Morante y Pablo Aguado ofrecieron solo detalles ante una moribunda y noble corrida de Juan Pedro Domecq.
- Deslucida, porque hubo más suspiros que emoción, que es de lo que se trata; y porque no hubo toros, sino sucedáneos inválidos, descastados y nobilísimos. Deslucida, porque dos artistas solo pudieron dejar detalles ante un público amigo y en exceso cariñoso.
Una deslucida y atípica goyesca de Ronda
ANTONIO LORCA
EL PAIS / Ronda 31 AGO 2019
Pablo Aguado ofreció un recital de toreo a la verónica, especialmente al recibir al sexto, pero la inservible corrida de Juan Pedro Domecq deslució sobremanera esta atípica corrida goyesca.
Deslucida, porque hubo más suspiros que emoción, que es de lo que se trata; y porque no hubo toros, sino sucedáneos inválidos, descastados y nobilísimos. Deslucida, porque dos artistas solo pudieron dejar detalles ante un público amigo y en exceso cariñoso. Morante de la Puebla, vestido de bandera española -taleguilla roja y chaquetilla amarilla-, en horas bajas como torero, puso voluntad, pero no le acompañó la brillantez ante un lote con muy escasa movilidad. Lo mejor, ante el tercero, que brindó al líder de Vox, Santiago Abascal. Un vistoso quite por chicuelinas; ayudados por alto, prestancia y hondura en un par de tandas con la mano derecha y un largo natural. Y como el quinto se paró, ahí acabó su tarde.
Pablo Aguado, esperado como agua de mayo, encandiló a la verónica ante el último, al que recibió con un manojo de destellos lentísimos e inspirados antes de un quite precioso por chicuelinas. Con una larga de rodillas en el tercio saludó al cuarto y otra exhibición a la verónica; y nuevos detalles con el capote ante el segundo. Y pidió el sobrero, que le regaló Morante, ante la imposibilidad de lucimiento alguno con la muleta en ninguno de sus tres toros.
Salió un ejemplar de Domingo Hernández, tan noble y escaso de fuerzas como los demás, y Aguado volvió a dejar detalles, solo detalles, de su calidad, porque el toro no permitió más, aunque la euforia general pidió y puso en sus manos las dos orejas, un premio excesivo.
Deslucida corrida, y también atípica.
La feria y fiesta de la localidad malagueña de Ronda están dedicadas a Pedro Romero, torero local del siglo XVIII y uno de los padres de la tauromaquia. El maestro Antonio Ordóñez, rondeño como él, decidió en 1954 homenajearlo con la corrida goyesca, y la convirtió en uno de los festejos emblemáticos de cada temporada. Y desde entonces, la cita taurina y el día grande de la feria han coincidido en la misma fecha; así, desde 1954, hasta hoy, que la tradición ha quedado rota.
El empresario actual de la plaza de Ronda, el torero retirado Francisco Rivera Ordóñez, que la gestiona por herencia de su abuelo Antonio y decisión de su propietaria, la Real Maestranza de la localidad, consideró -con el visto bueno de la propiedad- que debía adelantar la fecha de la corrida para adecuarla a la apretada agenda de los toreros que, a su juicio, debían formar parte de uno de los carteles del año: Morante y Roca Rey.
De este modo, anunció que el festejo se celebraría hoy, 31 de agosto, cuando la feria de Ronda está prevista del 3 al 8 de septiembre.
Esperaba Rivera que el Ayuntamiento, gobernado por el PP, adelantara las fiestas, pero no ha sido así, de modo, por vez primera, la goyesca va por un lado y el recuerdo a Pedro Romero por otro. La decisión del extorero no ha sentado bien en la localidad y la asociación de peñas ha pedido que sea declarado persona non grata. De momento, el consistorio se ha visto obligado a organizar una clase práctica el viernes 6 de septiembre en una plaza portátil.
¿Es o no es atípica esta goyesca? O el atípico quizá sea Rivera, que se ha saltado a la torera a su antepasado dieciochesco, a su abuelo y al Ayuntamiento, y se ha quedado tan pancho; y, encima, le ha acompañado la suerte, pues casi una semana antes del día del festejo ha colocado el cartel de "no hay billetes", a pesar de que Roca Rey no ha podido actuar por razones médicas y le ha sustituido el sevillano Pablo Aguado. O quizá por eso, quién sabe.
El dichoso cartelito viene a demostrar que, una de dos, o los rondeños no están molestos con el cambio de fecha, o son muy pocos los lugareños que se han plantado en la taquilla para pagar los muy altos precios de las entradas de esta corrida.
Por si fuera poco, los tambores de la crónica social aseguran que Cayetano está enfadado con su hermano Fran porque al menor de los Rivera le hubiera apetecido estar en la arena de la plaza centenaria en una fecha tan señalada. Y dicen más: Cayetano ha movido hilos para convertirse en empresario de Ronda en lugar del primogénito.
Así, pues, vilipendiada la festividad de Pedro Romero, molestos los rondeños con la decisión del empresario, con el consistorio compuesto y sin goyesca, los hermanos enfadados y sin una cara famosa que lucir en los tendidos maestrantes -los personajes populares se olvidaron de Ronda cuando una entidad financiera dejó de patrocinar sus viajes y buenas viandas-, el festejo de hoy no podía ser más atípicamente goyesco. A pesar de todo, la histórica y solemne plaza de piedra, veterana -fue inaugurada en 1784- y siempre joven y reluciente, volvió a vestir sus mejores galas. También, como debe ser…