lunes, 10 de diciembre de 2018

¿Y SI PROHIBIMOS LOS POLÍTICOS? / por Antolín Castro


Si los prohibiéramos nos ahorraríamos muchos disgustos y mucho dinero

Que no les gustan los toros pues pretenden prohibirlos, que no les gusta la caza pues se prohíbe y en paz. Que les gusta que las viviendas sean ocupadas por cualquiera antes que por sus legítimos dueños, pues en esa dirección marcan sus decisiones.

¿Y SI PROHIBIMOS LOS POLÍTICOS?

Es algo que deberíamos irnos pensando, para lo que nos sirven. Es una especie profesional que levanta expectativas pero que menos satisfacciones aportan. En realidad son grupos de presión que lo que les gusta es dirigirnos la vida y, siendo como somos adultos, lo lógico y natural es que nos la dirijamos nosotros mismos.

Que no les gustan los toros pues pretenden prohibirlos, que no les gusta la caza pues se prohíbe y en paz. Que les gusta que las viviendas sean ocupadas por cualquiera antes que por sus legítimos dueños, pues en esa dirección marcan sus decisiones. Que creen que el esfuerzo no debe ser premiado, pues igualan por abajo y que pasen curso los suspendidos, que…  y así sucesivamente. 

Disparate tras disparate, capricho tras capricho, así van marcando su agenda política y, casi siempre, alejados de las verdaderas necesidades de los gobernados. Es cierto que existen las urnas cada cierto tiempo para que nos pronunciemos, pero hasta en eso quieren influir para que no les cambiemos el paso. Los gobernados, mosqueados con tanta prohibición y otras sandeces tendenciosas hacia sus gustos e intereses, utilizan su derecho al voto para intentar zafarse de esa injerencia en sus vidas. 

Llegado el momento de ejercer su libertad de voto, -a pesar de la paciencia los votantes se hartan-, se les dice que no han votado bien, como si hacerlo con una papeleta u otra fuera también decisión a tomar por los propios políticos. Una vez llegado hasta aquí, se concluye que lo mejor es que quiten a los políticos, dejando solo a unos administradores de los recursos económicos con los que cuente el estado. Prácticamente lo que sucede en cualquier comunidad de propietarios.

Si quiero ser un travesti allá penas la opinión del vecino del tercero, si quiero ir a  los toros iré, si quiero ser católico o musulmán en nada ha de intervenir el presidente de la comunidad, igual que si los fines de semana me voy de caza que es, por cierto, lo que hacían nuestros antepasados, aunque hoy guie esta práctica otra finalidad. En la Ley de Propiedad Horizontal hay cosas que no se pueden hacer aunque lo quiera la mayoría, si esas cosas afectan al derecho o no obligación de cualquier otro. Sin necesidad de políticos funcionan los derechos y deberes.

Que me dejen en paz. Soy mayorcito, persona responsable y mis decisiones las tomo sin alterar la vida de los demás. Por eso voy a los toros, por decisión propia. Ocúpense de la sanidad, el transporte y la educación. Puestos a obligar o prohibir, si quieren ser racionales con sus políticas, obliguen la enseñanza del español en todas las escuelas o prohíban el violento corte de carreteras impidiendo la libre circulación de personas y mercancías.

Tienen mucho que hacer en la buena dirección como para dedicarse a prohibir  todo aquello que no les gusta. Pero si ese es el juego al que hay que jugar, yo quiero prohibir los políticos.

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