Beau geste del francés Leal
Paco Mora
Seis tigres mansos con cuernos de Miura, ilidiables y con malas ideas. Con uno de ellos ha protagonizado el galo Juan Leal una “Beau Geste” parangonable a la de Gary Cooper en la película del mismo título. Juan Leal ha querido torear a su primero como si de un toro bravo se tratara, y le ha presentado la muleta por ambos lados con quietud y hasta ha conseguido algunos muletazos limpios y de buen trazo. Se olía la tragedia en el aire y el torero francés se tiró a matar en corto y por derecho, decidido a cambiar su vida por la del venao de Zahariche. Una oreja a cambio de una cornada, no sin que antes el bicho le arrancara el chaleco de cuajo, sacándoselo por el cuello con un terrorífico gañafón. Pasó por su pie a la enfermería visiblemente herido. Emoción en los tendidos y una vez más, Matías demostró que es un buen aficionado sacando el pañuelo blanco en reconocimiento al valor del torero.
Octavio Chacón anduvo toda la tarde en experimentado lidiador, jugándose en sus dos adversarios la femoral, la safena y hasta la yugular. A su segundo le cortó una oreja a sangre y fuego con un angustioso trasteo. Otra vez Matías, en labores de ángel justiciero de Vista Alegre. El tan criticado en otras ocasiones ha sido uno de los triunfadores de la recién finalizada Aste Nagusia 2018. Hoy como ayer, ¡Muy bien, Matías!
Pepe Moral estuvo en su primer miureño hecho un tío, apuntando un toreo recio y enclasado y poniendo en juego la cornada a cada pase. Buen toreo que ha materializado en su segundo de Salvador Domecq, con el que ha dejado patente ante el público bilbaíno que aunque tenga que pechar con las fieras corrupias porque no le queda otro remedio, cuando se las ve con un toro que, aunque no sea una perita en dulce sí que parece un toro de lidia, Moral merece mejor trato por parte de las empresas.
Ha sido la última de la feria de Bilbao una tarde de emociones fuertes y de miedo en los tendidos, en los que el público bilbaíno ha reaccionado con la sensibilidad tradicional en él, ausente en determinadas corridas en las que las figuras se han enfrentado con la tonta del bote. Solo con Perera se salió injustamente de madre, ganado por la irritación. La Aste Nagusia que se ha podido seguir por televisión, pese a la tabarra de uno de los narradores, al que alguien le debería recomendar que tratara de corregir su incontinencia verbal repleta de frases huecas y rimbombantes sin venir a cuento. Abonado a Movistar Plus, desde que Manolo Molés comenzó con el invento, uno cree tener derecho a disfrutar de una transmisión seria y responsable. Siento decirlo, pero es que aburre tener que quitar el sonido para poder ver la corrida. ¡Ah! Que no se me olvide: el sabiondo en cuestión no es mi admirado Emilio Muñoz, del que todavía guardo en la memoria las imágenes de diez o doce naturales de los mejores que he visto en mi vida. Fue en la Monumental de Barcelona, cuando yo no era tan viejo y él era mucho más joven.
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