miércoles, 9 de enero de 2019

El alcalde de Bilbao incumple su propuesta de cambiar el modelo de gestión de Vista Alegre


El alcalde de Bilbao, Juan Mª Aburto, tira la toalla y desiste de convocar el reiteradamente anunciado concurso público para la adjudicación de la gestión de la plaza de toros de Vista Alegre. Para anunciarlo ha utilizado una pantalla políticamente más inocua: la Comisión Taurina de la Junta Administrativa, que fue la que precisamente firmó y negoció el tan criticado contrato con los hermanos Chopera. Aunque no se especifica con claridad, se sobreentiende que la prorroga con la Empresa Martínez Flamarique lo es nada más que para las Corridas Generales de 2019.


Después de más de dos años anunciándolo reiteradas veces
El alcalde de Bilbao incumple su propuesta de cambiar el modelo de gestión de Vista Alegre

“Ante la complejidad del proceso administrativo que se está llevando a cabo para la adjudicación de la plaza de toros y en aras de asegurar la organización y celebración de la Feria Taurina de 2019”, el Presidente de la Comisión Taurina de  la Junta Administrativa de la Plaza de Vista Alegre ha anunciado en una nota oficial la prorroga del actual “contrato de gerencia” de la empresa Martínez Flamarique.

Javier Aresti informa que se realiza en virtud de la cláusula séptima del contrato [cuyo contenido no se especifica en la nota] que según el Ayuntamiento concluyó el pasado mes de septiembre, aunque sí se especifica que tal prorroga se hará “manteniendo el modelo de gestión actualmente vigente”.

Este ultimo matiz encierra dos cuestiones. De un lado, viene a desmentir las reiteradas afirmaciones municipales acerca de la conclusión a finales de septiembre del contrato a favor de los hermanos Chopera: en l nota se dice que es un contrato vigente. De otro, que las condiciones económicas serán las mismas que regían hasta ahora: un % sobre los ingresos, con un mínimo fijo.

Con formas muy cuidadas y utilizado como pantalla protectora a la referida Comisión Taurina —que siempre es políticamente menos comprometido que si el Ayuntamiento hubiera hecho el anuncio—, en realidad el alcalde de Bilbao, Juan María Aburto, viene reconocer de forma indirecta que su Corporación ha sido incapaz de elaborar dentro de los plazos previstos el pliego de condiciones y fijar la fecha para el concurso de adjudicación, de acuerdo con la Ley de Contratos del Estado. 

En consecuencia, desisten del concurso abierto como venían prometiendo de forma rotunda desde hace más de dos años, además de desdecirse de su retirada afirmación acerca de que el modelo de gestión ahora prorrogado no seguiría en ningún caso en el futuro. Pero, además, reinciden en mantener el mismo modelo de gestión que en los dos últimos años tanto había criticado.

Para un partido como el PNV, que históricamente ha presumido de cumplir a palabra dada, y además cuando se ha comprometido ante la Corporación en pleno,  la decisión que ahora adoptan es un serio traspiés. Un traspiés que, además, se produce a cuatro meses de que el alcalde Aburto acuda a las urnas para tratar de revalidar su continuidad en el cargo. En este sentido, no es el mejor de los avales que podría presentar, sobre todo cuando tanto énfasis puso en el cambio radical del modelo de gestión.

Según algunos medios, la decisión adoptada se debe a las dificultades que encontraba el alcalde para resolver el caso, sin poder alcanzar un mínimo de consenso. Aburto y su equipo se han visto desbordados y han preferido echar el balón fuera para que sea la Corporación que se forme a partir del próximo 26 de mayor quien lidie el asunto.

Es una explicación mucho más creíble que aquellas otras que dieron acerca del exceso de trabajo que tenía los funcionarios, o a la complejidad técnico jurídica del concurso.

En realidad si de algo hay experiencia en el mundo del toro es este tipo de concursos, con modelos tan diversos como el que en los pasados años 40 firmé don Eduardo Pagés con la Real Maestranza —que aún continúa vigente— hasta el fallido y criticado pliego d Zaragoza. O sea, modelos para convocarlos hay en abundancia. Y por si fuera poco, la Ley de Contratos del Estado especifica minuciosamente las condiciones que deben cumplirse. Y ello sin contar con el que fuera responsable municipal para la plaza de toros, Ricardo Barkala, hace más de un año ya dijo que tenia elaborados los criterios fundamentales para el pliego.

Con todo, en la decisión del alcalde Aburto puede haber pesado el vacío de poder que se ha producido en materia taurina dentro del Ayuntamiento. Al muy activo edil Ricardo Barkala le sucedió, —cuando pasó a la Presidencia del Puerto de Bilbao— su compañero Tomás del Hierro, de quien con mucha antelación su partido (el PNV) confirmó que  no le pondría nuevamente en la lista electoral; quedaba, pues, en posición de salida de la Corporación. Desde luego no era la posición más adecuada para lidiar el “miura” de este concurso.

Postdata sobre los peligros de la feria 

Ampliando el contenido de la nota informativa firmada por Javier Aresti, Juan Manuel Delgado, muy veterano miembro de la Comisión Taurina de la Juan Administrativa, ha declarado a EL MUNDO que "era lo mejor que podíamos hacer porque si no peligraba la feria. Los tiempos del campo bravo jugaban en nuestra contra y nos íbamos a meter en el mes de febrero sin poder trabajar". Delgado asegura que el proceso de elaboración del pliego seguirá adelante.

Lo que Delgado no explica, quizás porque no tiene explicación creíble,  es por qué se ha incumplido el mandato del Ayuntamiento, adoptado el  25 de mayo de 2017 y en el que  —como recuerda Antonio Fernández Casado en su articulo “Toros y política municipal bilbaína”—  se mandaba: “El Pleno del Ayuntamiento de Bilbao insta a sus representantes en la Junta Administrativa de la Plaza de Toros de Vista Alegre, a que impulsen diferentes modelos de gestión de la actividad, implementando criterios de transparencia y concurrencia”. 

A lo que se ve dos años no han sido tiempo suficiente para cumplir el mandato municipal ni para evitar esas premuras actuales. Y hace dos años también se sabían cuáles eran “los tiempos del campo bravo”.

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