martes, 16 de octubre de 2018

Padilla rinde Zaragoza / Por Paco Mora



Toda la afición y mucha gente que no lo es pero admira el espíritu de sacrificio de Juan José Padilla en la romana Cesar Augusta, aquella que puso freno a las ansias imperiales del ejercito del Gran Corso, incluidos los niños de más corta edad, han vivido con emoción, respeto y cariño el adiós del torero.

Padilla rinde Zaragoza

Paco Mora
Lo que no pudo hacer Napoleón lo ha conseguido Juan José Padilla. Zaragoza ha sucumbido al tesón, sacrificio, voluntad y entrega del jerezano. El parche en el ojo izquierdo y la bandera negra de la calavera serán ya para siempre en la patria de Goya los símbolos de la valentía y Padilla será eternamente “El caballero del pundonor”, en frase de García Lorca dedicada a aquel Sánchez Mejías caído en Manzanares. Y es que lo de la nobleza baturra no es solo el título de una película. Aragón paga nobleza con nobleza y hoy la plaza de Pignatelli se ha volcado con el jerezano en el punto final de su odisea como matador de toros.

Toda la afición y mucha gente que no lo es pero admira el espíritu de sacrificio de Juan José Padilla en la romana Cesar Augusta, aquella que puso freno a las ansias imperiales del ejercito del Gran Corso, incluidos los niños de más corta edad, han vivido con emoción, respeto y cariño el adiós del torero, que pese a los destrozos físicos sufridos en esa plaza hace más de un lustro, ha conseguido sobreponerse, hasta el punto de asombrar y enardecer a esos máximos representantes de la raza que son los de Aragón. “El espíritu Padilla” sobrevolará durante mucho tiempo esa plaza de la que el indomable torero ha salido hoy en olor de multitudes.

Manzanares y Talavante han dado lo mejor de sí mismos para celebrar el acontecimiento, como también los toros de Núñez del Cuvillo, que parecía como si hubieran sabido que hoy tenían que, cada uno con sus matices, colaborar para que el gran día fuera un éxito total. Gran Feria la del Pilar de este año donde Ponce ha realizado una de las mejores faenas de su vida y en la que El Juli dio, frente a seis toros de distintas ganaderías, un curso magistral de enjundia y torería. Solo una nota negra ha oscurecido en algunos momentos el desarrollo del serial, incluso con más negatividad que en otras plazas: el equipo presidencial, que le robó -así como suena- una puerta grande al “sueño de Joselito” que nació en Chiva, y dejo sin premio a otros toreros, en contra de la opinión mayoritariamente expresada del público.

“Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?” (*)

(*)¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?

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