lunes, 7 de mayo de 2018

Pasillo a Onán / por Juan Manuel Rodríguez



En cuanto al ejercicio de onanismo culé, propiciado por Piqué, de hacerse a sí mismo el pasillo... poco más que añadir a lo que ya se ha dicho. No es que sea ridículo, no, es que es el enésimo esperpento protagonizado por ese club, y con la anuencia de Valverde a quien, al parecer, tampoco se le consultan estas cosas.

Pasillo a Onán

El problema no es de Hernández Hernández, que ya ha demostrado su incapacidad para dirigirle partidos al Real Madrid, sino de quien le sigue designando para ellos, o sea, de Victoriano Sánchez Arminio. Según mis cálculos, y con arbitrajes como el de anoche en el Camp Nou, el Barça puede permanecer imbatido hasta el 16 de noviembre del año 5.619 a las siete y media de la tarde. Y luego me podrán decir que no hay mala intención en sus decisiones (¡sólo faltaría que la hubiera!) o que no vio las jugadas (pero, ¿no está ahí precisamente para verlas?) o que andaba mal situado, pero lo único cierto es que, una vez más, este árbitro perjudicó notablemente al Real Madrid y diera toda la sensación de que su designación no hubiera sido improvisada sino un acto plenamente consciente. Lo hizo adrede.

Efectivamente, y como lleva Marca en su portada, si la Liga hubiera estado en juego se hubiera organizado un lío monumental. Pero es que ya lo estuvo, la Liga ya estuvo en juego y, como decía antes, Hernández Hernández perjudicó al Real Madrid, de modo que la reincidencia en el error te lleva a deducir que quizás no sea visto como tal en el Comité designador. Lo mejor que, desde el punto de vista del Real Madrid, se puede decir es que Victoriano Sánchez Arminio apura sus últimos días al frente del CTA. No hay modo de que siga si las elecciones a la presidencia de la federación las gana Rubiales pero en el caso de que las ganara Arrea Larrea, Arminio ha decidido que lo deja. Nadie le empuja a irse, se va él porque quiere. Se va por aburrimiento, no por malo, lo cual no habla tampoco precisamente bien de nuestro sistema de competición.


En cuanto al ejercicio de onanismo culé, propiciado por Piqué, de hacerse a sí mismo el pasillo... poco más que añadir a lo que ya se ha dicho. No es que sea ridículo, no, es que es el enésimo esperpento protagonizado por ese club, y con la anuencia de Valverde a quien, al parecer, tampoco se le consultan estas cosas. A mí lo del pasillo ya se me hace bola, como se me hizo bola en su día lo de la final de Copa en el Bernabéu. Da igual lo que se escriba al respecto, todo el mundo sabe quién fue el primero en romper esa absurda tradición. Lo que se le pedía al Madrid es que pusiese nuevamente la otra mejilla, pero al parecer la paciencia tampoco es infinita en el club blanco. La virtud que tiene todo esto es que, como escribí aquí mismo hace poco, muerto el pasillo... se acabó la rabia. A otra cosa.

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