domingo, 14 de octubre de 2018

9ª de El Pilar en Zaragoza. El Juli un esfuerzo cuasi baldío / por J.A. del Moral



Si hubiera que calificar el resultado de este gesto que, confieso, siempre creí que acabaría siendo una gesta, solamente cabe utilizar un término que nunca pensé que terminaría utilizando: “De-cep-cio-nante”. Así, escrito con espacios para mejor explicar en una sola palabra el jarro de agua fría que vertió El Juli sobre los miles de espectadores que abarrotaron los tendidos. El único acontecer positivo de esta encerrona finalmente corriente y moliente fue que Julián salió intacto de la plaza. Jamás pasó por mi cabeza que así acabaría siendo este gran “acontecimiento”, cual fue pensado y diseñado antes incluso de anunciarse en los carteles de esta feria en la que, por cierto, hemos visto algunas actuaciones sencillamente extraordinarias por lo que fue inevitable utilizar el término de la comparación.

Por nada especialmente brillante pasará a la historia esta corrida en solitario y mucho que sentimos tenerlo que decir. El Juli dio la impresión general de que salió a cubrir el expediente. Ni fu ni fa. Ni una sola gran faena. Lo mejor, si a caso, sus muy variadas intervenciones con el capote en los saludos y en quites. Con la muleta, salvo su no más que buena faena frente al segundo toro de “Los Maños”, no hubo ninguna otra digna de mención sobresaliente y, para colmo, esta única buena faena terminó fatalizada con cinco pinchazos cinco y estocada caída atravesada. Un desastre como matador. 

Y una desgracia porque, en su conjunto, esta corrida tan especial e imagino que tan pensada, pesará como una losa en la brillantísima carrera de El Juli quien, además, pensó en llevar a cabo esta gesta para mejor conmemorar su XX aniversario de su alternativa. Como un broche de oro y brillantes que acabó siendo un collarcito de baratijas. Una pena, vamos. Un desastre dada la gran categoría del protagonista.

El ruedo apareció pintado con harinas de colores en alusión a la particularidad del suceso. Y todo supuestamente preparado a pedir boca del protagonista aunque a un servidor no le gustó el carácter goyesco del suceso. La mayoría de los intervinientes vestidos como de carnaval. Menos mal que el más sobrio en su indumento fue precisamente el único protagonista con un terno negro adornado con pasamanería blanca. Un terno como de luto premonitorio. En fin…


Como era natural, El Juli ha sido objeto de reportajes y entrevistas previas al suceso. En una de ellas le han preguntado por qué se siente tras cubrir tan brillantemente nada menos que veinte temporadas consecutivas. Respondió que, aunque ha habido otros – solamente uno, digo yo – que me han sobrepasado, no con la misma intensidad. En qué hora, Julián, se te ocurrió sugerir el caso realmente histórico de Enrique Ponce. Que este sí que es el torero de esta época y tu un gran torero, quizá el más señalable de la época de Ponce. ¿A quien se le ocurre esta alusión precisamente ahora? Y es que te obsesiona el valenciano porque nunca podrás vencerlo. Óyelo bien: Nunca.


Un esfuerzo cuasi baldío

J.A. del Moral · 13/10/2018 
Zaragoza. Plaza de la Misericordia. Sábado, 13 de octubre de 2018. Novena de feria. Corrida Goyesca. Tarde agradable con lleno de «no hay billetes».

Seis reses de distintas ganaderías muy desigualmente presentados. Fueron devueltos el primero, de Garcigrande, y el sexto, de Parladé. Debido a estas devoluciones, se lidiaron finalmente seis toros de las ganaderías siguientes por este orden: Núñez del Cuvillo, Los Maños, El Pilar, Puerto de San Lorenzo, Garcigrande y El Pilar. Dieron juego variado aunque vulgar. Ninguno resultó extraordinario ni pésimo. Seis toros vulgares de aceptable presentación salvo el anovillado quinto de Garcigrande apenas protestado en su salida.

El Juli ( negro con pasamanería blanca): Estocada al salto, oreja. Cinco pinchazos y estocada, aviso y silencio. Estocada trasera al salto, aviso y oreja. Estocada trasera al salto, palmas con saludos. Pinchazo, media estocada y cuatro descabellos, palmas con saludos. Estocada, gran ovación de despedida.
Nada de particular en las actuaciones de las cuadrillas salvo las brillantes intervenciones en banderillas de Jesús Arruga y Raúl Cervantes.


Si la cara es el espejo del alma en cualquier circunstancia. En esta del gesto de “El Juli”, el rictus de su rostro antes y, no digamos, después del fiasco, delatan la previa y preocupada intimidad de su difícil pretensión fallida y, no digamos, la carita cariacontecida que exhibió una vez consumada la “proeza”.


Y a continuación, para que nadie se disguste, publicar algunos de los mejores momentos de la tarde porque también es de justicia decir que, si no hubiera sido por sus no pocos fallos con la espada, la suma de los dos únicos trofeos conseguidos más los perdidos con la tizona, “El Juli” podría haber cortado más orejas y hasta salir a hombros de la plaza.








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