sábado, 3 de marzo de 2018

La "insoportable levedad" de los políticos al hablar de toros: Albert Rivera y Cs se llevan la palma


Albert Rivera saliendo a hombros de la Monumental de Barcelona 2010

"Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros"

En los últimos días, en las redes sociales le "esta cayendo la del pulpo" a Albert Rivera y a sus correligionarios por su cambiante postura cuando se habla de toros. Opinan casi según venga el día, según en qué lugar. Pero a temas sustancialmente similares, nunca votan de forma coherente. Bien se les puede aplicar al pie de la letra la célebre sentencia de Groucho Marx: "Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros". Pero esas actitudes cambiantes como un tornasol, a donde conducen es a ser tan absolutamente impredecibles, que ha pedido todo margen de fiabilidad. Lo peor es que lo mismo que ocurre con la Fiesta, les sucede con cualquier otro tema que salte a la palestra de la vida nacional. Todo depende por donde ande el "sol que más calienta" de cara a unas elecciones.


La "insoportable levedad" de los políticos al hablar de toros: Albert Rivera y Cs se llevan la palma.

Si pedimos prestadas las palabras al gran Milan Kundera,  bien podría aplicarse en su literalidad su expresión de “la insoportable levedad del ser” a nuestra clase política. Algunos se la aplicaría a la generalidad de quienes ser dirigentes.  Pero sin asomo de duda sirven en su integridad para los políticos cuando se adentran el mundo del toro. Y el ejemplo que resulta más evidente son las huestes que con la marca de Ciudadanos que comanda Albert Ribera.

Es cierto que no son los únicos. Sin ir más lejos ahí está el caso de los socialistas, tan cambiantes de criterios taurinos como son. Pese a todo, Ciudadanos y su líder se llevan la palma en esa competición de incoherencias.

Recordemos como, cuando trataba de hacerse un hueco entre el electorado, Rivera no puso reparos a salir a hombros de la Monumental de Barcelona, en compañía de Serafín Martín y El Cid. Era lo que electoralmente le convenía. Para mover su campaña electoral no le basta con aquellas fotografías, desnuda su figura, que tanto dieron que hablar.

Pero aquel septiembre de 2010, la tarde en la que Marín indultó a “Timonel”, con el hierro de Jandilla, queda muy lejos. Cuando iba en volandas por las calles de Barcelona, según le reconoció luego a Charo Pérez en ABC, para Rivera “fue una experiencia única, emocionante y hasta surrealista. Me sentí abrumado y con la sensación de no merecerlo”.

Pero como, trasponiendo el dicho popular, no hay bien que 100 años dure, pronto acabaron aquellas euforias. Para Albert Rivera y para sus conmilitones. De seguido comenzaron auténticos dislates, según los cuales la opinión que vayan a expresar en los foros públicos los del partido naranja resultan del todo impredecible. Viene siendo la materialización de la célebre ocurrencia de Groucho Marx:  “Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”.

Albert Rivera, en el callejón de la Maestranza. Eran otros tiempos (ABC)

Es evidente que los de Rivera, entonces muy minoritarios, votaron contra la prohibición taurina decretada por el Parlamento de Cataluña, como luego --sería por pura coherencia-- se adhirieron a la sentencia anulatoria del Tribunal Constitucional. Pero ya cuando aquella ILP promovida por los animalistas, Leonardo Anselmi, veladamente los naranjas ponía una vela a Dios y otra al diablo, por si acaso. Y así, en el pronunciamiento oficial se plagaba de matices: “C’s considera prioritario, antes de desarrollar nuevas regulaciones, hacer cumplir la legalidad vigente y establecer políticas de concienciación social sobre el maltrato animal. C’s quiere invitar a la diferentes asociaciones contra el maltrato animal que luchen socialmente para concienciar a la ciudadanía sobre esta sensibilidad en todos los ámbitos, respetando siempre a aquellos que ven en la tauromaquia un arte”.

Con todo, aquel ya lejano debate catalán acabó siendo la vez más tibio cuando después se pronunciaron corporativamente sobre la Fiesta de los toros. Todo pasó a ser pura táctica, algunos diría que con astucia; daban un paso adelante y tres atrás, como hoy sigue ocurriendo.

Y así, en estos días, los de Rivera se han abstenido en el Ayuntamiento de Madrid a la hora de pedir a Manuela Carmena que mantenga abierta la Venta del Batán. Pero unos días antes, habían hecho lo mismo en el Parlamento de la Rioja, cuando se votó la declaración de la Tauromaquia como Bien de Interés Cultural.

Pero en sentido contrario, Ciudadanos resultó ser el único partido que en el Parlamento de Castilla y León que se abstuvo de votar la propuesta de modificar las normas que regían en el toro de Tordesillas, que salieron adelante con el voto favorable de todos los demás partidos. Y sin salir de la comunidad castellano leonesa, los de Albert Rivera dieron un nuevo giro en  Valladolid cuando volvieron a abstener en la votación promovida por el alcalde socialista para que la ciudad dejara de tener el título de “Ciudad Taurina”.

En ese tener un pié en cada orilla, los ejemplos que pueden recordarse son innumerables. En la campaña electoral autonómica de 2015, ante un encuesta entre líderes, promovida por el periódico Heraldo de Aragón, el portavoz naranja sale por la diagonal: “No se puede abrir un debate exclusivo sobre el maltrato animal que pueden padecer los toros. Si hay que abrir un debate sobre la protección de los animales que sea serio, global y coherente y no exclusivamente contra una tradición y expresión cultural en concreto".

Y eso por no hablar del recorte que promovió el diputado  Ignacio Aguado en la Asamblea de Madrid, para que los 1,3 millones de euros que el equipo de Cristina Cifuentes  propuso en la ley de Presupuestos destinar a las actividades del Centro de Asuntos Taurinos finalmente se redujeran a 960.437 euros. O cuando también en Madrid apoyaron la iniciativa de Manuela Carmena de someter a votación popular la continuidad o no sobre la Fiesta.

Esa levedad del ser político, en fin, queda de manifestó, por no alargar la relación de ejemplificaciones, cuando Almería proponen una moción para declarar a su Plaza de Toros como BIC, mientras que en las Islas Baleares se oponen a la ley de los “toros a la balear” --hoy suspendida por el TC-- bajo la gran razón de que “esta tradición de los toros se está perdiendo; dejemos que se acabe extinguiendo por sí sola”.

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