Ni la santa Sede ni el arzobispado de Madrid ni el Gobierno de España pueden – de momento-, prohibir el uso sagrado de una propiedad. Hasta Osoro lo ha lamentado.: «No podemos prohibir a la familia que Franco ocupe el sepulcro de su propiedad en la cripta de La Almudena»
Con la Iglesia…
Alfonso Ussía
La Razón
«Con la Iglesia hemos dado, amigo Sancho», le dijo don Quijote a Panza. «Con la Iglesia hemos topado, amigo Sánchez», le ha dicho la realidad al tontorrón malvado. Julio. Calor de julio. «Los restos de Franco abandonarán el Valle de los Caídos en pocos días». Noviembre, frío de noviembre. Siguen los restos de Franco en el Valle y de esperarle otro destino, ese no es otro que la cripta de La Almudena, en el centro de Madrid.
La vicepresidenta Calvo Poyato ha viajado a Roma para rogar ayuda y comprensión a la Santa Sede. Lo escribió don Antonio Garrigues, el que fuera extraordinario Embajador de España en Washington y el Vaticano. «Negociar con el Pentágono es un juego de niños comparado con negociar con los cardenales». La Iglesia no entiende de los tiempos humanos. Una hora en el reloj de Sánchez puede convertirse en un siglo para la Iglesia. El Gobierno cuenta con la suave complicidad del cardenal arzobispo de Madrid, don Carlos Osoro, que apunta a Mingorrubio, el cementerio del Pardo. Pero la familia Franco, que es propietaria de un sepulcro vacío en la cripta de la Almudena, lo ha dejado claro. «O se queda en el Valle de los Caídos o lo enterramos en La Almudena». Ahí es nada. La gran operación de imagen del tontorrón perverso le ha salido rana. De Cuelgamuros a La Almudena, con estaciones inmediatas de Metro, buen servicio de autobuses, y taxis a tutiplén. La expresión del cardenal Secretario de Estado del Vaticano saludando a Carmen Calvo Poyato sólo tiene una interpretación. «Hola, bobalicona, lo habéis hecho muy mal».
Ni la santa Sede ni el arzobispado de Madrid ni el Gobierno de España pueden – de momento-, prohibir el uso sagrado de una propiedad. Hasta Osoro lo ha lamentado.: «No podemos prohibir a la familia que Franco ocupe el sepulcro de su propiedad en la cripta de La Almudena». Cuando Sánchez e Iglesias tengan biznietos, en «El País» destacará, una mañana cualquiera, el siguiente titular a cinco columnas. «Avanzan las negociaciones del Gobierno con los tataranietos de Franco para la exhumación de sus restos. Los biznietos de Sánchez e Iglesias y los tataranietos de Franco han acordado solicitar la mediación de la Santa Sede». Y tres siglos más tarde, de España sólo va a quedar la tumba de Franco en el Valle de los Caídos o la tumba de Franco, muy visitada por el turismo, de la cripta de La Almudena. Son, como diría un ganadero de Carmona, «muy, pero que muy melonísimos».
Produce un cierto estupor edulcorado por la risa, que la decisión estrella del pobre Sánchez se haya topado con la Iglesia. Dentro de trescientos años, el Papa podrá ser Francisco VIII, y el Secretario de Estado de la Santa Sede, en lugar del cardenal Parolín, será el cardenal Ripoldi, o Maseratti, o Fiumicino, siempre italiano y con las horas del reloj protagonizadas por los siglos. Y en los medios de comunicación que aún persistan, si queda algún descendiente de Sánchez o de Iglesias, se sentará ante las cámaras de las televisiones multifocales, panorámicas e interespaciales -TV3 se habrá instalado en Saturno, donde será obligatorio hablar en catalán- y una presentadora muy parecida a Elisa Beni, pero con escafandra, le preguntará al posible Sánchez superviviente, a gritos, claro, que los genes son los genes. -¡A ver, Sánchez, estamos en julio del año 2307! ¿Cómo coño va lo de los restos de Franco?-; y el superviviente responderá con el aplomo de su lejano antepasado. –Estoy en condiciones de asegurar a todas las fuerzas progresistas interplanetarias, a los cosmonautas y las cosmonautas, a los marcianos y a las marcianas, que vamos por buen camino y que las negociaciones con la Iglesia están muy avanzadas, a falta de unos flecos que vamos a solucionar-.
A pesar del golpe de Estado de los separatistas catalanes y del golpe de Estado contra la democracia y la Constitución de los socialistas en el poder y de Podemos, España siempre deja un margen para el cachondeo. Son muy burrísimos y han topado con la Iglesia.
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