miércoles, 15 de mayo de 2019

Un Puyazo que llevarse a la boca / por Antolín Castro



Juan Francisco Peña, el varilarguero de turno, había sido descabalgado en el primer encuentro y tras recuperar la cabalgadura, colocado el toro a una buena distancia, realizó la suerte, moviendo el caballo con torería y cuando llegó la hora de arrancarse el toro y llegar a su jurisdicción picó en todo lo alto en un puyazo que levantó a los espectadores de sus asientos.

Un Puyazo que llevarse a la boca

Madrid, 14 Mayo 2019
Suele decirse que un día es muy largo sin pan, y es verdad. De ahí que sea muy importante, cuando hay hambre, aquello de llevarse algo a la boca.

Eso pasó en la primera corrida de la feria de San Isidro, que pudimos llevarnos a la boca un puyazo que será difícil de que se repita en las otras veintinueve tardes de lidia a pie que nos quedan.

Transcurría la lidia del quinto de la tarde, Fogoso nº 65 y de 575 kilos de peso. Hacía, como dijimos, el quinto de la tarde y pertenecía a La Quinta. Tanta coincidencia con el nº 5 y que ‘no hay quinto malo’ nos hacía presagiar que pudiera ser el toro de la tarde. Quizá no lo fuera para la muleta, pero sí en el tercio de varas.

Juan Francisco Peña, el varilarguero de turno, había sido descabalgado en el primer encuentro y tras recuperar la cabalgadura, colocado el toro a una buena distancia, realizó la suerte, moviendo el caballo con torería y cuando llegó la hora de arrancarse el toro y llegar a su jurisdicción picó en todo lo alto en un puyazo que levantó a los espectadores de sus asientos. Se intentó realizar una tercera entrada a gran distancia, pero tardó el toro y hubo que ponerlo más cerca.

La sensación es que se había presenciado un milagro de esos que la tauromaquia nos muestra muy pocas veces, poquísimas por cierto. El público se sintió pagado por ello.

Del resto de la tarde poco podemos resaltar, el encierro desigual de La Quinta ofreció muy poco aunque no eran tontos, mejor segundo y cuarto, pero no fue una más como tantas otras que hemos visto y seguiremos viendo. La terna voluntariosa lo intentó con desigual fortuna, sin encontrar las distancias ni los resortes para conseguir hacer brillar sus embestidas.

Hemos de resaltar que hubo pasajes reseñables pero la tarde quedó marcada por aquél puyazo, del que nos vamos a recordar toda la feria. Al tiempo.

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