope (filósofo griego de la Escuela Cínica. Siglos IV-III a.C.),[ "El soberano bien es la virtud, pues los honores y las riquezas son falsos bienes que deben despreciarse. La felicidad estaría relacionada con el equilibrio y la armonía, y se logra mediante acciones virtuosas que permiten realizarnos como personas pensantes".

Séneca (filosofo, escritor orador, político latino, nacido en Córdoba. 4 a.C- 65 d.C.) creía que, "Los elementos de la dicha son: una buena conciencia, la honradez en los proyectos y rectitud en las acciones". 

De forma parecida a Aristóteles, Agustin de Hipona, San Agustin, (doctor de la Iglesia católica. Filósofo y Teólogo romano; el más importante del cristianismo. Siglos IV y V), entiende que "El fin último de toda la conducta humana y Bien Supremo es la felicidad, que no se puede alcanzar con los bienes exteriores finitos...La vida buena, feliz, consistirá precisamente en buscar a Dios, y hacerlo con todas las capacidades de nuestro ser, el corazón, el alma y la mente". Naturalmente, decía San Agustín, este amor a Dios se extenderá también al prójimo.

Para Tomás de Aquino, Santo Tomás (Filósofo y Teólogo, italiano, máximo representante de la Escolástica. Siglo XIII), la felicidad solo puede estar en la visión de la esencia divina. Buscar la felicidad en el disfrute de placeres, de honores recibidos es un error. Por tanto en esta vida solo se puede ser feliz parcialmente, pero nunca se podrá lograr la total y perfecta felicidad, que solo se obtiene en premio a acciones virtuosas, a la vida en virtud (Suma Teológica)

Thomas Jefferson (tercer presidente estadounidense, 1743-1826) decía, "No son las riquezas ni el esplendor, sino la tranquilidad y el trabajo, los que proporcionan la felicidad". 

Para Johann Wolfgang von Goethe (poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán, siglos XIX y XX), "La felicidad se fundamenta en la moderación", actitud acertada ante cualquier situación, a nuestro modo de ver. Tan es así que el gran pensador, considerado uno de los siete sabios griegos, Tales de Mileto (siglos VII-VI a.C.) recomendaba así: "Sea tu oráculo la moderación". Obviamente compartimos el consejo, pero añadimos, de forma más explícita, que las felicidad se fundamenta en el equilibrio, el orden, la armonía, a través de la virtud.

El filosofo, matemático y escritor británico Bertrand Russell (1872-1970), premio Nobel de Literatura el año 1950, opinaba que "la vida buena, es decir, feliz seria una vida inspirada en el amor y guiada por el conocimiento".

Debasish Mridha (médico y poeta americano. Siglos XX-XXI) piensa que, "la felicidad es un estado de consciencia que viene de la tranquilidad, servicio, amor y perdón".

Para las tres religiones monoteístas (Judaísmo, cristianismo, islam), la felicidad es un estado de paz que solo se alcanza en la comunicación con Dios.

Si bien no todos los autores tienen la misma concepción de cómo llegar a la felicidad, casi todos los citados coinciden en que la felicidad, en esta vida, solo se alcanzará mediante la práctica de la virtud, de hacer el bien, a lo que tanto el visir Ptahhotep, como el rey Salomón añadían la Sabiduría, y Bertrand Russell el conocimiento, si bien Sócrates, al mismo tiempo, identificaba virtud y conocimiento.

Sin embargo queremos destacar que , como advertía Mark Twain (escritor, orador y humorista americano. 1835-1910), "si eres virtuoso te tendrán por un excéntrico" (que si no se puede considerar una regla general, al menos si es frecuente), ante lo cual es necesario estar preparado para que no nos rompa la armonía y equilibrio interior, muy por encima de opiniones poco fundamentadas y menos inteligentes.

Para nosotros sabiduría y conocimiento, más allá de lo que el hombre pueda saber sobre las ciencias, las artes, las letras, que también, equivalen a la comprensión y aceptación de la vida que se haya alcanzado, y que muy resumidamente se recoge en los bellísimos y acertadísimos versos de Santa Teresa: "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: solo Dios basta. Versos que valen tanto para creyentes, en su totalidad, como para no creyentes si eliminamos los referentes a Dios.

Como vemos hay distintas formas de entender lo que es la felicidad y cómo lograrla, pero se suele unir, o condicionar, a Virtud y Sabiduría. Y al referirnos a la "Virtud" hemos de tener presente que, como decía Cervantes en el Coloquio de Perros, "La humildad es la base y fundamento del todas las virtudes" a lo que nosotros añadimos, "la constancia es lo que les hace desarrollarse, florecer y brillar".

Por ello creemos, a modo de conclusión, que en este mundo: a)El objetivo de la vida es ser feliz; b) “El secreto para ser feliz, hasta donde se puede ser, consiste en tener la conciencia tranquila, aceptar la vida tal como va viniendo, vivirla acompasadamente (sin jamás perder la serenidad), procurar mejorarla cuanto se pueda y, sobre todo, no empeorarla con nuestros actos"; c)Aunque en el contenido del punto b), que acabamos de exponer, va implícito el no odiar queremos enfatizarlo explicitando que es condición fundamental para ser feliz no odiar a nadie, ni siquiera a los que se lo merecen porque nos han hecho demasiado daño, pero aun así hemos de tener presente que el tiempo es un bien escaso que no podemos desperdiciar odiando, pues el odio alimenta los sentimientos más bajos y autodestruye a la persona. Si no podemos amarle ignorémosle y pensemos, porque es verdad, que bastante desgracia tiene ya con su maldad, sustento de mezquindad y cobardía. d) "Ello se conseguirá mediante la mesura, la virtud que proporciona armonía interior"; e)"Buscar la felicidad solo en lo material es como buscar una aguja en un pajar en el que, además, no hay aguja". 

Por tanto, "la felicidad es el resultado de una vida en la virtud (en el camino correcto), equilibrada, en armonía, moderada en todo y presidida por la verdad, la humildad y la bondad".

Como se comprenderá, fácilmente, esta felicidad no pude ser alterada, de forma significativa, por problemas, distorsiones o contratiempos puramente materiales, puesto que es un "estado del espíritu", muy por encima de lo terrenal.

Lo demás será un camino equivocado que conducirá a la infelicidad. 

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