sábado, 11 de mayo de 2019

Crisis culé: ni siquiera Messi se escapa de la quema / por Juan Manuel Rodríguez



Si la crisis ha alcanzado a Messi, que es el futbolista que ha llevado en volandas al Barcelona a las semifinales, es que la cosa es seria. Si Besa, al que algunos tienen como pope del periodismo deportivo español y cuyos artículos se beben como versículos de la Biblia culé, dirige sus diatribas contra Lío, y si ni siquiera Lío es capaz de escapar indemne de la quema, que es generalizada y voraz, es que el asunto adquiere tintes de drama futbolístico de primer orden.

Crisis culé: ni siquiera Messi se escapa de la quema.

Es tan profunda la sima provocada por la traumática eliminación del Barcelona en las semifinales de la Champions ante el Liverpool que incluso Ramón Besa, que pasa por ser el periobarcelonista templado, el hombre de discurso coherente, el analista reflexivo y pausado, apuntó ya el otro día sus cañones editoriales directamente hacia la cabeza de Leo Messi. A la cabeza de Messi, sí, a la cabeza de Lionel Andrés Messi Cuccittini, el mejor futbolista que ha habido, hay y habrá, el santo niño de Santa Fe, el diosito que obra milagros, el ganador moral de los últimos diez Balones de Oro... Besa se cayó el otro día del caballo y, en plena huída hacia Samarra, llegó de repente a la conclusión de que la directiva llevaba dándole demasiadas cosas a Lío durante demasiado tiempo y que quizás eso no fuera tan bueno como llevaban sosteniendo en la ciudad condal desde hacía tres lustros.

Había que oír a Besa hablando después del ficticio e irreal 3-0 de la ida. Entonces el Barcelona se había dado cuenta de que ganar era lo más importante, de que todo funcionaba y estaba en su sitio si giraba alrededor del mejor, que era Messi; en aquel momento el fin justificaba indudablemente los medios empleados y Ernesto Valverde se había sabido adaptar como nadie a los nuevos tiempos, que eran los de la ausencia de Xavi e Iniesta; lo de que, pese a la goleada, el Liverpool había sido mucho mejor carecía de valor y decirlo en público hasta resultaba políticamente incorrecto; ya no importaba tanto el fútbol, ni la pelota, no mandaba la posesión: se había ganado. Punto final. No había discusión. El modelo, el sistema... todo daba igual porque la final estaba al alcance de la mano, La Sexta estaba ahí, a un golpecito de riñón en Anfield.

Si la crisis ha alcanzado a Messi, que es el futbolista que ha llevado en volandas al Barcelona a las semifinales, es que la cosa es seria. Si Besa, al que algunos tienen como pope del periodismo deportivo español y cuyos artículos se beben como versículos de la Biblia culé, dirige sus diatribas contra Lío, y si ni siquiera Lío es capaz de escapar indemne de la quema, que es generalizada y voraz, es que el asunto adquiere tintes de drama futbolístico de primer orden. Por debajo de Messi cualquiera puede quedar irremediablemente dañado, por encima también... A estas horas pocos han dado la cara, ninguno ha explicado qué pasó exactamente y Lío, que sí habló tras el 3-0, sigue escondido después del 4-0. ¡Qué condenadamente difícil es ganar una Copa de Europa! Desde el martes lo saben bien en Barcelona.

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