lunes, 3 de junio de 2019

El Pana, Juan Mora y otros detalles del día / por Antolín Castro



Hace tres años Rodolfo Rodríguez El Pana nos dijo adiós para siempre, tras el gravísimo percance sufrido un mes antes en un pueblo mexicano. Se fue el torero y el amigo con el que tantos ratos pude disfrutar en México y en España.

  • Ver torear a Juan Mora es tan difícil como necesario para el aficionado cabal. De ahí que no me pueda sustraer al deseo de verle si es que le anuncian en algún lado. Hoy mismamente en Cáceres.


El Pana, Juan Mora y otros detalles del día

Antolín Castro
No se nos ha olvidado que tal día como hoy se nos fue El Pana, el torero, pero también el amigo Rodolfo.

Hace tres años Rodolfo Rodríguez El Pana nos dijo adiós para siempre, tras el gravísimo percance sufrido un mes antes en un pueblo mexicano. Se fue el torero y el amigo con el que tantos ratos pude disfrutar en México y en España.

Tras su infructuoso intento de confirmar la alternativa en Madrid, decidió dedicarse a su pueblo, Apizaco, aspirando a ser su alcalde. Dijo que ya no volvería a España en busca de la deseada confirmación tras varios festejos en su México, lo que no sabíamos es que no volvería nunca más.

Hoy era un día para recordarle y no se me ocurrió otra cosa que hacer compatible su recuerdo con asistir a la corrida anunciada en Cáceres, donde toreaba su admirado Juan Mora. Es decir, podía unir a ambos como hice en mi casa un año antes de su marcha. Quería conocer personalmente al de Plasencia y logré que ambos, que se respetaban y admiraban, compartieran jornada y comida conmigo y varios de los colaboradores de Opinión y Toros. Jornada memorable que hoy adquiere todavía mayor significado.


Ver torear a Juan Mora es tan difícil como necesario para el aficionado cabal. De ahí que no me pueda sustraer al deseo de verle si es que le anuncian en algún lado. Hoy mismamente en Cáceres.

La tarde, con las limitaciones de quien tiene que dar por bueno el ganado lidiado, llegando directamente de Las Ventas y de la feria más importante y exigente del mundo, es todo un atrevimiento, pero aquí no me he llegado para juzgar, he venido a disfrutar de los modos y maneras de un torero diferente, de esos que nos ocultan sistemáticamente porque les priva enseñarnos solo las mediocridades.  No me he equivocado.

Juan Mora ha dado un recital de naturalidad, improvisación, torería y arte por todos los poros de su piel. Todo muy diferente a lo que vemos a diario, si exceptuamos lo realizado ayer en Las Ventas por Antonio Ferrera. A él le ha brindado un toro trepando por los incómodos tendidos de la plaza cacereña y entregándole la montera en mano, mientras se sentaba a darle la enhorabuena por lo de ayer. A mi ya me lo había confesado por la mañana. Juan ha sido también un derroche de imaginación toda la tarde, salvando, como he dicho, el ganado que tenían enfrente uno y otro.

Pero si hoy he unido nuevamente a El Pana y a Juan Mora, también he de recordar qué toro mató al mexicano, uno parecido arrolló a Emilio de Justo propinándole una paliza de la que ni siquiera sabemos como ha salido ileso. También son detalles a tener en cuenta cuando se trata de derramar arte, no de atormentar a mantazos a los espectadores con toros, más o menos grandes, que no dicen nada y los toreros tampoco.

Juan Mora ha bordado muchas cosas, pero fundamentalmente ha mostrado como se puede ser artista, torero y ser diferente de los pies a la cabeza, cómo las orejas y las estadísticas son cosas que solo les sirven a los que no tienen otros argumentos para hacer sentir a quienes van a una plaza a verlos, que muchas veces pienso que más que seres que sienten, parecen que son contables todos.

Gracias Juan por los momentos mágicos que siempre me haces vivir, como también doy gracias a Rodolfo por los que me hizo vivir él. En esta fecha me he vuelto a encontrar de nuevo con vosotros. Gracias siempre a los dos. Los genios solo aparecen de vez en cuando.

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