viernes, 14 de junio de 2019

Hay que llevar la tele a los toros (y los toros a la tele) / por Paco Delgado



Es preciso que las corridas de toros vuelvan ser televisadas. Es urgente y perentorio que el espectáculo taurino llegue a todo el mundo y no se convierta -si no lo está ya, y entonces hay que pelear para revertir la situación- en algo marginal y escondido

Hay que llevar la tele a los toros
 (y los toros a la tele)

Sí, ya sé que hay una empresa que televisa las funciones que se celebran en las principales ferias del mundo, y que lo hace, además, muy bien, con excelentes profesionales y un despliegue de medios realmente extraordinario, pero a lo que me refiero y pido es a que las retransmisiones taurinas se hagan en abierto. También sé que hay cadenas privadas que pueden decidir que su programación sea exclusivamente basura o dirigida a un público infantiloide o directamente bobo o decididamente ágrafo, están en su derecho y hacen bien, si les dejan ganar una fortuna atontando aún más  a la peña. Pero también existe una televisión pública, pagada con el dinero de todos, que debe satisfacer a ese conjunto y no puede, por capricho de unos pocos, estigmatizar y despreciar a un sector del que tantas veces se ha dicho que mueve muchísimo dinero -y del que un porcentaje no pequeño va para las arcas del Estado-, que genera empleo, etcétera, etcétera. Y cuya principal actividad es, tras el fútbol, la que más espectadores tiene. Y que, por si faltaba algo, está tenido por todo el mundo -menos por algunos españoles- como una de nuestras más representativas señas de identidad, manifestación cultural indudable y otro montón de motivos -positivos- más. Por todo ello la televisión pública debería tener en consideración a la fiesta nacional -sí, nacional- y televisar corridas y dar información puntual y abundante sobre la misma, al igual que hace con el deporte, la música u otros mil temas que interesan a nuestra sociedad. Como los toros.

Y también es preciso que los toros se televisen y lleguen a todo el mundo para que se pueda comprobar lo que hacen los toreros. No sólo el dominar, creando un monumento fugaz de inigualable belleza y emoción, a un animal único y temible, sino para que la gente sepa de qué son capaces los que se visten de luces. Para que tenga muchísima más audiencia como Román, por ejemplo, tras ser uno de los grandes sucesos de la feria de San Isidro, la más difícil, complicada y exigente del circuito, y sin necesidad real de volver a tentar a la suerte, despliegue toda su audacia y su valor para sortear las  feroces acometidas de un toro avisado al que acaba sometiendo pero del que no puede esquivar un certero hachazo final que a punto está de matarlo. Y quien dice Román dice Manuel Escribano, Juan Leal, Gonzalo Caballero, Sebastián Ritter, Diego San Román y los que han sudado la gota gorda para dejar claro que su vocación y determinación es algo que no está al alcance del común de los mortales.

Para que llegue a todos los rincones cómo son capaces de triunfar y vencer a la adversidad y el peligro Roca Rey, Antonio Ferrera, Miguel Ángel Perera, David de Miranda, Leonardo Hernández, el mismo Román y muchos más que ahora mismo se me olvidan y que harían esta lista interminable. La tele tiene que estar presente en las plazas y enseñar a todos lo grande y maravilloso que es esto.

Y aunque en la televisión de todos los españoles ya haya un espacio -una hora a la semana, en la segunda cadena y a un horario cuando menos difícil- dedicado a los toros y con un equipo fantástico, no es de recibo ni se acaba de entender que al mismo tiempo que se cantan las gestas y victorias de ese fuera de serie que es Rafa Nadal o de la selección femenina de fútbol que se trata de promocionar al precio que sea, no se diga ni media palabra -fuera de Tendido Cero, ya digo- de las proezas y heroicidades de Román, Roca Rey y demás. No tiene sentido -si nos abstraemos del poderoso influjo de la clase política que desgraciadamente padecemos- ni lógica. Y, además, no es justo.

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