viernes, 29 de junio de 2018

El toro está fisiológicamente adaptado a la lidia / por Fernando Gil-Cabrera



El Dr. Gil-Cabrera, investigador de la Universidad Complutense y especialista en la fisiología y comportamiento del toro durante su lidia, explica en este artículo la adaptación fisiológica del toro durante la lidia. Y sobre la base de criterios objetivos y científicos, concluye que "se puede afirmar que efectivamente el toro elabora una respuesta de adaptación al estrés que le permite desarrollar las modificaciones fisiológicas necesarias para afrontar el estrés de la lidia, y esta adaptación tiene un reflejo en el comportamiento específico de este animal en esta situación concreta". Se trata de un artículo que ahora que el nuevo ministro de Cultura habla del sufrimiento, conviene volver a leer.

Los criterios objetivos y científicos
El toro está fisiológicamente adaptado a la lidia

Fernando Gil-Cabrera   
A raíz de las comparecencias que tuvieron lugar recientemente durante la Comisión de Cultura en el Congreso de los Diputados, me gustaría hacer una serie de aclaraciones que, como especialista en la fisiología y comportamiento del toro durante su lidia, considero que es necesario conocer para poder valorar con un criterio objetivo y científico este tema.

La primera consideración hace referencia al manido titular “El toro no sufre” del que se viene haciendo uso demagógico repetidamente en este tipo de contextos. Como el Dr. Illera ha aclarado en multitud de ocasiones y los estudios científicos de su departamento avalan, la lectura correcta es “que el toro de lidia, gracias a su selección y evolución, es capaz de adaptarse fisiológicamente tanto al estrés como al ejercicio físico que supone su lidia” y, en ningún caso se ha hecho un juicio de valor acerca del sufrimiento del toro de lidia en esta situación. Por lo tanto, sería aconsejable dejar de utilizar y de hacer referencia a este titular periodístico como a una conclusión científica derivada de los trabajos de este grupo de investigación.

Alguno de los comparecientes criticaron el hecho de que los trabajos referentes a la fisiología del toro de lidia realizados en el Departamento de Fisiología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, no han sido publicados en ninguna revista de ámbito internacional, intentando invalidar por ello las conclusiones derivadas de los resultados obtenidos. Me gustaría aclarar, que existe una dificultad específica para publicar trabajos referentes al toro de lidia en este tipo de revistas; no obstante, dichos trabajos cuentan con el respaldo de varias Tesis Doctorales realizadas en el Departamento y aprobadas por sus respectivas Comisiones de Doctorado que velan por el rigor científico de los trabajos aprobados. Asimismo, estos trabajos han sido presentados en diferentes congresos científicos, tanto nacionales como internacionales.

Curiosamente, las personas que exigieron que los trabajos científicos deben estar publicados en revistas de ámbito internacional, basaron su argumentación en estudios sobre el toro de lidia que no están publicados en ninguna revista que cumpla este requisito. En este sentido, en el trabajo referente a las lesiones producidas durante la lidia, no se aporta la información suficiente ni el soporte estadístico necesario que nos permita valorar en toda su extensión esas lesiones. Por ejemplo, no se explicó si las lesiones de más 30 cm o la rotura de la pleura o de una apófisis vertebral son casos puntuales o, por el contrario, se presentan con una frecuencia estadísticamente significativa.

Tras décadas de trabajo en la respuesta endocrina al estrés de diferentes animales, y en particular del toro de lidia, los estudios realizados en el Departamento de Fisiología de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, corroboran que el toro de lidia es capaz de elaborar una respuesta de adaptación fisiológica al estrés y al ejercicio a los que se ve sometido durante su lidia. Esto significa que el aumento en las concentraciones de las hormonas implicadas en la respuesta a estrés (como el cortisol, la ACTH, las catecolaminas o las endorfinas), y que se ha utilizado como argumento para probar el sufrimiento del toro durante la lidia, en realidad forma parte de una respuesta básica en todos los animales frente al estrés, incluyendo al ser humano, y gracias a esta respuesta y a la acción de estas hormonas somos capaces de adaptarnos a los cambios continuos del ambiente y a las situaciones de lucha-huida en las que se requiere un aporte extra de energía, que se obtiene mediante los cambios metabólicos iniciados por estas hormonas y que está ampliamente descrita en la bibliografía científica.

De la misma manera, no hay que olvidar que el papel fisiológico que en estas situaciones estresantes tienen las endorfinas, entre otros, no es otro que el de bloquear los receptores del dolor para permitir la reacción de lucha o huida. Por lo tanto, un aumento significativamente estadístico en la concentración de endorfinas en el toro durante la lidia no tiene otra función más que la que está descrita en la multitud de estudios de fisiología del estrés y del dolor, que es la de paliar el dolor.

No debemos concluir de estos resultados, por tanto, nada referente al sufrimiento del animal, tan sólo podemos afirmar que el animal posee los mecanismos fisiológicos necesarios para adaptarse al estrés y al dolor, conclusión que se ve reforzada por las acciones comportamentales específicas que el toro manifiesta durante la lidia y que han evolucionado a la par que su adaptación fisiológica. Podemos hacer referencia, sin pretender hacer una identificación absoluta, a contextos fisiológicos cercanos a la situación estresante del toro durante su lidia como pueden ser los accidentados que no sienten dolor durante los momentos posteriores al accidente para poder huir, o las personas que durante una pelea no sienten el dolor para continuar luchando; de estas situaciones existen publicados numerosos estudios científicos, así como testimonios de los afectados. Un ejemplo de esto lo encontramos en la terrible cornada que el torero Juan José Padilla recibió en la cara en la plaza de Zaragoza. En una entrevista realizada al torero en RNE, declaró que en el momento de la cornada: “No, no sentía dolor, sentía como un cansancio, como un agotamiento, era como una sedación”.

Y, recalcando la importancia del comportamiento del toro durante su lidia, resulta interesante hacer hincapié en la evolución que los ganaderos, gracias a su selección, han conseguido a lo largo de los siglos. De un animal herbívoro, “programado y diseñado” para huir, se ha obtenido un animal preparado para afrontar el estrés luchando y atacando. Esta evolución se puede constatar comparando el comportamiento de los toros del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando los animales no acometían y se defendían de manera continua y brusca, refugiándose constantemente en las tablas (recordemos la necesidad de hacer plazas de toros redondas para evitar que los animales se aquerenciaran en las esquinas de las plazas existentes cuadradas) con el comportamiento actual.

Hoy en día, los toros, con más o menos acometividad, siempre atacan y acuden a los estímulos de forma repetida (caballo de picar, banderillas, capote o muleta); es difícil verlos huir de manera clara (¿cuándo fue la última vez que un toro se banderilleó con banderillas negras porque no acudió al caballo de picar? Yo el último recuerdo que tengo de este hecho es con el toro Caraestrecha de Cortijoliva el 2 de mayo de 1996 en Madrid). Y esta acometividad no se observa únicamente en un espacio confinado como es la plaza donde se lidia, sino que en los tentaderos a campo abierto, en su hábitat, donde nada limita el movimiento ni la huida del toro y donde se le pica igualmente, el toro acude al caballo sucesivas veces, desde largas distancias y a contra querencia.

Esta evolución en la fisiología y el comportamiento del toro durante su lidia, en los últimos años se ha visto optimizada por los ganaderos, que han incluido la preparación física como parte de la vida diaria del animal. Esto ha supuesto que el toro de lidia esté más preparado y adaptado fisiológicamente al ejercicio que supone la lidia. En este sentido, los datos obtenidos en nuestro laboratorio así lo corroboran, pues el toro de lidia es capaz de adaptarse al esfuerzo físico y esto se observa en el aumento estadísticamente significativo de la concentración de testosterona en sangre y de la relación testosterona/cortisol tras la lidia. Estos resultados coinciden con la multitud de estudios realizados en el campo de la preparación física de atletas, donde dicho coeficiente se utiliza como indicador de la adaptación al esfuerzo y al entrenamiento; también hay estudios similares muy interesantes en caballos de carreras. Esta adaptación al ejercicio físico, se pone de manifiesto también en una serie de evidencias comportamentales en el toro, que en el caso de su evolución en relación a su adaptación al ejercicio físico, son claras: los toros sufren muchas menos caídas en la actualidad (de hecho esto fue un problema durante los años 80 y 90, actualmente infrecuente) o por ejemplo, el dato curioso de la reducción del tiempo que tardan los toros en los encierros de Pamplona en realizar el recorrido desde los corrales hasta la plaza en los últimos años, todo ello coincidente con el momento en el que comenzaron a entrenarse en el campo.

Con todo lo anteriormente expuesto, se puede afirmar que efectivamente el toro elabora una respuesta de adaptación al estrés que le permite desarrollar las modificaciones fisiológicas necesarias para afrontar el estrés de la lidia, y esta adaptación tiene un reflejo en el comportamiento específico de este animal en esta situación concreta. Las evidencias científicas nos confirman que existe esta adaptación, pero no nos permiten realizar ninguna afirmación respecto al sufrimiento del animal; de la misma manera que no estamos capacitados para afirmar si un gato es más o menos feliz si está castrado.

El autor
Fernando Gil Cabrera: Licenciado en Biología y Doctor por la Universidad Complutense de Madrid en el programa de Ciencias Veterinarias, ha desarrollado su carrera investigadora en el Departamento de Fisiología Animal de la Facultad de Veterinaria de dicha Universidad, departamento que durante décadas viene estudiando la respuesta fisiológica al estrés en diferentes animales, incluyendo entre ellos, de manera especial por su peculiar idiosincrasia, al toro de lidia. Realizó su Tesis Doctoral (“Variables neuroendocrinas y su relación con el comportamiento durante la lidia en el toro bravo”) en la línea de investigación de la respuesta al estrés en el toro de lidia y su comportamiento, dirigida por el Catedrático D. Juan Carlos Illera y la Dra. Gema Silván, reconocidos expertos en estos temas.

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