miércoles, 13 de junio de 2018

Lopetegui, Florentino, Rubiales y unos versos de Campoamor / por Juan Manuel Rodríguez


Pero a Julen no le destituye el interés del equipo nacional, no, qué va, le cesa el ruido ensordecedor generado por los mismos que tienen La Decimotercera atascada a la altura del esófago. Hasta que no evacúen, y yo espero que eso suceda dentro de mucho tiempo, no habrá alivio. Aunque, claro, en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira y todo es según el color del cristal con que se mira.

Lopetegui, Florentino, Rubiales y unos versos de Campoamor

Decía Ramón de Campoamor que "en este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira". De modo que, siguiendo la estela del famoso poeta asturiano del Realismo, bien podríamos asegurar que, trincheras al margen, en este episodio de la repentina contratación de Julen Lopetegui como entrenador del Real Madrid, nada es verdad ni mentira y todo depende del color con que se miren las cosas. Florentino Pérez, por ejemplo, ha mirado las cosas a través del cristal de la urgencia. Sorprendido él mismo por el también repentino adiós de Zidane, el Real Madrid se puso a buscar un sustituto idóneo para el francés, que no hay: no existe sustituto para el hombre que ha ganado tres Copas de Europa en dos años y medio; y como no lo hay, como no hay sustituto, la dimisión de Zidane era aún más terrible para su club, para su equipo.

Así que, como no hay un sustituto para Zizou, el Real Madrid habla con muchos posibles sustitutos, con muchos. Y lo hace al mismo tiempo. Puede que, de haber tenido el Real Madrid dos meses para encontrar un entrenador, Florentino se hubiera centrado en uno solo, por ejemplo Pochettino, pero no ha sido así. De modo que el Madrid tiene a la vez muchas conversaciones con muchos representantes de muchos entrenadores a la vez, sondeando primero el terreno, descartando después nombres y estrechando por último el círculo hasta que, al final, queda un hombre, Julen Lopetegui, avalado además por el vestuario. De haber sido Lopetegui un seleccionador de Rubiales es posible que el acuerdo no se hubiera cerrado hasta transcurridas varias semanas y quien sabe si, incluso, hasta finalizado el Mundial. 

Pero a Lopetegui lo pone Villar y es un hombre de Larrea, no tiene feeling con Rubiales y se logra un acuerdo exprés. Y, justo cuando se llega a un acuerdo, al segundo siguiente de lograrse, el Real Madrid informa a la federación de que dicho acuerdo existe y, a petición de Lopetegui, que prefiere ir de frente, se hace público.

Es entonces cuando Julen peca de ingenuo porque piensa que va a poder convencer al periodismo antimadridista de que su "sí" al Real no interferirá en su trabajo con la selección, pero los Relaño, Torres, Brotons, etcétera, etcétera no le ven ya como el seleccionador que entrenará al Real Madrid en el futuro sino como al entrenador de Florentino que dirige a España en el presente. Al Real Madrid no le habría importado en absoluto anunciar el nombre de su nuevo técnico a mediados de julio porque la pretemporada está organizada y los fichajes que tengan que venir acabarán viniendo, pero Lopetegui peca de pardillo y no es aún consciente de que, medio segundo después de decirle que sí al Real, ya se ha convertido en el enemigo público número uno para un montón de opinadores. Imagino que aprenderá... o sufrirá mucho en el cargo.

Julen Lopetegui ha mirado las cosas a través del cristal de la oportunidad. La de dirigir al club deportivo más importante de la historia es una oportunidad que suele pasar sólo una vez, y lo hace muy rápido. Además, Lopetegui se ha subido a ese tren porque, aunque hace dos semanas le amplió su contrato, era de Villar, le puso ahí Villar, votó por Larrea en la asamblea que eligió al nuevo presidente y ha visto en la oferta del Madrid una oportunidad para matar dos pájaros de un solo tiro. Lopetegui dijo "sí" sin pensar siquiera en la posibilidad de que alguien pudiera dudar ni por medio segundo de su profesionalidad e implicación, pero al minuto de hacerse pública la noticia ya le estaban acusando de ser poco menos que un traidor a la patria, otro Jordi he llegado a oír por ahí. Y esa enorme cruz de madera de roble es la que no ha querido arrastrar por toda Rusia Luis Rubiales.

Porque, y aquí llegamos al tercer actor de esta tragicomedia, Rubiales ha mirado las cosas a través del cristal de la dignidad y el orgullo heridos. Esos 5 minutos que él asegura que transcurrieron entre que el Real Madrid le informó y se hizo público el comunicado han indignado tanto a Rubiales que, en mi opinión, le ha podido el corazón, ha tirado por la calle de en medio, ha roto la baraja y ha destituido a Lopetegui. El periodismo deportivo antimadridista, que es legión en España y que tiene un poder omnímodo y unos tentáculos más alargados que los de un calamar gigante, ha visto este fichaje a través del cristal negro de la doble vara de medir. Ellos pueden consentir que en la selección juegue un futbolista que apoya un referéndum ilegal e inconstitucional o manda tuits contra la policía nacional desde dentro de la concentración de la selección; ellos pueden mirar hacia otro lado cuando uno o dos clubes de la Liga española abogan por el derecho a decidir o por el acercamiento de los presos, pero no pueden consentir que un entrenador del Real Madrid, y menos aún uno contratado por Florentino Pérez, dirija a la selección nacional. Estos son los mismos que miraron hacia otro lado con Luis Aragonés o que, antes, lo hicieron con Kubala, que anunció en las vísperas de una Eurocopa que se iba ni más ni menos que al Barça, pero no pueden admitir que eso pase con el Real Madrid. ¿Y por qué no pueden?... Pues no pueden porque la bilis que tenían preparada cuando La Décima, la rabia que iban a sacar cuando La Undécima, la hiel que iban a soltar con La Duodécima y el odio que les generó La Decimotercera tenían que saltar por algún lado, y ese ha sido el lado de Lopetegui.

Viendo la inquina hacia Julen, observando quiénes se colocan frente a él, yo me hago desde hoy lopeteguiniano. O lopeteguista. O juleniano. Si el independentista Xavi Hernández no comulga con Lopetegui, eso quiere decir que hay que apostar por Lopetegui. Por último: ya está bien de tratar a los futbolistas como si fueran neurocirujanos a los que no puede despistar ni el vuelo de una mosca. Dinamarca ganó una Eurocopa como invitada de última hora. Argentina ganó un Mundial con todo el mundo en contra. Rubiales, que fue jugador antes que presidente de la federación, ha consultado con los capitanes... y ha pasado de ellos. Por algo será. Si yo hubiera sido Luis Rubiales habría salido hoy en la rueda de prensa a explicar todo lo que ha explicado y habría añadido que, por el bien de la selección, Lopetegui iba a continuar. 

Pero a Julen no le destituye el interés del equipo nacional, no, qué va, le cesa el ruido ensordecedor generado por los mismos que tienen La Decimotercera atascada a la altura del esófago. Hasta que no evacúen, y yo espero que eso suceda dentro de mucho tiempo, no habrá alivio. Aunque, claro, en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira y todo es según el color del cristal con que se mira.

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