domingo, 14 de abril de 2019

Reflexiones acerca de ideologías como la genocida comunista / por Eduardo Moratinos Monró



Según investigaciones y datos obtenidos de fuentes muy confiables, la ventolera comunista dejó en China 65 millones de muertos. En la Unión Soviética, murieron 20 millones de personas. En Camboya alrededor de 3 millones de seres humanos inocentes. En Vietnam más o menos 1 millón de muertos. En el continente africano y en Afganistán excedieron las cifras en 1 millón y medio de defenestrados. En países europeos del siglo XX, más de 1 millón. En Iberoamérica centenares de vidas, más hay que agregarles 100 mil en la España republicana, por genocidios religiosos.

Venezuela, Abril / 2019
Es insólito omitir reflexiones acerca de ideologías como la genocida comunista, que se instalan por doquier con visos de legalidad, cuando a su paso han dejado cementerios de cadáveres y señales ciertas de catástrofes. Una especie de hazañas mortuorias es lo que encontramos cuando le seguimos la ruta por tantos países, entre ellos el nuestro, que les ha tocado, por infortunio, asirse con el poder a través del engaño y la mentira. Esto lo recalcamos para que futuras generaciones no incurran en el mismo error nuestro.

Según investigaciones y datos obtenidos de fuentes muy confiables, la ventolera comunista dejó en China 65 millones de muertos. En la Unión Soviética, murieron 20 millones de personas. En Camboya alrededor de 3 millones de seres humanos inocentes. En Vietnam más o menos 1 millón de muertos. En el continente africano y en Afganistán excedieron las cifras en 1 millón y medio de defenestrados. En países europeos del siglo XX, más de 1 millón. En Iberoamérica centenares de vidas, más hay que agregarles 100 mil en la España republicana, por genocidios religiosos.

Por supuesto, un elemental cálculo nos confirma que hoy en día la cifra se acerca, sin contar con Venezuela (unos 400 mil en estos 20 años), Cuba y Nicaragua, de los cuales no tenemos cifras viables, por razones obvias, a los 150 millones de muertos causados por el comunismo.
Con la particularidad, que a estos trúhanes a lo mejor en algunos países hasta calles les dedican, tal como ha ocurrido en Venezuela que a Chávez le erigen estatuas, grafitis, pancartas, serigrafías y fotos que colocan en todas las dependencias oficiales y en algunas paredes y ahora a Maduro. Sin importar que hayan asesinados a mansalva y encarcelados para someter inocentes a torturas por parte de mercenarios, sicarios y esbirros, por el único “delito” de pensar distinto.

A muchos de esos meros “machotes” funcionarios militares y civiles se les han visto genuflexos ante nuestros símbolos patrios, en mediocres desfiles alusivos al actos, como el de ayer en los próceres, y jurando eterna lealtad y bajo la ridícula frase “Chávez vive” y otra regorgaya de estupideces más, atorrantes que se la dan de “revolucionarios”, sin saber en su justa dimensión el significado exacto de ese término, siendo su único aporte a la humanidad y legado imperecedero, la maldad y el manifiesto deshonor a la violencia y terrorismo como práctica de estado.
Como también hemos visto el cambio de “el honor es su divisa” y trasladarlo a un siniestro grupo de pistoleros, usurpando el poder y robándose el dinero, organizar y fomentar como vampiros a paramilitares y ejecutar matanzas colectivas.

La autoridad se les ha traducido en una enfermiza ilusión de buscar el mérito dando muerte a hombres de bien. Unos completos bribones y unos cobardes con sonrisas causticas transitando un impío radicalismo en sus maniáticas teorías socialistas, adobadas de conjeturas que prefabrican a hurtadillas en plena oscuridad, ocultas en las sombras de su pervertida moral. 
Por lo que, ha sido un hecho heroico de muchos, sostenerse, sin aferrarse a mitos y leyendas, menos a palabras huecas y estériles, solo con el apoyo en la fe misma, y lo cual, de seguro, más hubiésemos logrado si apartáramos la práctica de cuestionarnos y criticarnos unos a los otros. 

Hasta aquí, hemos tratado de mostrar las entrañas del monstruo que nos circunda, sin aludir a algunos personajes llamados bolichicos, boliburgueses, dialogantes, vendedores de espejitos de “paz” y otros tantos que al sucumbir a la vanidad y a la avaricia y unirse a esa sarta de delincuentes, con el propósito de obtener dinero fácil y mal habido, lo que hicieron fue apuntalar y alimentar la voracidad de esos engendros en el poder, que por cierto, no hay excusa que valga, porque ya enseñaban el tramojo de la vileza y la perfidia haciendo causa común con el crimen organizado, las guerrillas y el terrorismo. Es de notar, que otros prefirieron cerrar los ojos ante la situación la cual se padece, que darse cuenta exacta de ello, para no mortificarse. Cruento error. 

Por supuesto, esto no es el caso de la mayoría de la población que ha puesto su arraigo en el sentimiento de lucha, como un reto, hasta lograr la libertad.

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