viernes, 5 de enero de 2018

VENEZUELA: La revolución y los toros / por Víctor José López "EL VITO"



No se han prohibido las corridas de toros, pero se han estimulado los fanáticos antitaurinos de atacarla. En Venezuela han ido desapareciendo las plazas de toros, como ocurrió con el Nuevo Circo de Caracas. Cercenando la plaza rectora, el resto de la nación taurina quedaría sin brújula. 


La revolución y los toros

VICTOR JOSÉ LÓPEZ 'EL VITO'
A Los Toros / Caracas, 3 de Enero de 2017
El proyecto de la Revolución Bolivariana se ha fundado sobre cimientos de odio: lucha de clases, xenofobia, racismo y muy en especial la invención de un pasado que jamás existió. Para los revolucionarios la figura de la conquista de América aparece como gesta de doloroso sometimiento de los pueblos aborígenes, manchado con la sangre del genocidio que provocaron los españoles. 

Suficiente razón y motivo para perseguir la herencia hispana en una falsa defensa de la cultura precolombina. Se sentenció como culpables a los españoles de la pérdida de la identidad, rastro y huella de las naciones indígenas. España es la culpable de la miseria eterna, su cultura religiosa es un vínculo satánico del sometimiento de los pueblos a la esclavitud. 

De esta infernal simbiosis, odiar y despreciar la historia, nació el oscurantismo de las naciones americanas. La lucha por la Independencia de los pueblos americanos no fue suficiente. Era necesario borrar de la faz del Continente todo vestigio de identidad, como lo es la presencia de la Hispanidad. 
La Fiesta de los Toros es uno de los rasgos más hispanos de lo que América heredó de sus colonizadores. Había que borrarla en sus raíces, su fruto sería expresión y recuerdo de la historia social americana. 

La Revolución Bolivariana en Venezuela, sus capitostes, impusieron mandatos doctrinarios como el de perseguir la propiedad privada, urbana y rural, sin importar fuera fuente de trabajo y de riqueza, sino porque no depender del Estado es para el propietario o el terrateniente un camino a la riqueza, y, “ser rico es malo” repetía infatigable Hugo Chávez en su evangelio, casi a diario, un hombre que dejó uma herencia de un pueblo hambriento y una familia millonaria que destacan los carteles de Forbes en sus listas de “los más ricos” del mundo. 

No se han prohibido las corridas de toros, pero se han estimulado los fanáticos antitaurinos de atacarla. En Venezuela han ido desapareciendo las plazas de toros, como ocurrió con el Nuevo Circo de Caracas. Cercenando la plaza rectora, el resto de la nación taurina quedaría sin brújula. La persecución de la Libre Expresión, el Pensamiento Libre y la Libertad de Prensa han ahogado los medios, desapareciendo la información taurina entre otros canales informativos. 
La cabaña brava sí ha sido ahogada, como ha ocurrido con toda la producción agropecuaria durante estos 20 años de sometimiento. Ha desaparecido la medicina veterinaria por carecer de medicinas para los semovientes, lo mismo que el ser humano carece de recursos para prevenir enfermedades o restablecer la salud . 

Cuando comenzó la revolución en 1992 con los alzamientos militares de febrero y de noviembre, se celebraban en Venezuela cerca de 250 espectáculos. Cifra que abarca festejos menores, corridas en la Temporada Nacional y en las Ferias . Hoy no llega a diez. Se han cerrado varias Escuelas Taurinas como las de Caracas, Valencia, Barquisimeto y el número de ganaderías que era superior a 30 divisas con una Asociación de Criadores de Toros de Lidia vigorosa como gremio, ha descendido a menos de media docena presentando por falta de recursos sanitarios reses esmirriadas e impresentables en los pocos compromisos que puedan contratar. 

Nunca antes la Fiesta de los Toros vivió crisis tan agobiante como la que ahora vive Venezuela.

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