domingo, 2 de junio de 2019

LAS VENTAS. Ferrera no inventó el toreo… pero casi / por Antolín Castro


Esperando la embestida del toro para matar recibiendo. Así acabó la nueva sinfonía

Es difícil, muy difícil, contarles todo cuanto ha hecho en la lidia del primero de la tarde. Nos falta espacio e imaginación, de la que él anda sobrado, para relatar lo que iba sucediendo, ya fuera con el capote, en el quite pero, sobre todo, con la muleta. Se nos amontonan las letras para explicar que, de entrada, abandonó el estoque de ayuda para realizar toda la faena al natural, a izquierda y derecha. Todo cuanto hizo, desde una torería plena, lo hizo sin ventajas y dándole el sitio que le corresponde al toro. 


Ferrera no inventó el toreo… pero casi

Así hemos de manifestarlo tras de haberlo vivido en directo en la plaza. Hoy, un nuevo apéndice del toreo ha sido mostrado a los aficionados por un torero, llamémosle ya singular, Antonio Ferrera.

El torero extremeño que ya lo hemos visto evolucionar en las últimas temporadas, hoy se ha reinventado en Las Ventas para sacarnos de la rutina y la monotonía. 

Cuando no exista el toreo auténtico, el clásico, el de siempre, le decimos adiós al toreo moderno, ese que nos aburre y nos roba la afición, para acogernos al preciosismo, a la improvisación, a la torería, al fondo de armario que nos ha mostrado hoy Ferrera.

Es difícil, muy difícil, contarles todo cuanto ha hecho en la lidia del primero de la tarde. Nos falta espacio e imaginación, de la que él anda sobrado, para relatar lo que iba sucediendo, ya fuera con el capote, en el quite pero, sobre todo, con la muleta. Se nos amontonan las letras para explicar que, de entrada, abandonó el estoque de ayuda para realizar toda la faena al natural, a izquierda y derecha. Todo cuanto hizo, desde una torería plena, lo hizo sin ventajas y dándole el sitio que le corresponde al toro. Y para rematar la obra, así hay que llamarla pues tenía un libreto totalmente nuevo, citó a recibir en la lejanía, diez metros quizá, para recetarle una estocada ligeramente desprendida. La nueva sinfonía torera quedó para el recuerdo de los asistentes.

La locura invadió la plaza que, por cierto, llevaba loca diez minutos. Una inundación de pañuelos sembró todos los tendidos pidiendo los dos trofeos, a excepción del señor del palco que debió de entender que eso no era lo que él ve a las figuras, y que una oreja pedida por el público ya cubría el expediente. No era ese el sentimiento del público, que abroncó al palco y obligó a Ferrera a dar dos clamorosas vueltas al ruedo. Una parte del toreo se acababa de inventar y Madrid lo bendecía.

En su segundo, manso y noble, nadie podía esperar lo que finalmente sucedió. La faena carecía de esa improvisación creativa desarrollada en su primero, pero iba creciendo según avanzaba e iba controlando la mansedumbre del toro. Cuando logró el objetivo, volvió de nuevo a dejar la espada de ayuda y fue desgranando los naturales a diestra y siniestra. La estocada, también recibiendo, cayó baja pero se le pidió la oreja nuevamente con fuerza. La sorpresa llegó desde el palco, quien era en este caso el que improvisaba, y concedió el segundo trofeo. Dicen que el orden de factores no altera el producto, lo que debió ser 2+1 se convirtió en 1+2. Finalmente fue sacado en hombros por la tan magnífica tarde ofrecida.

Toreaba también Curro Díaz, a quien fue a parar el peor lote y de menos posibilidades, y solo pudimos ver un inicio de faena primoroso y algunos naturales a su segundo enemigo. Muy poco para lo que siempre se espera del artista de Linares, pero los de Zalduendo no quisieron encontrarse con el linarense.

Cerraba la terna el mexicano Luis David y poca opción tuvo en su primero, pero sí en el último, con la mala suerte de ser cogido aparatosamente y tras de ser conducido a la enfermería regresó de ella cuando ya Ferrera tenía muleta y espada para rematar la faena. Sin la chaquetilla y visiblemente dolorido continuó su trasteo de forma animosa y jaleado por el público. La espada le impidió saborear el triunfo. El parte médico habla de dos cornadas en la parte perineal, operado con anestesia general en la enfermería de la plaza. Pronóstico reservado

Los de Zalduendo dieron una de cal y otra de arena, tres y tres, permitiendo el éxito de Ferrera y la vibrante faena de Luis David. El resto mansos de huida permanente y descastados.

Con los palos brillaron otra vez Miguel Martín a las órdenes del mexicano y Fernando Sánchez en la cuadrilla de Ferrera.

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