lunes, 7 de mayo de 2018

Carta de la madre de un asesinado por ETA a las madres de los presos de la banda terrorista



Si aún no me reconoces, yo soy la madre de aquel joven que se dirigía al trabajo, con cuyo salario me ayudaba a criar y mandar a la escuela a sus hermanos menores, y que fue asaltado y herido mortalmente a balazos disparados por tu hijo.

Carta de la madre de un asesinado por ETA a las madres de los presos de la banda terrorista


Del toro al infinito (Remitido)
07 de Mayo de 2018
Vi tu enérgica protesta delante de las cámaras de TV, en uno reciente manifestación a favor de la reagrupación de presos y su transferencia a cárceles próximas a sus familiares, y con mejores prestaciones.

Vi como te quejabas de la distancia que te separa de tu hijo, y de lo que supone económicamente para tí, ir a visitarlo como consecuencia de esa distancia.

Vi también toda la cobertura mediática que dedicaron a dicha manifestación, así como el soporte que tuviste de otras madres en la misma situación y de otras personas que querían ser solidarias contigo, y que contabas con el apoyo de algunas organizaciones y sindicatos populistas, comisiones pastorales, órganos y entidades en defensa de los derechos humanos, ONGs, etcétera, etcétera.

Yo también soy madre y puedo comprender tu protesta e indignación. Enorme es la distancia que me separa de mi hijo.

Trabajando mucho y ganando poco, idénticas son las dificultades y los gastos que tengo para visitarlo. Con mucho sacrificio sólo puedo visitarlo los domingos, porque trabajo incluso los sábados para el sustento y educación
del resto de la familia.

Felizmente, también cuento con el apoyo de amigos, familia, etc.

Si aún no me reconoces, yo soy la madre de aquel joven que se dirigía al trabajo, con cuyo salario me ayudaba a criar y mandar a la escuela a sus hermanos menores, y que fue asaltado y herido mortalmente a balazos disparados por tu hijo.

En la próxima visita, cuando tú estés abrazando y besando a tu hijo en la cárcel, yo estaré visitando al mío y depositándole unas flores en su tumba, en el cementerio.

¡Ah! Se me olvidaba: ganando poco y sosteniendo la economía de mi casa, a través de los impuestos que pago, tu hijo seguirá durmiendo en un colchón y comiendo todos los días. O dicho de otro modo: seguiré sosteniendo a tu hijo
malhechor.

Ni a mi casa, ni en el cementerio, vino nunca ningún representante de esas entidades (ONGs), que tan solidarias son contigo, para darme apoyo ni dedicarme unas palabras de aliento.

¡Ni siquiera para decirme cuáles son MIS DERECHOS!

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