Alfonso Ussía poniendo a caldo a la pancartera y esposa de Pedro Sánchez, Begoña Gómez.
"Quiero tener la jeta de presentarme en una manifestación politizada y feminista que reivindica la igualdad de oportunidades y el supuesto machismo imperante"
Juan Velarde,
Periodistadigital.com /10 de marzo de 2019
Alfonso Ussía se ha hartado de la mujer de Pedro Sánchez. Para el insigne escritor, observar Begoña Gómez en la manifestación del 8 de marzo de 2019 como si ella fuera víctima de un machismo lacerante y gritando junto a las ministras chillonas y pancartas es algo que le ha superado al columnista de La Razón que así lo expone este 10 de marzo de 2019:
No es justo. Quiero, deseo y reivindico ser como ella. Dar saltitos y corear mensajes histéricos contra unos partidos políticos que representan a millones de españoles. Y hacerlo siendo aún la mujer del presidente del Gobierno. Quiero que mis gastos personales sean considerados secreto oficial. Ya no tengo hermanos casaderos, pero sí sobrinos, y reivindico mi derecho de igualdad, y acudir a las bodas de mis jóvenes parientes en avión oficial, helicóptero y que me aguarde en el aeropuerto o helipuerto de turno una comitiva de coches oficiales conducidos por conductores que pagan los ciudadanos y con motoristas de la Guardia Civil de Tráfico abriendo camino en la carretera.
Apunta Ussía en su lista de deseos que:
Deseo ser contratado por una influyente y potente empresa privada, con un sueldo excepcional, sin obligaciones laborales ni preparación para desempeñar mi supuesta colaboración a cambio de una promesa de favorecer la adquisición de unos inmuebles públicos. Conozco a una buena parte de los exdirectivos y directivos de la citada empresa privada y casi todos ellos han sido políticos del Partido Popular, y votantes de las machistas de derechas denunciados con gritos y saltitos por la consorte de Sánchez. Si se cobra por no dar con un palo al agua, al menos, sean respetados los que pagan su sueldo. Me encantaría ser como ella, y ausentarme de mis obligaciones laborales sin justificar mis millonarios escaqueos para viajar de gorra por todo el mundo. Quiero ser como ella o al menos, tener los privilegios de ella sin que ninguna mujer u hombre me llame ‘caradura' por mis abusos. Considero imprescindible la igualdad de oportunidades para asistir a los conciertos estivales marchosos a costa de los contribuyentes utilizando aviones del Ejército del Aire, pilotados por honestos oficiales de las Fuerzas Aéreas Españolas que perciben cada mes un sueldo equivalente al diez por ciento de sus secretos oficiales.
Anhela los privilegios de los que disfruta la señora de Pedro Sánchez:
Quiero pasar mis vacaciones en La Mareta o el Coto de Doñana sin tener que ir a la compra como hacen los hombres y las mujeres que viven en las inmediaciones de La Mareta y el Coto de Doñana. Y quiero todo eso y tener la jeta de presentarme en una manifestación politizada y feminista que reivindica la igualdad de oportunidades y el supuesto machismo imperante. Quiero abrazar con cariño a los políticos que desean atizar hasta la herida sangrante las espaldas de Mariló Montero, o que promocionan a sus novias a lugares de responsabilidad irresponsable, y entregarme al lujo del insulto y el desprecio a millones de mujeres que interpretan de manera diferente su feminismo. Y quiero conllevar pancarta en las manifestaciones agresivas con ministras a mi lado y un cordón de guardaespaldas a dos pasos para evitar complicaciones. Deseo manifestar desde mi posición de consorte mi aborrecimiento a las personas que no piensen como yo. Y exijo, como les sucede a ellas y a las ministras pancarteras y chillonas, que al término de la manifestación me espere en un punto concreto un Audi blindado para llevarme a casa, en su caso, el Palacio de La Moncloa.
Asegura estar sufriendo un drama interior de muy difícil curación:
Sufro por no poder disfrutar del encanto de la clamorosa contradicción, de la sinvergonzonería conceptual y hasta metafórica de quien todo lo tiene por vivir al lado de un gorrón público y se permite el desahogo de insultar a las mujeres trabajadoras que optan por el derecho a trabajar y el silencio respetuoso ante una huelga. En esa manifestación de Madrid, tanto ella como la vicepresidenta ignorante y las ministras y ministros del Gobierno, sobraban. Dieron un espectáculo penoso, y la que más gritaba, la que más coreaba los insultos y la que procedía a dar más saltitos traviesos y ridículos, fue ella. Y curiosamente, a ninguna de las mujeres que se manifestaron se le ocurrió decirle que la igualdad de ella con el resto de las mujeres es una lacerante fantasía. Porque la mujer feminazi española, que defiende a los yihadistas y detesta a los hebreos, tiene una empanada mental como la ensaimada capilar de Iñaki Anasagasti. Ella no tenía nada que hacer allí, pero allí estaba, porque se sabe propietaria de nuestro destino. Por estar casada con un hombre, no lo olvidemos.
Remata:
Reivindico mi derecho constitucional a ser igual que ella. Pero me temo que no va a ser posible complacerme y tendré que conformarme con seguir siendo lo que soy. Un obligado financiador de sus lujos y caprichos. Pero ella es la progresista, la guay, la ejemplar, la feminista a ultranza, la igual a las demás. Prefiero a Mbappé que a Neymar. No viene a cuento, pero hay que aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72
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