sábado, 15 de septiembre de 2018

¿Por qué no se llevan a Franco a algunas de las antiguas checas de Madrid, Barcelona o Valencia, donde sus militantes aplicaban su justicia? / Por Javier García Isac




Y la ley de memoria histórica, la actual y la que pretenden aprobar es toda en si misma una farsa de dimensiones descomunales. Un despropósito a la inteligencia y un insulto a la memoria de las autenticas victimas. Dan la vuelta a nuestra historia, para blanquear su pasado, y para ello han esperado a la desaparición física de los participantes y los testigos.

¿Por qué no se llevan a Franco a algunas de las antiguas checas de Madrid, Barcelona o Valencia, donde sus militantes aplicaban su justicia?

La última ocurrencia del dúo picapiedra, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, es la de crear un museo homenaje para las víctimas del franquismo, un espacio público donde se recojan los atroces crímenes que cometió Franco y todos sus colaboradores. Es importante pararnos a pensar en el momento elegido para anunciar su medida, ochenta años después de sucedidos los acontecimiento de los que se acusa a Franco y cerca de 43 de su muerte. El PSOE ha gobernado España más de 20 años desde que murió Franco, y es precisamente ahora, una vez desaparecidos los testigos de aquella época, cuando desean rendir homenaje a las víctimas de franquismo. Ni es comprensible, ni mucho menos creíble.

Si tienen problemas para elegir una buena ubicación física donde situar el museo, quizá lo ideal sea hacerlo en algunas de las antiguas checas de Madrid, Barcelona o Valencia, donde militantes socialistas, anarquistas y comunistas, aplicaban su justicia proletaria. Lugares donde a buen seguro, los actuales dirigentes del PSOE y Podemos se encuentran muy familiarizados. Nunca han pedido perdón por el daño cometido, por los crímenes realizados, por las violaciones, mutilaciones y torturas sistemáticas que aplicaban a los que no pensaban como ellos. La ley de memoria histórica, además de un fraude, es una farsa para limpiar el pasado de unas organizaciones criminales que a día de hoy siguen existiendo y que no se arrepienten de lo que hicieron. El Partido Socialista actual y su secretario general y presidente de gobierno, deben una disculpa al pueblo español, un simple gesto de reconocimiento hacia las victimas que fueron torturados y asesinados en las checas que su organización dirigía con mano férrea.

Nos hablan de reconciliación, aquellos que son incapaces de reconocer a las miles de personas que fueron objeto de su cobardía. Digo cobardía y digo bien. Estos milicianos a los que ahora se pretende rehabilitar, pagan con civiles encarcelados, su frustración en el frente. Poco valor en el campo de batalla, y muchos tiros y valentía en la retaguardia.

La reconciliación no puede venir por aquellos que defienden a sus criminales, que tapan su pasado y que solo reconocen a sus “victimas”, muchas de las cuales eran auténticas alimañas, a los que después de un juicio con garantías judiciales que ellos negaron sistemáticamente, eran condenados a la pena máxima. 

Reivindicar asesinos, pretender anular sentencias aplicadas a torturadores, violadores y criminales, no es reconciliar a nadie, es insultar a la inteligencia, es ajustar cuentas pasados 80 años, es una nueva cobardía de la izquierda de este país, que pretenden santificar a sus asesinos y criminalizar a los muertos que no les gustan.

Hablan de cunetas, pues también saben mucho de cunetas y tapias de cementerios, lugares preferentes donde los valientes milicianos del PSOE dejaban los cuerpos de los inocentes después de darles su último “paseíllo”. No sabemos si las víctimas del “terror rojo” serán recordadas por algún museo que el PSOE o el gobierno de España tengan a bien realizar. Imaginamos que no, pues el único existente que es El Valle de los Caídos, tienen una obsesión casi enfermiza por volarlo.

Insisto en que la reconciliación no puede venir por aquellos que no condenan la muerte de Muñoz Seca, Calvo Sotelo, Ruiz de Alda, Melquiades Álvarez, Jose Antonio, Onésimo Redondo y tantos y tanto otros asesinados por pensar diferente, por sentirse libres en un mundo de cuervos, y que sus vidas fueron segadas sin haber tenido tiempo en participar en la contienda civil e incluso en muchas ocasiones, sin ni siquiera haber comenzado esta. La ley de memoria histórica, desea el reconocimiento de asesinos por encima de asesinados, de verdugos por encima de victimas, de criminales por encima de inocentes. Desea transcribir y ajustar la historia, contándonos un relato que nunca éxito y basan su legitimidad en los comicios fraudulentos de febrero de 1936. Por encima de ideologías, por encima de las leyes esta la verdad. 

Y la ley de memoria histórica, la actual y la que pretenden aprobar es toda en si misma una farsa de dimensiones descomunales. Un despropósito a la inteligencia y un insulto a la memoria de las autenticas victimas. Dan la vuelta a nuestra historia, para blanquear su pasado, y para ello han esperado a la desaparición física de los participantes y los testigos. Ahora solo cuenta la amplificación de la mentira y lo absurdo de un proceso que solo nos conduce al enfrentamiento y al recuerdo doloroso del daño que causaron.

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