sábado, 1 de septiembre de 2018

Adios. Medio septiembre y un poquito de octubre / por J. A. del Moral



De toros en libertad
Supongo que los que me seguís, sobre todo cuantos lo hacéis fielmente desde hace años – los míos son más de 50 escribiendo y hablando de toros en todos los medios, incluyendo varios libros e infinidad de conferencias por todo el mundo -, supongo que ya os habréis dado cuenta de que, últimamente, cada temporada que pasa voy a menos ferias y a menos corridas de las que tuve por costumbre durante mi periodo álgido que duró casi cinco décadas.


Muchas, muchísimas temporadas cubriendo festejos en las principales citas de España, de Francia y de América, sobre todo en México y en Lima. No pocos años, sumando más de 200 corridas por temporada. Pues bien, en la presente campaña estoy viendo muchas menos y cada vez el número irá bajando no quiero decir hasta desaparecer totalmente porque seguiré escribiendo sobre toros y toreros hasta que me muera. Pero con muchos menos viajes. Intentaré mantener mi presencia en las ferias de Fallas, Sevilla, Madrid, Pamplona, Bilbao y Zaragoza.

La razón de esta disminución no es física, sino económica. Desde que se cerró por la crisis el diario madrileño “La Gaceta” – último periódico impreso en el que ocupé el puesto de crítico titular debidamente remunerado -, no he vuelto a ganar ningún sueldo salvo las limosnas que nos dan los de Clarín en RNE, que, aunque parezca increíble, solamente ascienden a 25 Euros por cada intervención.


Cubrir una temporada como las muchísimas que lo hice con recursos propios y sobradamente por lo que respecta al coste de viajes, estancias y sustento hasta hace algunos años y, a Dios gracias, con muy buen nivel, actualmente puede que el gasto por año se acerque ya a casi 50.000 Euros. Comprenderán mis lectores, pienso que no todos aunque desde luego la inmensa mayoría, que ese gasto ya me es imposible de atender. No es que esté arruinado por lo que respecta a los gastos de mi vida estrictamente particular, pero sí para todo lo demás. Eso, a no ser que me tocara la lotería y se acabaran los problemas. Si me toca, lo pasaríamos todos, ustedes y un servidor, nadie dude que infinitamente bien…

Fuera de bromas, lo cierto y verdad es que cada año que va pasando me he visto obligado a bajar más y más el numero de festejos cubiertos en directo. Espero, por tanto, que lo comprendan. Y si no lo comprenden, pues lo siento mucho, sobre todo por mí mismo que al cabo de tantísimo tiempo no he perdido ni un gramo de afición. No soy de los que cuando empiezan a ser mayores, dicen que la Fiesta no es lo que era, no cesan de echar pestes y hasta dejan de ir a los toros. Todos estos siempre me han dado mucha pena porque los que están acabados son ellos. De ninguna manera terminará la Fiesta a pesar de las crisis. Además, desde muy niño no he cesado de oír que “esto se acaba...” Somos, todos, los que nos acabaremos.


Por todo lo dicho, les anuncio que en el presente mes de septiembre que hoy comienza, solamente voy a cubrir en directo algunas corridas de las ferias de Salamanca, Logroño, la muy corta de San Miguel en Sevilla, la segunda parte de la de Otoño en Madrid y ya veremos cuantas corridas veo en Zaragoza para rematar como de costumbre, pues a Jaén hace años que no voy desde que Enrique Ponce dejó de hacerlo. La última que fui fue por haber sido invitado a dar el Pregón de su feria a pesar de la ausencia del gran maestro. Y punto final.


También es verdad que en las dos pasadas temporadas tuve la inmensa suerte de ir cuasi como miembro de la cuadrilla de Enrique Ponce durante el mes de septiembre y parte de octubre. Este año no ha podido ser. Ignoro absolutamente los motivos y bien que lo siento. No obstante, reconozco que tuve la enorme satisfacción de ser testigo privilegiado de la por ahora última parte de la todavía inacabada, ojalá que inacabable y cada año mejor desde cualquier punto de vista del mencionado gran maestro de maestros. Fue un altísimo honor.

También es verdad que últimamente pedí auxilio económico para poder seguir a amigos ricos y a algunas personas sobradamente pudientes, alguno dueño de grandes empresas y por supuesto que aficionados absolutamente ajenos al negocio taurino, así como que este año fui ayudado por uno de ellos desde marzo al agosto que acaba de terminar. De otro modo, no hubiera podido hacerlo. Pero esto se acabó y que conste mi infinito agradecimiento a mis benefactores. La vida es así y así hay que aceptarlo.

Que cada cual saque las conclusiones que les parezcan. La mía creo que está sobradamente explicada con total sinceridad.

Finalmente quiero dar infinitas gracias a todos mis seguidores, sean o no partidarios míos. Por cierto que, sobre estos últimos, nunca entendí por qué han seguido leyéndome. Increíblemente, fueron y siguen siendo muchos.


Dentro de algún tiempo si Dios me sigue dando la buena salud que todavía disfruto y, por tanto, también vida activa, mis queridos lectores tendrán ocasión de leer el que podría ser mi último libro. Un amplio volumen de memorias sobre lo que he visto y vivido tan cercano a cuantos integran nuestra Fiesta a lo largo de casi sesenta años en el que me voy a ocupar próximamente. Seguro que contendrá muchas rosas. Pero también no pocas espinas.


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