miércoles, 28 de febrero de 2018

Guardiola, Qatar y el lacito amarillo / por Juan Manuel Rodríguez



El gol que nos coló este caballero en su día fue épico pero... ¿en serio no hay forma de hacerle llegar a este auténtico caradura el malestar de quienes defendemos a España, por ejemplo, hablando bien de ella? Hace falta ser un miserable de 10 en la escala de Richter para soltar toda la basura que este millonetis con ínfulas de intelectual va soltando por ahí. Hace falta ser cobarde. Hace falta ser desagradecido. Y, como chupó del bote de la selección mientras pudo, hace falta ser mamón.

Guardiola, Qatar y el lacito amarillo

El domingo, en El Chiringuito, se hizo una encuesta entre los aficionados del City que iban al partido: "¿Sabe usted por qué Guardiola lleva un lazo amarillo?". Casi todos los seguidores dijeron que era a favor de la libertad de los presos políticos. Ayer un artículo de The Times titulado "Política real" insistía en el mismo asunto; así que, de la opinión de la calle a la opinión publicada, es posible que un socio de España como es Gran Bretaña pueda pensar que aquí se encarcela a la gente por sus ideas políticas. Lo peor no es lo que crean o dejen de creer los seguidores del City, que lo son, a su vez, del secesionista Guardiola, o lo que escriba un articulista, que puede estar más o menos informado o que puede tener mejor o peor intención; lo peor es que la idea de que en España hay una democracia de baja calidad pueda acabar calando también, por ejemplo, en la Unión Europea, más que nada porque esa idea es rotundamente falsa.

Nuestra democracia es francamente mejorable porque hay mucha gente sin trabajo, sin una vivienda digna, y porque nuestros pensionistas han tenido que echarse a la calle para reclamar el derecho a vivir decentemente, pero España no es un país en el que no se pueda opinar libremente. Por ejemplo: en noviembre del año pasado Freedom House otorgó a España el nivel "libre", que es el máximo en una escala en la que también está el nivel "parcialmente libre" o, directamente, el nivel "no libre". Es más, según todos los estudios serían precisamente las instituciones catalanas golpistas las que no superarían ningún test medianamente serio de transparencia democrática. Y es por esto por lo que no le perdonaré jamás a Pep Guardiola el daño irreparable que le está haciendo a España y, naturalmente, a Cataluña.

Todos los independentistas que han ido desfilando por delante del juez han reconocido que la declaración unilateral de independencia fue simbólica, pero la que no es simbólica es la fuga de más de 3.000 empresas fuera de Cataluña y los consiguientes puestos de trabajo perdidos; tampoco eran simbólicos los 85.000 euros que la hermana del entrenador del City, Francesca Guardiola, cobraba como embajadora de la Generalitat... ¡en Dinamarca! Tampoco es simbólico el avión del propio Pep Guardiola, que el otro día tuvo que ser registrado para comprobar, de modo nada simbólico por cierto, que en él no viajaba escondido el huído de la Justicia española Carles Puigdemont. De modo que aquí ha habido gente que se ha enriquecido con la fantochada del proceso y, a su vez, ha habido gente que se ha empobrecido: los Guardiola están en el primer grupo, en el de aquellos que hoy son más ricos.

Al fin alguien sensato le hizo a Guardiola la pregunta del millón: "¿Cómo es posible que usted, que es un luchador por las libertades, sea embajador del Mundial de fútbol de Qatar?"... La respuesta, eructitos mediante (porque, mientras habla, Guardiola a veces eructa) fue surrealista: "Cada uno decide cómo quiere vivir". Surrealista... y cara dura. ¿No hay modo, querido Juan Luis Larrea, de que el nombre de Guardiola se borre de la historia de la selección nacional española y el óleo con su cara sea descolgado de la habitación esa que tienen ustedes montada en la Ciudad del Fútbol con las caras de los internacionales? El gol que nos coló este caballero en su día fue épico pero... ¿en serio no hay forma de hacerle llegar a este auténtico caradura el malestar de quienes defendemos a España, por ejemplo, hablando bien de ella? Hace falta ser un miserable de 10 en la escala de Richter para soltar toda la basura que este millonetis con ínfulas de intelectual va soltando por ahí. Hace falta ser cobarde. Hace falta ser desagradecido. Y, como chupó del bote de la selección mientras pudo, hace falta ser mamón.

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