domingo, 4 de noviembre de 2018

Jorge Martín, campeón del mundo de Moto3: el piloto que creció entre ruido de motores.


Jorge Martín, con la bandera de España y el toro, celebra su título mundial.

El madrileño logra el título mundial de Moto3 con 20 años

  • Ganó la carrera en Malasia y su rival, Bezzecchi, fue sólo quinto.

  • Jorge Martín, campeón del mundo de Moto3: el piloto que creció entre ruido de motores



Jorge Martín creció despertándose con el ruido de los motores. Alguna vez se le ha escapado llamarlo 'música'. Su urbanización está al final de la recta del Circuito del Jarama, pegada a la primera curva, pero no podía entrenarse allí por el mal estado del trazado madrileño. Por eso y porque los vecinos tenían un oído distinto. Tenía que viajar hasta Segovia para rodar en un circuito de karting, el Kartpetania, donde fue alimentando esa afición que le inculcó su padre, ex piloto en el Trofeo RACE. De él le viene el 88 y un apodo, Martinator, que muy a su pesar ha calado. Este domingo ha paseado la bandera de España en Sepang, donde se ha proclamado campeón del mundo de Moto3 tras ganar la carrera. Su rival, Bezzecchi, sólo pudo ser quinto.

Y ha calado porque el pasado mes de agosto, ocho días después de pasar por quirófano con una fractura en el radio del brazo izquierdo que había sufrido en Brno, se subió al podio en el GP de Austria. El martes ni siquiera tenía previsto viajar y el domingo estaba cruzando la meta tercero. Le habían tenido que pinchar después del warm up para aguantar los dolores y llegó incluso a rodar en cabeza de carrera. Hasta Marco Bezzecchi, ganador y máximo rival por el título hasta el último día, se rindió ante esa muestra de coraje.


Y ha calado también porque el mes pasado en Tailandia compitió con una especie de guante biónico. La historia tiene su miga. El piloto madrileño tenía inflamado el nervio radial de la mano izquierda y podía apretar pero no estirar los dedos. Su padre se acordó entonces del japonés Noboru Ueda, que a mediados de los 90 usó un guante parecido cuando sufrió una lesión en los tendones. El guante tenía unos tensores que le estiraban los dedos cuando dejaba de apretar, justo lo que él necesitaba. Así que su equipo pasó cuatro horas armando un guante articulado por bridas que le ayudaba a abrir y cerrar la mano. Terminó cuarto y salió más líder. Cómo no llamarse Martinator.

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