jueves, 31 de mayo de 2018

Día de Corpus Christi


Día de Corpus Christi en Granada

Este día se recuerda la institución de la Eucaristía que se llevó a cabo el  Jueves Santo durante la Última Cena, al convertir Jesús el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre.

Hoy se celebra el Día de Corpus Christi, conocido también como la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Anteriormente era llamada Corpus Domini (Cuerpo del Señor) y es celebrada por la Iglesia católica que la conmemora con una eucaristía.

Su principal finalidad es la adoración a la presencia de Jesús. Corpus Christi es la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía.

Este día se recuerda la institución de la Eucaristía que se llevó a cabo el  Jueves Santo durante la Última Cena, al convertir Jesús el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre.


Tarde épica de Castella / Por Paco Mora


(Foto: Javier Arroyo)


Tarde épica de Castella

Paco Mora
Decía Bojilla que, por lo que había oído contar en su juventud a ancianos que habían visto muchas veces a su paisano Frascuelo, el torero granadino que llenó una época de competencia con Lagartijo El Grande: “los tenía como cocos”. La tarde del miércoles 30 de mayo de este año de gracia de 2018, Sebastián Castella ha demostrado que los tiene como melones. La paliza que le propinó el quinto, segundo de su lote, fue para desencuadernar y dejar sin ánimo al más pintado. Herido en el pie izquierdo, cojeando y descalzo, todavía le quedó valor al “francés impasible” para comenzar la faena de muleta por naturales de rodillas y, ya en pie, con la plaza convertida en un manicomio en el que los hombres se desgañitaban en olés y las mujeres se tapaban con las manos sus rostros de espanto, protagonizar una faena propia de la épica del toreo, jugándose la vida a carta cabal sin la mínima reserva.

La plaza hasta la bandera, al reclamo de dos auténticas figuras del toreo y una joven promesa que confirmaba su alternativa, vivió la tarde más emotiva de este San Isidro y seguramente de muchos otros. El público madrileño, tan exigente casi siempre, reaccionó como sabe reaccionar cuando lo que ocurre en el ruedo lleva sello de autenticidad. Y ese sello ya lo había puesto sobre la arena un Enrique Ponce que, ante las dificultades de la corrida de Garcigrande y Domingo Hernández, tiró de técnica y de valor en sus dos toros, pero particularmente en el cuarto, con el que se fajó de poder a poder en una lidia valiente y entregada, que hacía recordar las estampas de cuando la fiereza de los bureles solo permitía torearlos de pitón a pitón, para atronarlos a la primera igualada con un estoconazo en el hoyo de las agujas. El ruedo de Las Ventas olió toda la tarde a tragedia, a vergüenza torera, a pundonor y a auténticas figuras del toreo. Castella y Ponce, Ponce y Castella, sintieron el orgullo de ser toreros y el público madrileño, el de ser aficionados a la Fiesta más bella y más culta del mundo (manes de García Lorca), por mucho que un puñado de estreñidos traten de desacreditarla, porque su categoría humana no les da para más. El joven Colombo recibió desde su puesto de privilegio una lección magistral impagable, que jamás olvidará.

San Isidro'18. XVIII de Feria. Tarde de "maestrazgos", con maestros pasándolo en grande a lo Garcigrande / por José Ramón Márquez


Manzanares
Viejo Maestro del Toreo Moderno

Lo de las orejas en Las Ventas ya se está yendo de madre. Si algo tenían esos despojos peludos y tibios, llenos de ácaros, es que tenían una utilidad por lo difíciles que eran de obtener y eso hacía que su valor relativo cotizase al alza. 


Lo de las orejas en Las Ventas ya se está yendo de madre. Si algo tenían esos despojos peludos y tibios, llenos de ácaros, es que tenían una utilidad por lo difíciles que eran de obtener y eso hacía que su valor relativo cotizase al alza. Bien es verdad que, de vez en cuando se colaba alguna orejilla festivalera en tardes de menor exigencia o de aluvión de paisanaje, pero lo normal era que cada oreja que se cortaba en Las Ventas fuese el fruto de un calvario personal para el que va vestido de oro y no va subido encima de un aleluya. Ahí tenemos, sin ir más lejos, a Emilio Muñoz, que ni dos, ni una, ni siquiera una vuelta al ruedo en Madrid en toda su carrera, y ahora anda desde un púlpito pontificando insignificancias, que yo creo que ni en la época presente habría conseguido triunfo alguno, y ahí tenemos a Espartaco, a Manzanares II o a Paco Ojeda, por decir tres en tres estilos muy diferentes que se nos vienen a la mente, que conocieron en sus carnes la dureza y la exigencia sobrehumana de la Plaza para con ellos por su condición de figuras, precisamente. Se podrá argüir que Madrid ha sido siempre tolerante con los pobres, rasgo de su amplia generosidad, y de esto pueden hablar Mariano Jiménez o Antonio Ferrera o El Boni, pero nadie puede decir que los triunfos de estos tres que acabamos de decir, o de los que ponga el lector de su cosecha (Yiyo, Dámaso Gómez, Curro Durán…) hayan sido regalos devaluados u obsequios festivos. Y la culpa, evidentemente, es de la Autoridad que cada vez ejerce menos de tal. Hoy, sin ir más lejos, un Presidente, de pelo y bigote teñido de color caoba, don Caoba, ha aplicado de manera absurda el reglamento, ha sucumbido a las interesadas cucamonas que cada tarde perpetran los benhures de la mula y el peonaje, que dejan el ruedo transformado en el campo de una yincana (lo admite así la RAE, aunque parezca mentira), regado de objetos que estorban el caracolesco moonwalk de los cuadrúpedos, poniendo un triunfo mayor en las manos de Sebastián Castella y devaluando un poco más el valor de los trofeos que se obtienen en la Plaza Monumental de Madrid. Y lo malo es que estos trofeos no sirven para nada, porque las Ferias están hechas de antemano, antes de empezar la temporada, no como antes, donde Sevilla y Madrid servían para ordenar el cotarro y ver qué iba en alza y qué iba en baja y los triunfos en tan importantes Plazas repercutían en las contrataciones. Ahora los triunfos no valen para nada, o acaso sólo para que los que han ido de espectadores tengan un baremo con el que evaluar la tarde:

-Ayer estuve en los toros
-¿Y qué tal?
-Fenomenal… Hubo uno que cortó dos orejas…
-¿Si? ¿Quién?
-El caso es que no me acuerdo del nombre… Creo que era francés... (etc)

Porque ni al aficionado ni mucho menos al “profesional” esas orejas nada dicen. La verdad del toreo que ha dictado en el ruedo nada tiene que ver con los desmesurados galardones obtenidos a base de dejación de funciones de la Presidencia y de añagazas de algunos de los actuantes.

Por la parte de los bóvidos, hoy tocaban los previsibles Garcigrande/Domingo Hernández, que hicieron su aparición pública luciendo divisa negra por el fallecimiento del amo, y que ahora pertenecen a su señora viuda, la hermana de José Escolar. La cosa de los bóvidos es de suspenso cum laude y no vamos a ponernos exquisitos con que si el tercio de varas o con que si la salida rematando en tablas o que si tal y cual, que es perder el tiempo porque esos toros ni han sido seleccionados para rematar en tablas, ni para hacer una pelea épica con los de la vara de detener, ni para acosar a los banderilleros a la salida de los pares ni para nada parecido a eso: estos toros de presumible aire granjeño han sido seleccionados, criados, alimentados y desparasitados con el único fin de embestir a los engaños que se les pongan enfrente, de no meter sustos al torero que les toque en suerte (habitualmente siempre los mismos) y de mantenerse en movimiento para provocar el éxtasis de los públicos, y juzgándoles sólo con ese criterio el fiasco es monumental, si tenemos en cuenta que el primero no tuvo atisbo de fijeza; el enano segundo se desplomaba como un sufflé mal hecho y fue devuelto; el tercero llevaba el hierro de Domingo Hernández y desarrolló complicaciones de las cuales la mayor es que no corretea lo que de él se espera; el cuarto que desarrolló sentido y buscaba; el quinto que salva el honor de su divisa en lo de la tonta embestida y la ausencia de intenciones y el sexto que era un toro descompuesto, sin atisbo de la docilidad que buscan sus criadores en sus “productos”. Uno de seis es el 16.6% de los toros, lo cual es realmente un pobre porcentaje de aciertos el que los de la divisa negra han traído a Las Ventas. En lugar del segundo, expulsado por don Caoba mediante la exhibición de moquero verde, apareció un lisarnasio de Valdefresno, que ahora la frailada de cada año nos la van echando con cuentagotas en forma de sobreros, que era más feo que picio y con netas condiciones embestidoras, el tiempo que le duraron, como para hacer morir de envidia a los Garcigrande

Para el festival de Garcigrandes y como antesala a la llamada “Corrida de la OTI” de mañana, el think-tank Dombiano cerró un cartel de carácter internacional, con el español Enrique Ponce, el francés Sebastián Castella y el venezolano Jesús Enrique Colombo.

Ponce está viviendo con el público de Madrid, a sus cerca de cincuenta años de edad, una época dorada. Decíamos más arriba cómo esta Plaza siempre ha medido a las figuras y con Ponce ya no hay medida sino entrega total. Dirá el de Chiva que por qué no pasaba esto hace quince años, con lo bien que le habría venido, y la respuesta es fácil: el público atufado de gin & tonic, el público de aluvión sin criterio ni conocimientos se ha hecho dueño de la Plaza y ese público hace quince años no existía o, al menos, no era el predominante. Le jalearon el tiovivo que montó con el bobiscón segundo como si fuera faena cumbre. No es que Ponce haya sido un torero de enorme compromiso, pero lo de hoy a base de las más descaradas ventajas, de esconder la pierna como se esconde uno que ha hecho una fechoría, del cite con el pico más rastrero sobrepasaba con creces lo admisible… y le vitoreaban como si estuviese haciendo la faena de su vida. Empezó dando la réplica al Juli doblándose por bajo con el toro como suele en terrenos del 8 y acabó su labor frente al 10 con un feo espadazo; entre medias se puso bonito y, cuando se le recriminó que se cruzase por lo menos una vez, se metió un poco en el terreno del toro y en tres derechazos se quitó de ese sitio perdiendo la muleta para volver a las formas ventajistas y de poco fuste que dieron fuelle a su primera faena, para la que le pidieron la oreja algunos insensatos. Su segundo cobró en varas como si fuese un Dolores Aguirre, Manuel Quinta se empeñó, aprovechando que el toro empujaba con brío, en hacerle unos sondeos geotécnicos en el espaldar, que daba grima ver cómo apretaba. El toro imponía su respeto a las cuadrillas durante el segundo tercio y, cuando tocan a muerte, se declara incompetente en lo aprendido en su ganadería y se revuelve con ganas de coger. Ya se ve que no es toro de ida y vuelta, sino de trabajar. Ponce tira de repertorio y, por un momento, parece que no va a querer pelea, pero tras un achuchón del animal en que el torero se lo quita con un ayudado tocándole el costado y un poderoso pase circular por arriba de los que hacen daño, como los de Curro Romero, como los de Gallito, el toro cambia y se ahorma un poco en su condición permitiendo a Ponce desarrollar su labor de manera emocionante, con ímpetu digno de un matador que acabase de tomar la alternativa y con unas ganas fehacientes de no dejarse ganar la partida por el toro. Gran faena de Ponce a este cuarto, Francachelito, número 125, refrendada de manera imperfecta por una estocada baja echándose hacia afuera, pero la obra ahí queda.

Castella en su segundo recibió un trompazo fortísimo, lo que se dice un palizón, toreando de capa. Le tocó el Garcigrande de carril y, esto debe ser reseñado, su segunda tanda de redondos, acaso por el aturdimiento del golpe, fue la mejor que le hemos visto nunca al francés, trayendo al toro embarcado, cayendo hacia adelante, quedándose colocado y rematando atrás, para demostrar que si quiere, puede, que lo sabe hacer. Luego siguió su labor en el tono habitual de ventaja, descargue de la suerte y paso atrás y remató con sus habituales cercanías a medida que el toro se apagó en sus ímpetus embestidores. Entre lo del trompazo, que se dejó coger en la estocada, que quedó bien colocada y fue efectiva y lo que se dijo antes de los benhures de la propina y don Caoba, las orejas pasaron del toro al torero con la inocente intermediación del alguacilillo.

Y a Colombo le dejaremos en que no fue su tarde. Lo mejor es que matando es un cañón. Lo peor es que hoy sus manos fueron las de Loris Karius, perdiendo la muleta hasta en cuatro ocasiones en la faena a su segundo, y no dejando un sello personal en sus atléticos pares de banderillas. En los del segundo tomó el olivo por tres veces, una por par, y eso no es lo que se espera de un matador que banderillea, ni tampoco que los peones le tengan que estar “aparcando el toro”. Mañana vuelve, a ver si por la noche medita sobre su tarde de hoy.

La brega de Rafael Viotti al quinto es de las que se deberían enseñar en las escuelas de tauromaquia para explicar cómo la excelente labor de un peón sirve para mejorar las condiciones de un toro.

Ponce
Viejo Maestro del Toreo Contemporáneo

Abella/Abeya
Viejo Maestro de la Gerencia

Amorós
Viejo Maestro de la Crítica

Presidente de José & Juan
Viejo Maestro de la Afición

Viejo Paseíllo de Maestros

Guernica I

Guernica II

De vuelta de la Plaza, donde Colombo tomó casi tantos olivos como Ponce tiene

Malditos sean los que en nombre de la democracia han conducido a España hacia el desastre



La democracia española ha traído consigo el chantaje de los separatistas, el latrocinio de los políticos, la inmoralidad de los funcionarios, el desbarajuste económico, la penuria de los trabajadores, la multiplicación de los atentados contra la propiedad y la vida ajena, la procacidad periodística, el empobrecimiento cultural, la anemia espiritual y el general desasosiego, que nos hace clamar para que esto estalle de una vez, aún cuando hayan de sacrificar temporalmente algunos intereses ciudadanos.


Malditos sean los que en nombre de la democracia
 han conducido a España hacia el desastre

AD / AR.- (A la memoria de don Nicolás Gálvez González) 
Salga lo que salga de la moción de censura contra el gobierno de Mariano Rajoy, una cosa es segura: será malo para España. No deberíamos extrañarnos de un momento tan grotesco como el que vivimos. En realidad la democracia española ha transitado siempre entre lo grotesco y lo estrafalario. Si hace un par de meses nos hubieran dicho que Pedro Sánchez se apoyaría en los protagonistas de la rebelión golpista en Cataluña para lograr lo que a través de las urnas le hubiera sido imposible, nos habría parecido el relato surgido de una mente disparatada y enferma. Es decir, que por la ambición infinita de Sánchez, el futuro de España puede quedar en manos de los que quieren destruirla. En la democracia española, ya se sabe, hasta lo inverosímil resulta concebible.

La democracia española ha traído consigo el chantaje de los separatistas, el latrocinio de los políticos, la inmoralidad de los funcionarios, el desbarajuste económico, la penuria de los trabajadores, la multiplicación de los atentados contra la propiedad y la vida ajena, la procacidad periodística, el empobrecimiento cultural, la anemia espiritual y el general desasosiego, que nos hace clamar para que esto estalle de una vez, aún cuando hayan de sacrificar temporalmente algunos intereses ciudadanos.

Si el supremo arte de gobernar consiste en mantener el orden y la armonía compatible con un amplio margen de progreso y libertad, un poder civil que no conduce a ello, sino que nos lleva a una situación de ineficacia y postración del Estado, sin ningún juicio sobre las causas incidentes, es un poder fracasado.

Cuando parecemos abocados a una tragedia sin precedentes (nada menos que la llegada al poder de Pedro Sánchez avalado por la extrema izquierda y los separatistas), se hace urgente reparar en las causas que nos han llevado a este desastre. De entrada, la responsabilidad de la población española parece lo suficientemente grande como para ahorrarnos cumplidos y expresiones de bienquedismo. Un pueblo que ha perdido el valor hasta de defenderse de cualquier agresión externa es un pueblo que no tiene derecho a la supervivencia. Pura razón natural tras 40 años de oligarquía partitocrática. Lo que tenemos es una masa adormecida, amorfa, hueca, vacía, grotesca, extremadamente manipulable. De ella no se podrá sacar nunca nada bueno, nada positivo. Al igual que otros europeos, pero en grado mucho mayor, los españoles han llegado al último capítulo de la decadencia y la degradación. Este es un organismo en putrefacción avanzado. La carne agusanada de este cuerpo es lo único que realmente se mueve y tiene vida. No es extraño que Sánchez pueda garantizar su futuro económico bajo las cenizas de un sistema que lo ha calcinado todo a su paso.

Es seguro que las próximas generaciones de españoles pagarán dramáticamente los excesos de estos años, ya que lo que se dibuja en el horizonte es una sociedad empobrecida, envilecida y en las garras de un puñado de lobos con los instintos salvajes intactos. Carecemos de defensas para pertrecharnos contra lo que se le viene encima. Y lo peor es que hay gente que no parece ser consciente. A base de manipularnos todos estos años, a base de inducirnos a todos los vicios y taras, a base de inculturizarnos, de rebajar nuestros instintos al nivel de las cloacas, han logrado atrofiar cualquier gesto de rebeldía, de sentido crítico, de espíritu rebelde.

Los españoles ya no sienten ni frío ni calor. Han creado una sociedad de espectros teledirigidos, han logrado rebajar nuestras preferencias vitales hasta la hediondez, han conseguido que nuestros ideales trancendentales estén más cerca de los de cualquier churri televisiva que de todos esos valores que indujeron a nuestros abuelos a dejarse la vida por una España mejor.

España está en trance de morir y aquí
 nadie parece tener nada que decir. 

Ya casi nadie exige que se repare el honor de nadie, y mucho menos el de España. Los yihadistas proliferan por doquier. Ilegales de toda África asaltan nuestras fronteras a diario. Los separatistas vascos y catalanes huelen la cobardía que hay en el ambiente y ven cerca la capitulación de una nación postrada a sus pies.

 Y ello sin que a los partidos con representación parlamentaria, ni al presidente del Gobierno, ni al Rey, ni a la prensa pesebrera, ni mucho menos a la sociedad civil parezca inquietarles.

Yo hace muchos años que dejé de creer en esta democracia. A decir verdad, nunca creí en ella. No puedo por tanto sentirme engañado por partidos e instituciones en las que nunca creí. Sólo nos han dejado el valor de la palabra, aún con grandes restricciones. Por eso proclamo mi desprecio y asco a todos los que han hecho posible este monumental fracaso colectivo, dándonos desencanto, pesimismo, inseguridad y desesperanza que antes, evidentemente, no existían.

Maldigo a los políticos españoles que pactaron una Constitución difusa y ambigua que está siendo la causa de todos nuestros males.

Maldigo a esos sindicatos parasitarios y en esos empresarios voraces que hablan de todo menos de la ética del trabajo y del interés social de la producción.

Maldigo al sistema que cifra su supervivencia en el poder amnésico de la telebasura y en el conformismo de los españoles. Sentirse a gusto en un vagón, aún cuando no haya máquina que lo arrastre o cuando la máquina nos lleva al abismo, es señal inequívoca de cretinismo mental, de ligereza o de vocación de suicidio.

Maldigo a todos esos representantes del Estado democrático que han permitido que con dinero de todos se fomente el odio a España en las escuelas vascas y catalanas, inculcando a los menores toda suerte de taras y de prejuicios que hoy ya son imposibles de erradicar.

Maldigo a esos legisladores que dictan leyes pensando más en ellos que en nosotros. Maldigo el ambiente de corrección política que nos han impuesto; que no pueda hablarse del derecho al honor porque diariamente se difama; que no pueda hablarse del derecho de propiedad privada, cuando ésta se confisca a través de bandas organizadas de okupas, protegidos y amparados por las leyes.

Maldigo a todos esos los periodistas que hablan del derecho a la libertad de expresión, cuando trabajan para medios comprados con fondos reptiles.

Maldigo otra vez al sistema cuya base doctrinaria ha consistido en llamar racista a quienes nos oponemos a que España se llene de ilegales; en llamar insolidario a quienes reivindicamos el bienestar de los españoles antes que el de los de fuera; en pedirnos que seamos tolerantes con los que vejan, humillan y masacran a sus mujeres en nombre de un dios violento y sediento de sangre.

Maldigo a las que se autoproclaman feministas cuando nunca antes había estado tan degradada la condición femenina y también a los que han aprobado leyes de género contra los hombres con el inconfesado objetivo de criminalizarlos preventivamente y minar las bases de la organización familiar tradicional.

Maldigo a esa jerarquía católica que está más preocupada por no pagar el IBI que por la voracidad fiscal que está empobreciendo a sus fieles. Maldigo a esa misma jerarquía católica española que ha abandonado a su suerte a sus fieles y navega por los mares del buenismo. Temerosa de los templos vacios, aspira a mantener clientela mediante inmigrantes, de forma que tiende a apostar por una inmigración descontrolada, que a través de un falso humanitarismo, genera y alimenta conflictos, empezando por los económicos, a través de las llamadas ayudas sociales, que son insostenibles.

Maldigo a quienes me piden dinero para alimentar a quienes no aceptan nuestras costumbres y pretenden reemplazarla por las de ellos. O a quienes me cuentan que deje la solución de mis problemas en manos de unos partidos cuyos dirigentes representan lo peor y más abyecto de la condición humana.

Maldigo a los que pretenden convertir el relativismo antropológico en certeza científica y que tratan de convencerme de que un soneto de Shubert tiene el mismo valor artístico que una danza masai.

Maldigo a los que han convertido la enseñanza en un instrumento para el adoctrinamiento ideológico de nuestros hijos, sirviéndose de ellos como animales de cobaya para poner en práctica todos sus proyectos de ingeniería social.

Maldigo a los políticos que no impidieron el exilio económico de nuestros mejores talentos, y que en cambio colman de atenciones, de dinero y de normas protectoras a los extranjeros que entraron ilegalmente en España.

Maldigo a los que mancillan a diario la memoria de las mil víctimas mortales de ETA excarcelando a sus verdugos y otorgándoles toda clase de beneficios penitenciarios.

Maldigo a esos militares que antepusieron sus intereses particulares al porvenir de la nación y que han convertido el Ejército español en una institución sin frío ni calor, sin barcos y sin honra.

Maldigo a los representantes de esa casta política que nos ha arruinado y vaciado de miras trascendentes.

Maldigo a los lacayos de Bruselas que han avalado estos 40 años de ingeniería social, de lobotomización cultural, de hediondez política, de basura moral. Maldigo a los que nos han impuesto un pensamiento único y un maniqueismo socialmente indiscutido.

Maldigo a los que expoliaron demográficamente las tierras del interior de España para dotar a la industria catalana de una mano de obra dócil y barata. Maldigo a los hijos de esa mano de obra que hoy se manifiestan codo con codo con los expoliadores de sus padres y abuelos. Maldigo a los representantes del Estado que han abandonado a su suerte a quienes en Cataluña se sienten españoles y pretenden ejercer esa condición utilizando la lengua de todos.

Maldigo a los que dedican nuestro dinero a subvencionar a vagos y maleantes y a los que han permitido que los pervertidos gocen de más privilegios que los padres de familia.

Maldigo al que ha hecho dejación de su función primordial de mantener unida a la nación y permitido que lo que queda en el almacén del estado unitario sea un simple retal. Maldigo a los que nos han impuesto sus dogmas, sus anatemas, sus preferencias culturales, sus clichés ideológicos, sus recetas políticas; a los que nos lanzan a diario sus bombas de distracción y manipulación masivas.

Maldigo a los que me piden comprensión con los que venden ilegalmente en nuestras calles; con los que nos devuelven la hospitalidad recibida con mil y un delitos, desde robos con violencia a ventas de drogas. Maldigo a los que me piden respetar a quienes hacen mofa y befa de todos los que pensamos de forma diferente.

Pero sobre todo, maldigo a los que quieren negarme este derecho a opinar libremente.

Por todo lo anterior, si la obnubilación nos ha conducido al desastre, que el desastre arramble con todo. Sólo desde las cenizas podremos resurgir como el Ave Fénix… si es que el destino nos tiene reservado algo mejor que Pedro Sánchez encaramándose al poder a manos de un puñado de traidores.

QUE SI, QUE NO…/ por Antolín Castro




QUE SI, QUE NO…

S.I.18.- El protagonista de este vigésimo tercer festejo ha sido, sin duda, Sebastián Castella. El francés se ha llevado la tarde y la cornada. Salir en hombros, por ello, es una consecuencia lógica de esas que suele tener la tauromaquia.

Claro que no para todos son justas las cosas que suceden o se premian y hoy ha sido un día de esos. Unos que sí a las dos orejas para Castella -eran muchos pidiéndola- y otros que no -eran muchos aunque menos- que el premio fue un exceso.

Castella fue cogido de manera terrorífica por el quinto cuando lo pasaba con el capote. Una voltereta impresionante, arrollado después en la arena, y todos temiéndonos todo lo peor. Le asistieron, lo llevaron a las tablas y allí, pasados dos o tres minutos, teníamos al desmadejado francés en pie, vendado uno de ellos y recuperando la verticalidad y el pulso.

Paseó 2 orejas Castella tras sobreponerse al escalofriante percance Foto: Plaza1
Apareció, entonces, la raza de los toreros o, al menos, la raza de este torero, el orgullo de no ceder en su empeño ante ese toro que se lo quiso quitar de en medio. Se plantó de rodillas y la temperatura adquirió unos cuantos grados de más en la emoción que llegaba a los tendidos, pasándoselo por delante a centímetros en varios derechazos. Después, ya en pie, ramillete de series con ambas manos con la tensión por las nubes. La faena fue a menos como lo fue también el toro, empeñándose entonces en ensuciar el trasteo con un encimismo totalmente innecesario. Ahí bajó la intensidad y la calidad de la faena. Estocada a por todas en buen sitio y los pañuelos a volar. La oreja se merecía de sobra por la faena, la oreja y media también por su raza y valor, las dos las concedió el presidente y unos que sí, otros que no. No hubo acuerdo aunque en todos quedó la sensación de que Castella es un torero de raza y que el valor y el orgullo siempre mereció consideración. En el otro estuvo mal y mató peor.

Toreaba Ponce y estuvo en eso, en Ponce; elegante, ceremonioso, parsimonioso, gesticulador, y con toda la plaza, o casi, a su favor. Las faenas muy diferentes en función de los toros de Valdefresno, el sobrero, y de Garcigrande. El manso primero le permitió torear con gusto y el segundo no. Siendo dos faenas distintas en su valoración, al público le dio igual, le ovacionaron en ambos. Visto con objetividad debería haber sido que sí en uno y que no en otro, pero le aplaudieron igual. Privilegio de unos pocos nada más

Confirmaba alternativa el venezolano Jesús Enrique Colombo, al que solo le rescatamos un par de banderillas en cada uno de su lote. No fue su tarde y estuvo a la deriva en sus dos oponentes. No le faltarían las ganas, no se lo vamos a negar en día tan señalado, pero nada le salió, perdiendo hasta cuatro veces la muleta en el sexto. Mañana podrá redimirse. Al venezolano la plaza le dijo que sí en lo poco bueno y que no en lo mucho malo en la tarde de su confirmación.

miércoles, 30 de mayo de 2018

El Fallero / por Paco Mora


 ..David Galván esperó al quinto toro desde el centro del ruedo, con la muleta plegada en la mano izquierda y, quieto como un poste, le dio salida a su embestida por el lado contrario en una perfecta interpretación de El Fallero, ese pase que estrenó Pedro Martínez “Pedrés” allá por los comienzos de los años cincuenta en las Fallas de Valencia y que inmortalizó el pintor Reus..


El Fallero

Paco Mora
La tarde alcanzó su mayor punto de ebullición en el vigésimo primer espectáculo de la Feria de San Isidro en Las Ventas cuando David Galván esperó al quinto toro desde el centro del ruedo, con la muleta plegada en la mano izquierda y, quieto como un poste, le dio salida a su embestida por el lado contrario en una perfecta interpretación de El Fallero, ese pase que estrenó Pedro Martínez “Pedrés” allá por los comienzos de los años cincuenta en las Fallas de Valencia y que inmortalizó el pintor Reus en un cartel de toros de una gran belleza artística y muy descriptivo de la tauromaquia del torero de Albacete.

Después, continuó el gaditano con estatuarios perfectos de quietud y estética, la barbilla hundida en el pecho, y dos pases de la firma de auténtico cartel de toros. Siguió la faena el de San Fernando con quietud, temple y armonía en series a media altura para evitar que el toro se le viniera abajo como todos sus compañeros de camada hasta el momento. La faena fue un portento de torería, gracia y saber andar por la cara del burel hasta que lo pasaportó de una buena estocada como ya había hecho con su primero. Pero el público venteño no acusó recibo, quizás influido por la nubosidad de la tarde, y no supo o no quiso apreciar el esfuerzo del fino y estilista torero gaditano.

Tampoco estuvieron los tendidos esta tarde a la altura que merecía Álvaro Lorenzo, y pese a la ovación con que le obsequiaron al finalizar el paseíllo, en recuerdo de las tres orejas conseguidas el Domingo de Resurrección, no valoraron con justicia sus dos faenas, repletas de detalles toreros y representativas del buen momento que atraviesa. Daniel Luque tampoco tuvo material con el que lograr el éxito, en una plaza que tanta falta le hace conquistar, para retomar el buen curso de su carrera. Tarde rara la de este martes en Las Ventas del Espíritu Santo, que no pudo levantar ni la Virgen María, de cuya ganadería era el último toro que sustituyó al que había sido devuelto a los corrales por su mansedumbre y escasez de fuerzas. En fin, otro día será…

Diccionario Progre / por Rafael Comino Delgado



El castellano o español es sin duda unos de los idiomas más bellos y ricos del planeta tierra, sin embargo  a los progres no les gusta mucho -como tampoco les gusta el Himno Nacional, ni la Bandera, ni los Toros- y están inventando palabras todos los días.

Diccionario Progre 

Rafael Comino Delgado 
Catedrático de la Universidad de Cádiz 
El castellano o español es sin duda unos de los idiomas más bellos y ricos del planeta tierra, sin embargo  a los progres no les gusta mucho -como tampoco les gusta el Himno Nacional, ni la Bandera, ni los Toros- y están inventando palabras todos los días.

Los vemos y oímos  especialmente en el Parlamento, donde están los progres "pata negra",  los que  dicen: "hombres y mujeres", "niños y niñas", "compañeros y compañeras", "gaditanos y gaditanas", etc.; los descamisados, descorbatados, mal peinados y afeitados, no demasiado lavados, mal encarados y peor hablados, pues si no reúne todas estas características no  es un verdadero progre, aunque  a partir de ahora para ser un progre total probablemente será necesario comprarse  un chalet de 600.000 euros, como mínimo. 

Ya todos les conocemos, pues por desgracia les tenemos que pagar un sueldo. Un sueldo por no hacer nada útil, sino decir estupideces, crear problemas y generar odio, pues otra característica típica del  buen progre es la de trabajar lo justo e incluso menos.

Bueno pues ya han inventado palabras como, "jóvena", "miembra", "portavoza", etc. Probablemente será casualidad, pero estas tres palabras fueron inventadas por tres insignes mujeres, podríamos decir, y la historia  lo dirá, por tres "progras": Dª Carmen Romero, Dª Bibiana Aido y Dª Irene Montero.

También han decidido ignorar los sustantivos comunes y epicenos, como juez, presidente,  concejal,  alcalde, etc, y dicen jueza, presidenta, concejala,  alcaldesa. Y lo  malo es que la RAE les sigue, y va admitiendo muchas de las estupideces y patadas al buen castellano que a la progresía se le ocurren.

Conociéndoles, conociendo su forma de ser, de  actuar e inventar y, sobre todo, basándonos en lo ya inventado, estamos elaborando un nuevo diccionario, de la Real Academia de la Progresía Española (RAPE), del  que a continuación exponemos  algunas palabras.

Entre paréntesis exponemos la nueva palabra pogre, que seguramente oiremos en un futuro próximo:

Abominable (Abominabla); Adolescente (Adolescenta) ; Albañil (Albañila); Alférez (Alfera o Alfereza);Ardiente  (Ardienta); Autosuficiente (Autosificienta); Ayudante (Ayudanta. Ya la usan);Bebé (Bebá); Cabo (Caba); Cadáver(Cadávera); Caliente (Calienta); Civil (Civila);Concejal (Consejala. Ya la usan); Chófer (Chófera);  Conserje (Conserja);  Coronel(Coronela); Endeble (Endebla); Débil (Débila); Eficaz (Eficaza); Eficiente(Eficienta);  Fuerte(Fuerta); General (Generala) ; Imbécil (Imbécila); Inaguantable (Inaguantabla); Inteligente (Inteligenta); Progre (Progra); Serpiente (Serpienta).

Con  estas nuevas voces progres tenemos por ahora, pero seguiremos pendientes de la  Real Academia de la Progresía Española (RAPE) y de su evolución.
                                          

San Isidro'18. XVII de Feria. Un toro fantasma y tres toreros arrastrando las muletas como si fueran cadenas / por José Ramón Márquez


Ná menos


Lo menos previsible de la tarde ocurrió en el sexto. Salió un jabonero sucio que lo que llevaba encima era un perfecto traje de camuflaje, porque se mimetizaba con los colores del arenal venteño, y algunas veces sólo veías en el ruedo los ojos negros y los pitones del animal como una especie de fantasmagoría o ectoplasma que se movía de acá para allá y, súbitamente, cuando se encontraba el toro con el fondo del rojo inglés de la barrera se materializaba en toro. Era realmente entretenido seguir las evoluciones de Novelista, número 54, en sus correteos, pero éste no era un novelista de primera fila, de esos que se les forma una fila en la Feria del Libro como la de la devolución de las entradas de ayer, sino más bien un novelista de poco fuelle, o acaso un novelista del romanticismo aquejado de tisis, porque el pobre se pegaba unos planchazos contra el suelo que movían más a la compasión que a la protesta. 
Lo cierto es que en las caídas del animal, a causa del camuflaje que portaba, quedaba el bicho totalmente desaparecido y aquello era un Guadiana de apariciones y desapariciones, casi una corrida organizada por un Houdini o un Dynamo. Las buenas gentes se exasperaban porque entre las desapariciones y los trompazos allí no había toro, ni cabra, ni mona, y don Jesús María Gómez Martín, que vio tan claramente el otro día que había que echar de la Plaza a un toro manso que no había acometido ni una sola vez a los capotes, estuvo dudando hoy lo suyo si le sacaba el mocador del color de la esperanza, hasta que una vez picado el Novelista (qué buena idea darle un par de puyazos traseros a los que perpetran esas novelas tan malas) y portando dos banderillas clavadas en su pellejo, que menuda dificultad para El Puchi poner dos banderillas a una entidad que no ves, accedió a las demandas de las bases y puso a trabajar a la piara de Florito con el fin de sacar de la Plaza a la Entidad. Entonces anunciaron que iba a salir Forajido, número 23, que ya estuvo de sobrero el día de Julián, de infausto recuerdo para él. Forajido era de la ganadería de Virgen María, que no debe ser confundida con los murubes portugueses de Santa María, y en ella todo llama la atención: el nombre del propietario, la empresa Bravo y Noble S.L.U; que su representante sea don Jean Marie Raimond Raimond, afincado en Rosas (Gerona) y en Le Rove (Departamento de Bocas del Ródano); que esta ganadería, formada en Francia, ahora se halle en una finca de Constantina de tan sonoro nombre como “Pedrechada y Garlochí” y, sobre todo, que mientras los franceses se dedican a adquirir y a llevar a su tierra las vacadas de Concha y Sierra o del Cura de Valverde, a nosotros nos mandan los Jandillas de las Galias, si serán listos los tíos.

Bueno, pues ahí tenemos a Forajido en el ruedo, cuya presencia despertó las infantiles iras de un joven aficionado de unos doce o trece años que se sentaba tras de mí y comenzó a dar palmas de tango y a decir del toro que “era una vaca”, que “no tenía pitones para Madrid” y otras lindezas de sabio de la cosa taurómaca por las que no cabe menos que felicitar a su padre o abuelo o quien le haya instruido con tanto provecho, aunque nuestro jovencísimo compañero de andanada se fijó en lo aparente, en la presencia de Forajido, que no era en absoluto apabullante, pero algo tenía en su manera de embestir, en la viveza de su tranco, que no hacía estar tranquilos a los de abajo y, para que quede demostrado simplemente diremos que entró cuatro veces a la jurisdicción de Francisco Javier Sánchez, quien desde el confort de su posición elevada le picó de manera inmisericorde, recargando y buscando atemperar aquello que el animal portaba dentro y que tan poco gustaba. Eso no fue suficiente, al parecer, ya que en el primer par de banderillas que recibió, persiguió y sacó de la Plaza a El Puchi por la expeditiva vía de hacerle tomar el olivo como resultado de la tenaz persecución a la que le sometió. Luego se fue apagando en la tediosa y previsible muleta de Álvaro Lorenzo, que no se dio cuenta de sacarle rápidamente al toro los doce o catorce muletazos que tenía, máxime a la vista de la sangría que se le había practicado, y se puso el hombre a dar su mitin, que es como si uno te pretende colocar así a las bravas y porque sí, una conferencia sobre la despoblación rural.

Se nos olvidaba decir, aunque esto no creo que sea algo que quede para los anales, que hoy volvían a Madrid, desde 2009, cómo pasa el tiempo, las ganaderías hermanas de Torrehandilla y Torrehebreros, que se distinguen porque la divisa de una es colorada y la de la otra es verde, y que son propiedad de “Cuadra Torrehebreros, S.L.” y es menester subrayar aquí de manera especial lo de “cuadra”. El hecho de que hayan pasado once años desde que vinieron la vez anterior puede servir para hacerse perfectamente la idea de lo que van los de la Cuadra Torrehebreros. La presentación de la corrida fue buena, con algún gordito como el quinto, Pantalán, número 27, del que se hablará más adelante. En general la corrida no adoleció de manera espectacular de falta de fuerzas, salvo el jabonero del camuflaje, si bien el cuarto se pegó un planchazo descomunal en un pase por alto, que se quedó el bicho tumbado a la larga sobre la húmeda arena y parecía que le había dado el cólico miserere.

Para la cosa del matarile de los Handilla y Hebreros, de los HH, el equipo administrativo de Domb formalizó la contratación de Daniel Luque, cuyo padre me invitó a un exquisito café expreso en cierta ocasión, David Galván y Álvaro Lorenzo. Como es natural y evidente la propuesta empresarial trajo a la Plaza la entrada más pobre de cuantas llevamos vistas en lo que va de Feria.

De Daniel Luque yo creo que ya se ha dicho mucho sobre lo que hace y, especialmente, sobre lo que no hace. De entre lo que hace, lo mejor es que va donde le llaman, que lo mismo se va a Osuna a matar unos Miura que se viene a Las Ventas, y aquí siempre debemos recordar aquella temporada en que le llevaba José Luis Marca en la que despachó en Madrid, si la memoria no me falla, catorce toros: 6 en una de él solo, 6 en tres de San Isidro y 2 en una de Otoño, sin llegar saludar una triste ovación desde el tercio. La otra cosa que se debe decir es que ha reducido algo el tamaño de su capote, pero ha aumentado los metros cuadrados de su muleta y se presenta con un muletón descomunal, como el telón del teatro de la Zarzuela, ahora que Gregorio Marañón lo va a desguazar. El resultado de su muletón es que los pases le salen enganchados uno tras otro, que mover toda esa tela no debe ser nada fácil, por lo que la faena le queda deslucida y poco estética. Y luego alguien le debería decir que eso de tirar lejos de sí el estoque, aunque sea el de mentira, no está nada de bien, que el estoque es lo que le hace vestir de oros y lo que le separa de los que se llaman subalternos, y que el estoque, que muchos toreros metidos a ganaderos han puesto en sus hierros (Pedro Romero, sin ir más lejos), debe ser venerado y respetado pues es el signo de su posición. De sus trasteos apenas hay mucho que decir, si acaso en su primero, que es el que se movió, le enjaretó unas despegadas tandas, o tandillas, que obtuvieron cierto reconocimiento popular mientras el toro se movió, pues lo del movimiento es algo que extasía. Luego, como la tarde iba de tirar cosas, al entrar a matar al primero tiró la muleta; en el cuarto, no.

David Galván no tuvo su tarde. Diremos lo bueno, que se dice en seguida y que es el inicio de faena a su segundo compuesto por tres ayudados por alto de telón, un pase del desprecio barbillero, un pase por alto y el remate de un ayudado por bajo. Remarcamos lo de barbillero porque es algo que el torero hizo con afectación, lo de clavar la barbilla al esternón, como para dar más solemnidad al asunto. El toro era Pantalán, colorado, que ahí estaba con sus embestidas y su falta de malas ideas y que se fue a estrellar con la incomprensión de David Galván. La faena la inicia haciendo galopar al toro en los medios a la media altura, rematando por alto, sin bajar la mano. El toro se le entrega en dos series y de pronto el torero, nadie sabe por qué, tras un paseo de introspección, le cambia los terrenos donde le había ido perfectamente y se lo trae hacia el tercio frente al 9. A partir de esa extraña decisión el toro cambia y es ya más remiso a embestir, parándose y dejando al aire las ventajas y las carencias del gaditano. Quiere arreglar el final de lo suyo a base de embarullamiento, cercanías, arrimón y susto, cosa que no consigue. En mi opinión se le fue el toro.

Y Álvaro Lorenzo, que le sacaron al tercio a saludar y yo ni me acordaba de que le dieron tres orejas -y la vuelta al ruedo a uno de sus toros- el Domingo de Resurrección. ¿Cómo sería la huella que dejó en el día de su triunfo grande, que estuve en la Plaza y no recordaba nada? Hoy, que ni mucho menos era el día de su triunfo, tampoco deja nada para el recuerdo, porque sus modos de toreo amodernado son exactamente iguales que los de casi todos y porque detesto las ventajas que se toman con toros que embisten. Lo mismo podía irse a Mora, que le pilla cerca, a preguntar allí qué es lo que hay que hacer para triunfar de verdad y abrirse un hueco en la afición de Madrid, que la ecuación es harto fácil de aprender, por más que en ella siempre esté la promesa de la sangre.

A la salida fueron consultadas las bases y se dictaminó por mayoría suficiente que de los tres el que peor había estado fue Luque.

UNA TERNA EN BABIA / por Antolín Castro

Hoy llovía al empezar, también ilusión haciendo saludar a Lorenzo, luego...

Los tres, Daniel Luque, David Galván y Álvaro Lorenzo, han pasado la tarde en Las Ventas sin enterarse de nada. Ni de los toros nobles que tenían delante, por cierto con las orejas puestas a su disposición, como tampoco del eco que sus insulsos trasteos trasladaban al tendido.


UNA TERNA EN BABIA

Antolín Castro
S.I.18.- Para los que no sepan lo que es ‘babia’ les indicamos que es tanto como decir en la inopia o, si lo quieren mejor,  que no se han enterado.

Los tres, Daniel Luque, David Galván y Álvaro Lorenzo, han pasado la tarde en Las Ventas sin enterarse de nada. Ni de los toros nobles que tenían delante, por cierto con las orejas puestas a su disposición, como tampoco del eco que sus insulsos trasteos trasladaban al tendido.

Si malo es lo primero, más preocupante es lo segundo. Lo primero lo pueden justificar con que ejecutaron el toreo moderno, trazar líneas, retrasar la pierna de salida, utilizar el pico de la muleta, etc., y que es eso lo que se lleva ahora y lo que a las figuras les vale. Con lo segundo no hay manera de justificar nada. Si notas que no interesas al público qué coño sigues haciendo allí, amontonando pases sin ninguna calidad, y aburriendo al personal y hasta a los toros. O es que no perciben que los aplausos que reciben son solo de tres docenas de espectadores?

Pues no, pesados hasta escuchar avisos antes de entrar a matar. Poniendo posturas cañís y olvidándose de que la autenticidad, máxime si no eres figura y no cuentas con legión de seguidores que te adulen, es lo que puede convencer y conmover a los aficionados de Madrid. Pues de eso no hubo.

Los toros fueron blandos y nobles como para cortarles más de una oreja al primero, quinto y sobrero sexto, uno para cada uno, y el resto para aumentar su prestigio torero y no tirarlo por la borda. Una pena de tarde que han desaprovechado.

Alguien podrá decir que el toreo que han practicado es idéntico, o parecido al de otros figurones y a ellos les vale. La respuesta la hemos dado hace un rato. Ellos llenan la plaza con incondicionales y de ese modo lo que hacen ya lleva marchamo de triunfo con tanto seguidor. 

Así que ya lo saben, a torear bien o a ser figura. Si eligen lo segundo deberán aprobar las oposiciones taurinas que les aúpen a esos puestos; si eligen lo segundo basta con interpretar el toreo con pureza y sentimiento. Cuestión de elección. 

La “lealtad” que un villano incapaz puede guardarle a un presidente melindroso y cobarde se llama “moción de censura”



Aquí se está negociando una reforma constitucional a espaldas del pueblo que, lejos de acabar con las autonomías cancerígenas que nos devora, y lograr la recuperación por parte del gobierno central de competencias en educación, sanidad, justicia y seguridad, como creo que está demandando el pueblo, lo que pretende es la voladura controlada de la nación y venderla después como almoneda.


La “lealtad” que un villano incapaz puede guardarle a un presidente melindroso y cobarde se llama “moción de censura”

Hace escasas semanas el presidente Rajoy, encolerizado con el líder de Ciudadanos, ponía en alza la firme “lealtad” de Pedro Sánchez y del PSOE en asuntos de Estado. Me imagino al dirigente socialista desternillarse de risa en la intimidad, mientras ante los medios de contaminación se vanagloriaba de las alabanzas recibidas.

Es evidentes que los dos personajes están más que amortizados. La “lealtad” que un villano incapaz puede guardarle a un melindroso cobarde, se llama “moción de censura”. Todavía tengo en la retina aquella imagen de Mariano Rajoy frente a Pedro Sánchez en un plató de televisión, y recuerdo con detalle el momento en el que el incapaz y ambicioso discípulo de Zapatero llamaba “indecente y retrógrado” a un presidente del gobierno que, en aquella campaña electoral, fue golpeado públicamente por un joven podemita visiblemente crecido y envalentonado.

La única razón que ha llevado a los líderes del bipartidismo a ofrecer esa falsa imagen de unidad, no es otra que saberse responsables, ante la crisis institucional por el golpe de estado en Cataluña, del daño causado a España y a los españoles por gobiernos del PSOE y del PP desde 1982, en su concubinato con quienes siempre han tenido como objetivo independizarse de España.

De esa falsa unión se desprende la ineficaz aplicación del 155 a la carta, que nunca ha tenido como objetivo la intervención de la autonomía y los medios independentistas, ni detener a los golpistas, ni disolver el cuerpo de los mozos de escuadra por traición a la Patria. Se pretendió con ellos tapar la corrupción generalizada de sus partidos y de la antigua Convergencia, con Pujol a la cabeza, en busca de una salida pactada.

Aquí se está negociando una reforma constitucional a espaldas del pueblo que, lejos de acabar con las autonomías cancerígenas que nos devora, y lograr la recuperación por parte del gobierno central de competencias en educación, sanidad, justicia y seguridad, como creo que está demandando el pueblo, lo que pretende es la voladura controlada de la nación y venderla después como almoneda.

Mariano Rajoy ha vuelto a ser “sodomizado” por quien le redacta el guion. La moción de censura presentada por el líder socialista, so pretexto de la corrupción del PP tras la detención de Zaplana y la sentencia del caso “Gurtel”, mientras se olvida del latrocinio y la podredumbre de su propio partido en Andalucía, solo es el resultado de su ambición e interés personal para llegar a la Moncloa, aunque para ello tenga que aliarse con el más sinestro elenco de actores que se sientan en el Parlamento español: comunistas y separatistas.

A los actuales líderes de un bipartidismo que ha gobernado España desde 1982, respaldados por la mayoría de los medios de contaminación, les importa nada lo que la gente piense en momentos tan decisivos. Ambos se pasan por el forro de los caprichos el reproche que con más insistencia se les hace: haberse vendido durante cuarenta años a los nacionalismos separatistas y antiespañoles por un puñado de votos. Prueba de ello es la miserable y vergonzosa bajada de pantalones del gobierno ante los separatistas vascos, para sacar adelante los PGE.

Considero más necesario que nunca que, en lugar de enojarse por la puñalada trapera asestada por su “leal” jefe de la oposición con la presentación de una moción de censura, el presidente del gobierno debería disolver las Cortes y convocar elecciones. A continuación, si les quedase un ápice de dignidad, los dos líderes del bipartidismo se marcharían a sus casas, y solicitarían la disolución de sus respectivos partidos.

martes, 29 de mayo de 2018

José Manuel Soto dedica una canción "a los pobres desgraciados que odian España"


Soto publicó en Twitter "Soy español", un single 
dedicado con orgullo a su país. 

José Manuel Soto siempre ha destacado por proclamar con orgullo su nacionalidad, y hacerlo sin asomo de vergüenza en las siempre conflictivas redes sociales.

En esta ocasión, Soto ha decidido trasladar su opinión a uno de sus nuevos temas, que él mismo ha difundido vía Twitter mostrando un videoclip dedicado "a todas las buenas gentes que aman España y también a los pobres desgraciados que la odian y que ni ellos mismos saben por qué".

José Manuel Soto dedica una canción "a los pobres desgraciados que odian España"


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https://youtu.be/wBkizQHWyaM ahí va #SOYESPAÑOL , un pasodoble con aire gaditano dedicado a toda las buenas gentes q aman a España y también a los pobres desgraciados q la odian y ni ellos mismos saben por qué...

En el vídeo colaboran famosos como Carlos Herrera, Tomás Guasch, Bertín Osborne o Fran Rivera, y se muestra sin sonrojo tradiciones como los toros, el flamenco o el jamón.

"Soy español, y lo digo con orgullo sincero. Soy feliz cuando piso su suelo, mensajero de un canto de amor". Nada queda sin tocar en la canción: gastronomía, geografía, mitos literarios y el toreo tan caro a José Manuel Soto.