martes, 3 de abril de 2018

Abella y el "pegote estético" / Por Paco Mora


El copista Carlos Abella en la presentación de un libro sobre José Tomás.

Su ignorancia en asuntos de Tauromaquia quedó patente en muchas ocasiones y lo inconcebible es que continúe exhibiéndose en el callejón de la primera plaza del mundo semejante ejemplar.


Abella y el "pegote estético"

Existen testimonios escritos que aseguran que en cierta ocasión, hace pocos años, Carlos Abella se negó a que Finito de Córdoba abriera un cartel en la Plaza de Las Ventas. Su negativa la fundamentaba en que, a su juicio, el torero cordobés era “un pegote estético”. Si no fuera porque el tal Abella tiene más que acreditada su falta de conocimientos taurinos, bastaría su salida de pata de banco para confirmarlo como un ignaro de tomo y lomo. 
Si remachamos su exabrupto, revelando que las razones que aducía el “paracaidista” en cuestión eran que al torero que él proponía lo recomendaba María Dolores de Cospedal, a la sazón presidenta de Castilla-La Mancha, se comprende fácilmente la incapacidad del infrascrito para ser el puente entre la Diputación madrileña y la Empresa de Las Ventas. Su ignorancia en asuntos de Tauromaquia quedó patente en muchas ocasiones y lo inconcebible es que continúe exhibiéndose en el callejón de la primera plaza del mundo semejante ejemplar.

En el serial isidril de hogaño, el bueno de Abella tendrá que soportar la presencia de Juan Serrano como cabecera de cartel con una corrida de Juan Pedro. Y por lo que cuentan, el “pegote estético” vive un momento extraordinario, patentizado tanto en tentaderos como en las ocasiones en que ha matado toros a puerta cerrada. La autosuficiencia nunca es buena consejera, pero cuando se practica en materias en las que uno es lego se llega fácilmente al ridículo. Finito no merece semejante ofensa, y menos viniendo de un personaje en busca de autor como el que ha inspirado esta revolera.

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