viernes, 11 de enero de 2019

Manizales. 5ª de feria. Luís Bolívar a hombros / por Jorge Arturo Díaz Reyes


Bolívar con las orejas del 6°. Foto: Camilo Díaz

¡Ay! Sí Ferrera hubiese matado al pastueño primero, cuya fantasiosa faena hizo sonar el pasodoble  “Feria de Manizales” reservado aquí para las excepcionales. ¡Ay! Si Bolívar hubiese matado el embestidor tercero, cuya faena tan significativa formó una escandalera musical. Entonces, su faenón al sexto no hubiese sido la salvación de una tarde que se hundía sino el cierre de una corrida triunfal.      

Luís Bolívar a hombros

Manizales, Colombia, 1 10 19
El caleño con una sentida faena natural y un estocadón de trofeo, cortó las orejas del noble sexto y salió a hombros de la Monumental, como triunfador de la tarde y de lo que va de feria. Ferrera malogró con la espada una gran faena. Castella silenciado con dos mansos. Bonito, encierro de Juan Bernardo.  

¡Ay! Sí Ferrera hubiese matado al pastueño primero, cuya fantasiosa faena hizo sonar el pasodoble  “Feria de Manizales” reservado aquí para las excepcionales. ¡Ay! Si Bolivar hubiese matado el embestidor tercero, cuya faena tan significativa formó una escandalera musical. Entonces, su faenón al sexto no hubiese sido la salvación de una tarde que se hundía sino el cierre de una corrida triunfal.      

Juan Bernardo Caicedo llegó con la gran carga de su fracaso en el cartel estrella de la pasada feria de Cali. Tres negros, dos jaboneros y un castaño, de bellas pero dispares láminas, todos cuatreños, eran las cartas de la revancha. El precioso segundo, fue aplaudido de salida. Primero, tercero y sexto lo fueron en el arrastre. También fueron dispares de juego. El primero pastueño. El segundo con clase, pero sin fuerza para transportarla se defendió. El tercero noble y repetidor. El cuarto, muy castigado, se invalidó en el último tercio. El quinto manso. El sexto de mucho son y fondo. Pero factores comunes fueron la justa raza y blandura. Sin embargo, con todo, virtudes y defectos pusieron sus orejas a disposición de quien pudiera cortarlas. Solo el caleño lo hizo al final, reflotando una corrida que ha debido ser de triunfos aún mayores para la orejimetría ciencia máxima de la tauromaquia moderna.

Antonio Ferrera, abrió de tablas a medios con un festivo prólogo de ocho verónicas, media, larga y dos chicuelinas que de una pusieron la plaza en onda. El encarado “Monje” las tomó con alegría contagiosa. Bulla le pegó trasero, y el quite real, desde el peto, fue otra vez de chicuelina, verónicas y media, hasta el platillo. Luego, la pañosa fue encadenando tandas por uno y otro lado, con y sin estoque, con y sin cambios, con y sin premeditación. 

La imaginación divagó favorecida por la bondad infinita de la res y las improvisaciones matizaban el recital cuando Usía ordenó los máximo honores musicales, el “Fería de Manizales”. La Monumental entró en modo rumba. Pero la espada, que siempre dicta sentencia, viajó sin tino, chocando en duro y luego clavando desprendida y delantera, bajando el premio a una ovación para el arrastre y un saludó en los medios al dolido matador. El cuarto, que recibió una muy larga vara, se cayó, se cayó y se cayó. La parroquia la cogió con el presidente por no cambiarlo en el último tercio y el ambiente se enrareció. Nada, estocada trasera tirada en medio del enojo público. 

Sebastián Castella, dio con dos mansos, flojos y defensivos,. Que también tienen lidia, según las sagradas escrituras tauromacas. Pero no, al segundo, una brega destemplada y displicente, finalizada con descabello, y al quinto, un breve acompañamiento bandereado a las raudas y descompuestas acometidas. Media espada trasera y pare de contar. Cómo le aplaudía la gente, que prefirió buscar el ahogado aguas arriba.

Luis Bolívar saludó de rodillas, con farol y larga cambiada, tras la mala puya de Clovis, Carlos Rodríguez con dos extraordinarios pares tuvo que desmonterarse. El caleño brinda a Manizales, cita de largo y vacía el galope por la espalda detonando el griterío. Clava el pié de apoyo como la punta de un compás y pone a órbitar en torno suyo, dos, tres tandas al noble “Locura” desatando una ídem en la clientela. El empuje vino a menos, la faena se pasó de punto, la estocada fue inocua, los descabellos cinco con un desarme y al menos un trofeo auricular se esfumó.

Tras el arrastre del quinto, había un ánimo intolerante, pendenciero en los tendidos. Y salto “Velero”, uno de los negros, terciadito, suave y dulce, casi a límite de la mansedumbre, pero con gran fondo. El capote generoso y aseado le hizo los honores y la rabia se fue disipando poco a poco, tornando de nuevo en gozo. De rodillas en los medios, cinco en redondo, uno con otro, emotivos y el de pecho. Después, la rima fue por naturales, de frente, de perfil, de tres cuartos, y a más y a más en ramilletes de a cinco, seis y siete con sus remates. Parando, templando, mandando, cargando y ligando. Pueblo y chirimía acompañando duro. Las lanzas volvieron a ser cañas por obra y gracia de Luis quien se tira con todo, y el estoque en lo alto fulmina y el manicomio no tiene que esperar, pues pronto asoman los dos pañuelos, que abren la vuelta con una oreja en cada mano y la puerta en hombros con corona de café y todo.  

La tarde que naufragaba se disparó , la feria tras ella y los encopetados juanbernardos ahora miran hacia Bogotá, su máximo reto, con otros ojos. 
  • FICHA DEL FESTEJO
Jueves 10 de enero 2019. Plaza Monumental de Manizales. 5ª de feria. Sol, nubes y gotas. Más de tres cuartos de aforo.
Seis toros de Juan Bernardo Caicedo (en Domecq), de bella lámina, dispares de juego. El 2° aplaudido de salida; 1°, 3° y 6° en el arrastre.

Antonio Ferrera, saludo y silencio.
Sebastián Castella, silencio y silencio.
Luis Bolívar, silencio y dos orejas.

Incidencias: Saludaron, Rafael Biotti, tras parear al 2º y Carlos Rodríguez tras parear al 3º.

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