miércoles, 22 de agosto de 2018

3ª de las Corridas Generales en Bilbao. En un catastrófico envío de Núñez del Cuvillo, Ponce perdió una oreja con el descabello / por J.A. del Moral



Hubiera sido el único trofeo de la desdichada tarde. En medio del gran disgusto general, pienso que el mayor lo padeció Enrique Ponce al ver como se le escapaba la oreja por fallar con el descabello tras una de sus faenas marca de la casa y un estocadón de absoluta entrega del que salió golpeado aunque no herido por milagro divino frente al que fue, gracias a su inmensa pericia, el menos flojo de la escandalosa corrida.


Por tamaño y pitones, un corridón de toros. Pero cual castillos de arena. Sin nada dentro. Solo fachada. El primer toro fue devuelto a los corrales y al segundo también deberían haberle mandado al corral. En tan desesperante espectáculo, el público bilbaino y los aficionados de afuera que casi coparon al completo los tendidos, se comportaron con admirable paciencia y corrección. 

En otra plaza, no digamos en Madrid, se habría armado la marimorena y el escándalo hubiera sido mayúsculo.

La más joven figura de El Perú, Andrés Roca Rey, tuvo que creer más en sí mismo que en los dos toros que le cupieron lidiar y matar. Un poquito más enterizo el tercero que el absolutamente inviable sexto. Lo intentó todo Roca Rey. Consiguió cosas sueltas con el capote y la muleta, pero pinchó en el fin del tercero y arreó un horrible bajonazo para liquidar al absolutamente imposible sexto.

José María Manzanares fue el peor librado. Nada de nada pudo hacer con los dos de su infame lote. Ni siquiera matar como suele hacerlo.


En un catastrófico envío de Núñez del Cuvillo, Ponce perdió una oreja con el descabello.

Bilbao. Plaza de Vista Alegre. Martes, 21 de agosto de 2018. Cuarta de feria. Casi lleno en tarde agradable aunque a ratos ventosa.
Siete toros de Núñez del Cuvillo, incluido el sobrero que reemplazó al primero, devuelto por su absoluta invalidez. Debieron devolver también al sobrero, al segundo y a varios más. Se medio salvaron el tercero y el cuarto que fue el más enterizo aunque gracias a quien lo lidió. Absolutamente fatales el quinto y el enseguida rajado sexto. Salvo al cuarto. todos fueron pitados en su arrastre. 
Enrique Ponce (turquesa y oro): Estocada, silencio. Estocada saliendo trompicado y tres descabellos, aviso y gran ovación negándose a dar la vuelta al ruedo.
José María Manzanares (grana y oro): Estocada caída, silencio. Pinchazo y media estocada tendida, silencio.
Roca Rey (marino y oro) Pinchazo y estocada, aviso y palmas con saludos. Pinchazo muy hondo sin soltar en los bajos y estocada, silencio.

En la brega destacó Mariano de la Viña. También en uno de sus pares de banderillas. Y asimismo Jocho, Jaime Padilla, Rafael Rosa, Suso, Luís Blázquez, Viruta y Juan José Domínguez.


Ya quedó dicho que solamente Enrique Ponce pudo cortar una oreja en esta tarde de toros catastróficamente inválidos. La perdió al descabellar tres veces luego de conseguir un entregadísimo estoconazo del que salió tropezado por un pitón y por puro milagro no herido. Fue la culminación de una gran faena cogida con los más sutiles alfileres que el gran maestro completó sobre ambas manos a base de ciencia cuasi infusa y de portentoso temple.




Una obra en la que sobresalieron sus sedosos redondos, sus perfectos naturales, los inspirados arranques y remates de cada ronda, las siempre admiradas “poncinas” y la estocada ya descrita. La ovación que le dedicó el público fue tan intensa como larga. Podría haber dado una vuelta al ruedo clamorosa, pero prefirió esperar a su segunda actuación en Bilbao que será el próximo sábado.
La imponente y armadísima corrida de Núñez del Cuvillo sucumbió por su absoluta falta de fuerza. El primer toro que fue con el que Ponce abrió la tarde, tuvo que ser devuelto por su total invalidez y el sobrero del mismo hierro también deberían haberlo enviado a los corrales. Mal don Matías por negarse a hacerlo pese a la protestas del público. El guardián de supuestas purezas también falló estrepitosamente. Enrique apenas pudo medio sostenerlo y matarlo. En Madrid, se hubieran devuelto casi todos. No hubiera sido la primera vez.
Tampoco habría que rasgarse del todo las vestiduras. Estas cosas las hemos visto muchas veces y las volveremos a ver. Pero cuando suceden siempre parece que el escándalo es superior a los muchos anteriores.


José María Manzanares, por unas razones ajenas y propias, lleva una temporada muy floja. Salvo en su gran faena de la feria de Sevilla, no hemos vuelto a verle realmente bien. Ayer, lances y buenos muletazos obligadamente sueltos.


Roca Rey tuvo ayer un primer aunque relativo eclipse. Y no por su culpa, sino por devenir de envío de Cuvillo. Al menos con el tercero pudo dar pruebas fehacientes de quien es. Falló a espadas y tuvo que contentarse con saludar. Ni siquiera eso tras liquidar al sexto con una horrible estocada. En fin….

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