lunes, 5 de febrero de 2018

MÉRIDA. A LA FERIA Y A LOS TOROS / por Fortunato González Cruz



En la condición humana está la capacidad de convertir las necesidades en cultura; en la infinita posibilidad de descubrir en los sonidos, los colores, los sabores, los movimientos y en otras sensaciones el camino a la felicidad. La alegría es una cualidad del ser humano y por tanto tiene que hacer, especialmente en los tiempos difíciles, de tripas corazón y levantarse. 


A LA FERIA Y A LOS TOROS

Fortunato González Cruz*
Mérida-Venezuela, 4 de febrero de 2018
La Plaza de Toros “Román Eduardo Sandia”, obra construida por el entusiasmo colectivo de los merideños en el tiempo récord de tres meses, es un monumento al espíritu festivo de los merideños que no nos dejaremos abatir en los tiempos malos, como supimos gozar de los buenos. Allí está la monumentalidad de su Catedral Metropolitana y de los Palacios de la Universidad y del gobierno, del Hospital Universitario, de su estadio, de su teleférico, de su mercado. Supimos hacer lo que había que hacer aunque faltaron muchas cosas. Hoy no es posible siquiera poner luminarias en los restos de posteadura que queda en las oscuras calles y avenidas de la ciudad.

 Hay hambre y angustia pero me niego a que me roben el espíritu festivo y el derecho a disfrutar de los escasos momentos de alegría.

¿Qué los muchachos que se gradúan en la Universidad de Los Andes no tienen derecho a celebrar su éxito académico? ¿Qué los jóvenes que se unen en matrimonio deben resignarse a no compartir la torta de bodas? ¿Hay que condenar a los Vasallos de La Candelaria por festejar como lo hicieron? ¿Qué el carnaval hay que convertirlo en una lloradera? ¿Y la Semana Santa reducirla al dolor del Viernes Santo y prohibir la Resurrección? 

Mérida es una ciudad festiva. El año pasado cuando ya apretaba la crisis, hermosas jóvenes compitieron por el reinado, hubo desfile ferial, austero pero lo hubo, como tres llenos en la Monumental de Mérida. Este año será incluso mejor porque tenemos más necesidad de espacios para dejar la angustia y recuperar los sentimientos humanos. Allá los que no les guste, que siempre los ha habido. Lo que no es correcto que nos impongan a los demás sus amarguras. 

En la condición humana está la capacidad de convertir las necesidades en cultura; en la infinita posibilidad de descubrir en los sonidos, los colores, los sabores, los movimientos y en otras sensaciones el camino a la felicidad. La alegría es una cualidad del ser humano y por tanto tiene que hacer, especialmente en los tiempos difíciles, de tripas corazón y levantarse. 

El pasado jueves me sorprendió la inmensa luna que ya se acercaba a las montañas del Páramo de Los Conejos. Me encontré con mis alumnos cuando ya se ocultaba tras el Cerro de las Flores. Eran las 7 de la mañana. Les costó llegar a clase pero muchos de ellos contemplaron el espectáculo y sintieron la bendición de Dios en ese luminoso amanecer. Desde mi salón se ve nuestra plaza de toros y sentí que sería un despropósito apagar los ¡oles! que allí brotan de miles de gargantas cuando la faena desata el arte más apasionado. 

No nos arrebatarán la capacidad de estremecernos. No nos robarán la alegría. A las ferias y a los toros ¡No solo de pan vive el hombre!


**Fortunato González, es Académico de Mérida, Catedrático de la U.L.A. de Mérida-Venezuela / Miembro de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales / Fundador y Director de la Cátedra de Tauromaquia "G. Briceño Ferrigni" de la U.L.A. Presidente Nacional del Círculo Taurino Amigos de la Dinastía Bienvenida.

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