viernes, 11 de octubre de 2019



 La Pilarica acabará viéndose obligada a pedirse la presidencia del citado tauródromo, porque de continuar en el palco los dos interfectos de referencia no va a querer torear en Zaragoza ni El Platanito que –a la vejez viruela- le diera por volver a los ruedos.

La Virgen del Pilar dice...

Paco Mora
Ayer doña Carolina la montó parda en la plaza de Pignatelli con su peculiar estilo, que por las trazas consiste para ella en impedir los triunfos de los toreros, pero es que hoy, un don Carolo se ha marcado época poniendo palos en las ruedas a la entrega, arte, valor y profesionalidad de Ponce y Álvaro Lorenzo. La famosa jotica reza: “La Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa, que quiere ser capitana de la tropa aragonesa”. La Pilarica acabará viéndose obligada a pedirse la presidencia del citado tauródromo, porque de continuar en el palco los dos interfectos de referencia no va a querer torear en Zaragoza ni El Platanito que –a la vejez viruela- le diera por volver a los ruedos.

Lo del “monstruo” de Chiva esta tarde en la capital de Aragón ha sido un acontecimiento. Pocas veces ha visto uno dos orejas tan bien ganadas como las que le negó el “usía” zaragozano esta tarde. Si el toreo se ha elevado a la categoría indiscutible de arte alguna vez, nunca habrá sido en mayor medida que con la faena del chivano al cuarto toro de la corrida de hoy. Magisterio, inteligencia, armonía, cadencia, colocación, dominio y valor de verdad, ese que no necesita de alharacas ni gestos, ha sido el cañamazo de la gran lección magistral con que Ponce ha convertido la plaza de Zaragoza en aula magna del toreo.

Faena variada, sin que la tela rozara ni una sola vez los pitones del morlaco. Y al final, media estocada en la yema que derrumbó al toro instantáneamente. La petición de un público entusiasmado y absorto ha sido abrumadoramente mayoritaria. Hasta los toreros seducidos por tanta belleza hacían gestos de admiración, pero el poncio puso pie en pared y solo concedió una oreja. Enrique miraba desencajado al palco sin comprender el porqué de la decisión de su ocupante. Solo un miembro de la masonería antitaurina que se hubiera colado en el puesto reservado a la máxima autoridad de la plaza, podría actuar así.

También Álvaro Lorenzo ha sido víctima del menda en cuestión, viendo minusvalorada una de las mejores faenas de su joven vida torera. ¡Cómo he recordado y echado de menos para la ocasión la escena del manteo del Quijote!...

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