lunes, 7 de octubre de 2019

Cierre de feria sin fortuna / por Paco Mora


(Foto: Javier Arroyo)

Al mejor escribano le cae un borrón, y la corrida de hoy ha sido ese borrón para una ganadería con fama de encastada, brava y repetidora. Y es que, hay que decirlo, el oficio de ganadero es uno de los más difíciles del mundo, y la ganadería no es una ciencia exacta. No creo que Adolfo sea el que menos haya sentido el fallo de su hierro en fecha tan señalada. 

Cierre de feria sin fortuna

Paco Mora
La de Adolfo Martín ha sido la última corrida de la Feria de Otoño de Madrid, y en verdad que no ha tenido fortuna el ganadero de la sierra madrileña. Menos la han tenido Curro Díaz, López-Chaves y Escribano con un encierro que ha adolecido de falta de casta y en consecuencia de movilidad, que les hubiera permitido dar a cada uno de ellos su auténtica dimensión. Como Felipe II tras la batalla de Trafalgar, los tres toreros, terminada la corrida, bien podrían haber exclamado: "Yo no he venido a Madrid a luchar contra los elementos”. Y es que la corrida en cuestión no ha resultado propicia para el triunfo de tres toreros que hoy se jugaban mucho en Las Ventas.

Sólo Curro Díaz ha podido extraer, a base de jugarse la femoral y dada su gran calidad de muletero, algunos muletazos entonados y limpios por el lado izquierdo al cuarto de la tarde, que en determinados momentos le ha ofrecido varias embestidas con posibilidades de lucir su buen corte de torero. Lo cierto es que los toros de Adolfo Martín no han sido hoy esos que en otras ocasiones han embestido con todo, queriéndose comer capotes y muletas, lo que se tradujo en éxitos para los toreros capaces de plantarles cara.

Al mejor escribano le cae un borrón, y la corrida de hoy ha sido ese borrón para una ganadería con fama de encastada, brava y repetidora. Y es que, hay que decirlo, el oficio de ganadero es uno de los más difíciles del mundo, y la ganadería no es una ciencia exacta. No creo que Adolfo sea el que menos haya sentido el fallo de su hierro en fecha tan señalada. Porque incluso algunos de los ejemplares lidiados tuvieron momentos en que cogieron bien los engaños, pero les flaquearon las fuerzas. Cosa poco habitual en esta ganadería…

Estoy seguro de que esta noche Adolfo Martín se dormirá tarde y cansado de dar vueltas en la cama, buscando las causas que han originado que ahora no estemos todos los aficionados de España haciéndonos lenguas de la casta y la bravura de sus toros, como otras tardes que terminaron con éxitos rotundos de los matadores capaces de enfrentarse a ellos con todas las consecuencias.

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