lunes, 6 de agosto de 2018

MEMORIA HISTÓRICA Y RAMIRO DE MAEZTU / por Julio Merino




Julio Merino
Periodista y Miembro de la Real Academia de Córdoba
Por mi situación de jubilado a extinguir puedo permitirme el lujo de pasar de todo lo que está sucediendo hoy en España (salvo lo de la pensión, claro está) y hasta reírme de cosas que a veces veo en los periódicos (la Tele no la veo, salvo que juegue la ‘Roja’). También me he aficionado mucho a eso de la ‘Memoria Histórica’, aunque no para seguir o buscar los muertos del franquismo (aunque también esto me ha hecho recordar lo que pasó con mi abuelo materno, un buen hombre, panadero y músico, que cayó en los primeros días del Alzamiento Nacional de un disparo perdido que se le escapó a un soldado regular de la columna que iba a liberar Baena. Fue un mero accidente, según mi madre que estaba a su lado, pero pasados muchos años mi tía María se las ingenió para que la muerte accidental de su padre entrara en la lista de víctimas del franquismo y gracias a ello comenzó a cobrar una pensión vitalicia).

Todo esto me viene a colación porque uno de estos días he visto que unas organizaciones que responden al nombre de Ustea, MAEP y el Foro por la Memoria están pidiendo públicamente que se cambien los nombres de siete centros escolares cordobeses por sus connotaciones con el franquismo y yo, que ni entro ni salgo en estas cosas, no me habría preocupado si no fuese porque uno de los centros al que se le quiere cambiar el nombre se llama CEIP Ramiro de Maeztu, porque fue, reproduzco textualmente, «uno de los escasos intelectuales de nivel con los que contó el franquismo y sustento intelectual e ideológico de los golpistas». Y me ha preocupado porque los que defienden la ‘Memoria Histórica’ a veces demuestran que no conocen la verdadera historia.

Miren ustedes, es verdad que Ramiro de Maeztu fue uno de los grandes intelectuales de su tiempo y que durante la República fue un opositor total al Gobierno Republicano. Ojo, pero no por ser golpista ni franquista sino por ser monárquico y católico, apostólico y romano. Es verdad que fue uno de los fundadores del partido Acción Nacional, que se formó en torno al ABC y Ángel Herrera Oria, más tarde cardenal de España. También es verdad que tuvo serios enfrentamientos en los debates de las Cortes del 36 ya dominadas por el Frente Popular. Famosas se hicieron sus palabras premonitoras de lo que le iba a suceder meses más tarde:

«Si los socialistas sospecharan los sentimientos que animan a las derechas de esta cámara no amenazarían con la revolución. Creo ser el hombre más inofensivo de la tierra. En una batalla no serviría más que para víctima, porque nunca he llevado armas, ni las llevo, y si las llevara no sabría usarlas. Pero cuando se me conmina con la revolución social, que, después de la experiencia rusa, ya sé que implica la matanza general de los burgueses, me entra el impulso incontenible de quitarme la chaqueta, no para pelear con nadie, sino para que me den inmediatamente los cuatro tiros que me correspondan, porque es intolerable seguir viviendo bajo el peso de una amenaza que me está perdonando la vida».

Pero, además, les recuerdo que Ramiro de Maeztu ni se sublevó, ni conspiró, ni conoció a Franco y que en los primeros días de julio del 36 fue detenido y en la cárcel de las Ventas permaneció hasta el 28 de octubre que fue fusilado en las tapias del cementerio de Aravaca. Por cierto, que antes de caer abatido les dijo a los que le iban a fusilar: «Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero: ¡Para que vuestros hijos sean mejores que vosotros!».

Lo dicho, ‘Memoria Histórica’ sí, 
pero leyendo algo más.

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